Opinión
Ver día anteriorJueves 17 de agosto de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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TLCAN: arranca el show

México: ¿con qué fichas?

Trump impone; EPN acata

S

e inició el show teleciano impuesto por Donald Trump (oficialmente primera ronda de negociaciones para la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN), y para el caso mexicano la pregunta es la misma desde el principio, es decir, desde que el salvaje de la Casa Blanca anunció su decisión de desintegrar el mecanismo trilateral: ¿con qué fichas jugarán Enrique Peña Nieto y sus aprendices?

Estados Unidos tiene agenda propia y la impondrá sin importar las consecuencias para las otras dos naciones (de hecho agradecería el rechazo de ambas, pues facilitaría la ruptura), porque de lo contrario cancela su participación; igual Canadá, que entre sus condiciones está la de no desaparecer el capítulo 19 del propio mecanismo trilateral (relativo a la revisión y solución de controversias), aunque se muestra más flexible; ¿y México? Al primer no se le desploma 80 por ciento de su comercio exterior; a la primera negativa pierde la posibilidad de importar para poder exportar; al primer rechazo huye el grueso de la inversión extranjera directa (es decir, la gringa), etcétera. Entonces, ¿con qué negociará? ¿Con buena voluntad y la certidumbre de ser socios y amigos?

Desde 1994 el gobierno mexicano –como le llaman– puso todos los huevos en la misma canasta y con el correr de los años los vecinos del norte los han quebrado uno a uno… con la sonriente cuan decidida colaboración de los presuntamente encargados de cuidar el interés de nuestro país, quienes abrieron las piernas… perdón, las puertas de par en par: diplomacia, política migratoria, república maquiladora, seguridad energética (para Estados Unidos), política económica, cancerberos de la frontera con Centroamérica, creciente competitividad (léase política de salarios miserables), etcétera.

Lo anterior, desde luego, como parte de la teleciana novela rosa gubernamental, que el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, resumió ayer con una bella frase: desde su entrada en vigor el TLCAN ha sido más que un acuerdo comercial (porque) nos permitió vernos como una región. Entonces, estamos aquí una vez más, como lo hicimos en 1991, cara a cara; dispuestos a renovar nuestra alianza norteamericana. Ya, ¿pero los gringos han tratado a los mexicanos como sus pares, con igualdad y respeto?

Mientras gringos y canadienses ponen los puntos sobre las íes, hacen públicas sus respectivas agendas y delimitan sus rangos de tolerancia, los representantes de México –así les llaman– se dedican a la oratoria: desde la perspectiva de México, para ver hacia el futuro, debemos considerar las siguientes prioridades en el proceso de negociación: fortalecer la competitividad de América del Norte; avanzar hacia un comercio regional más inclusivo y responsable; aprovechar las ventajas de la economía del siglo XXI, para que podamos abrazar la innovación y no detenerla, así como promover la certeza para el comercio y las inversiones en América del Norte. Por parte de México, estoy aquí para, una vez más, ofrecer la disposición de mi país para trabajar de manera seria y constructiva, para ayudar a llevar al TLCAN al siglo XXI y, aún más importante, para construir sobre los éxitos del TLCAN original, una América del Norte más próspera (Guajardo dixit).

Eso y nada es lo mismo, porque el representante comercial estadunidense, Robert Lighthizer, advirtió, de entrada, que el TLCAN ha fallado a muchos estadunidenses y necesita mejoras importantes, no sólo un mero ajuste ni la actualización de un par de capítulos; el tratado ha generado a mi país un enorme déficit comercial, el cierre de empresas y la pérdida de 700 mil empleos. No podemos ignorar los enormes déficits comerciales y el presidente Trump ha sido claro: no está interesado en un ajuste de pocas provisiones y la actualización de un par de capítulos, sentimos que el TLCAN ha fallado a muchos estadunidenses y necesita mejoras importantes”.

Sin duda, la advertencia de Lighthizer es más sólida y creíble que el discurso marca Miguel Ángel Cornejo de Ildefonso Guajardo, lo cual sería lo de menos de no saber que el primero actuará en consecuencia, mientras el segundo está dedicado a lanzar flores de saliva a los amigos y socios sin tener la menor idea de cómo actuar en caso de emergencia, y ésta comenzó con la llegada del salvaje marca KKK a la Casa Blanca. Desde el inicio mismo del tratado trilateral el gobierno mexicano jugó el papel de mayordomo –por decirlo amablemente– de Estados Unidos, y ahora supone que todo lo resolverá con emotivos discursos.

Cuando en enero pasado el salvaje KKK se instaló en la Casa Blanca y confirmó su intención de pulverizar el TLCAN, el secretario Ildefonso Guajardo se envolvió en la bandera tricolor y dijo que ni un paso atrás en materia teleciana. Pero del no nos moverán cómodamente pasó al no se trata de mirar al pasado sino al futuro, mientras otro aprendiz, Luis Videgaray, se aventó la puntada –en abril– de afirmar que ante las circunstancias inéditas en la relación México-Estados Unidos, y llegado el caso, el gobierno (peñanietista) está dispuesto a revisar todos y cada uno de los tratados internacionales, empezando por el ominoso tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 (aquel por medio del cual a nuestro país le robaron más de la mitad de su territorio tras la invasión gringa).

Y por esa fecha el ex ministro del (d) año blofeaba: no vamos a aceptar cualquier renegociación; siempre existe la posibilidad de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ante condiciones desfavorables para el país, mientras Ildefonso Guajardo aseguraba que México romperá pláticas del TLCAN si Estados Unidos grava productos. En el momento en que digan vamos a fijar un arancel de 20 por ciento a los autos, me levanto de la mesa.

Qué valientes, pero llegó la hora de la verdad, y es de esperar que el dúo dinámico procederá como sólo está acostumbrado a hacerlo: a todo dirá que sí, acatará y se inclinará. Nada más, nada menos.

Las rebanadas del pastel

Y en otras carpas, hoy –se supone– comparecerá Emilio Lozoya ante la Procuraduría General de la República, como parte –según dicen– de la investigación del caso Odebrecht, en el que el ex director de Petróleos Mexicanos aparece como primer actor… Va un fuerte abrazo de despedida para Jesús Aranda, jornalero de muchos años y gran compañero en las lides periodísticas. A su familia, nuestro sentido pésame.

Twitter: @cafevega