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La cantante calva: 60 años
L

a cantatrice chauve, obra del escritor de origen rumano Eugène Ionesco, cumple 60 años de representación ininterrumpida en el teatro parisiense de La Huchette. Después de The Mousetrap de Agatha Christie, escenificada en Londres, es la pieza más representada en el mundo desde 1952.

Publicada por el Collège de la Pataphysique en 1950, se estrenó ese año bajo la dirección de Nicolas Bataille en el teatro Les Noctambules. Mal acogida, esta pieza del absurdo vuelve a ser escenificada, a partir de 1960, en La Huchette con el apoyo financiero del cineasta Louis Malle. Director teatral y actor, Bataille representará el rol de Monsieur Smith desde esa fecha hasta su fallecimiento en 2007 ante más de un millón 500 mil espectadores.

La idea de la pieza, que debía llamarse El inglés sin pena, surgió en la mente de Ionesco al tratar de aprender el inglés con el método Assimil, caracterizado por sus diálogos sobrios y frases sin relación entre ellas. El dramaturgo decide, entonces, escribir una obra absurda. Los Smith, marido y mujer, aparecen sentados en la sala de su domicilio londinense. Intercambian frases fútiles e incoherentes pasando sin transición de un tema a otro, mientras el péndulo suena, a las 9 de la noche 17 veces, más tarde tres y así sucesivamente sin orden alguno. La pareja evoca a una familia de la cual todos los miembros se llaman Bobby Watson. Watson, fallecido dos años antes, los Smith fueron a su entierro hace año y medio y llevan ya tres años hablando de su muerte.

El absurdo, motor de la pieza, permite a Ionesco, según sus palabras, agrandar las astucias de la ilusión teatral. Así, éste va in crescendo con el anuncio hecho por Mary, la sirvienta, de la llegada de los Martin. Mientras los Smith se visten para recibirlos, los Martin parecen no conocerse. Poco a poco, encuentran una serie de coincidencias entre ellos: viajaron en el mismo vagón, se sentaron en el mismo compartimento, tiene la misma dirección, duermen en la misma cama. Comprenden que son marido y mujer, celebran el encuentro con un abrazo y se duermen.

Los sinsentidos y sinrazones van a continuar: el timbre de la puerta suena. La señora Smith va a abrir y no hay nadie. Segundo timbrazo, aparece un bombero. Mary, quien ha revelado que su identidad es la de Sherlock Holmes, declara ser la amante del bombero, el cual debe retirarse para ir a apagar un incendio que tendrá lugar en dos horas y tantos minutos, no sin antes preguntar cómo está la cantante calva y escuchar que sigue peinándose como siempre de la misma manera. Continúa el diálogo entre los Smith y los Martin hecho de frases de más en más incoherentes y breves hasta terminar en onomatopeyas y aullidos en la oscuridad. Vuelve la luz y aparece, ahora, los Martin, sentados en la sala para recomenzar las mismas frases del inicio de la pieza.

La cantante calva, nombre de la pieza debido al azar, surgió de la equivocación de un actor, durante los ensayos, cuando pronunció cantante calva en vez de institutriz rubia. Ionesco saltó de su silla para gritar ¡Eureka: el título de la obra teatral, donde no hay ninguna calva ni cantante alguna, había sido encontrado.

Si Ionesco es el autor, puede considerarse que Nicolas Bataille es su otro progenitor. Actor de teatro y de cine, después de ser mal recibido por la crítica por su adaptación teatral de Una estación en el infierno, de Rimbaud, en 1948, el año siguiente forja con Akiaka-Viala un falso texto llamado La caza espiritual, publicado en el diario Combat y en seguida en la célebre casa editorial Le Mercure de France. La crítica cae en la trampa y se lanza en elogios ditirámbicos del pastiche de Rimbaud.

Fallecidos Ionesco y Bataille, sustituidos por otros los actores que iniciaron y llevaron a la cúspide la difusión de esta obra, La cantante calva sigue representándose hoy día, en el teatro de La Huchette, seguida por La lección, obras ambas de Eugène Ionesco.