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Anillo de diamante
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Una pareja observa el eclipse total de Sol en el parque nacional Grand Teton, a las afueras de Jackson, WyomingFoto Afp
A

l interponerse la Luna entre el Sol y nuestro planeta viene la noche. A pesar de su brevedad, cambia por completo la conducta de los seres vivos. La fisiología animal tiene un ritmo que se rige por los ciclos de luz y oscuridad. En un eclipse total de Sol las aves vuelan hacia los árboles, otras especies se ocultan en sus madrigueras. La presión arterial y los latidos de los corazones cambian. Pero la conducta de la especie humana frente a los eclipses es muy especial: nos reunimos a esperar juntos en algún lugar donde se pueda mirar el cielo, confiados en la predicción de los modernos arúspices que anticipan el lugar y la hora exacta del acontecimiento. Al llegar el momento, los latidos se aceleran, el Sol se oculta, nos abrazamos y proferimos gritos de emoción.

2. El eclipse total de Sol que creó ayer gran expectación y emociones en millones de personas en el mundo –aunque en México sólo pudo observarse parcialmente– tuvo varios aspectos importantes. Uno de ellos es que puso de manifiesto el interés que existe entre la población por los temas científicos. El eclipse reveló no solamente las características más íntimas de la actividad solar, como los detalles de la corona o las perlas de Baily y el anillo de diamante, las cuales son de importancia para los especialistas, sino que además mostró que en la sociedad hay gran avidez por el conocimiento.

Pude presenciar el asombroso fenómeno de varias maneras, una de ellas, desde la ventana de mi oficina, pues da a uno de los patios del museo de ciencias Universum, perteneciente la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La llegada fue muy difícil, por los miles de visitantes que ayer inundaron todos los espacios de ese recinto y desde luego el estacionamiento. Largas filas esperando poder mirar el cielo desde alguno de los telescopios colocados con este fin. Fue muy emotivo mirar el cielo, pero además percatarme del enorme deseo de los visitantes, en su mayoría jóvenes, por conocer lo más posible sobre este eclipse.

El papel de los medios

Desde luego, las expectativas que creó el acontecimiento entre personas de diferentes edades y condiciones sociales tuvo que ver con el papel desempeñado por los medios de comunicación en el mundo, incluso México. En nuestro país, desde las semanas previas a la fecha prevista para que la Luna quedara alineada y posicionada entre el Sol y la Tierra, los medios comenzaron a calentar el ambiente, realizando una amplia cobertura que incluía un elemento que cada vez es más empleado como recurso informativo, me refiero a la voz de los expertos, lo que sin duda representa un gran avance.

Los medios electrónicos y la prensa escrita realizaron una amplia cobertura de un tema con alto contenido científico, incluso en algunos de ellos esta información llegó a las primeras planas de los diarios.

El eclipse también mostró el trabajo desplegado por científicos y divulgadores de la ciencia, que desde diferentes espacios e instituciones atendieron a miles de personas que deseaban asomarse a los instrumentos de observación y encontrar respuestas en las charlas con los divulgadores y expertos a las múltiples interrogantes que surgen al observar el fenómeno. Esto ocurrió no solamente en la UNAM, también en actos organizados por la Sociedad Astronómica de México, el planetario Luis Enrique Erro del Instituto Politécnico Nacional, la Red Mexicana de Radiotelescopios y el Observatorio Astronómico Nacional (OAN), en San Pedro Mártir, Baja California, y cientos de instituciones y aficionados en el interior de la República. Además de la ventana de mi oficina, pude seguir el evento gracias a la transmisión en tiempo real que realizaron el OAN y la Nasa.

Menciono todo lo anterior, porque la Luna, al ocultar al Sol, puso de manifiesto también las cosas que ocurren abajo, en este caso, el interés creciente de la sociedad por los temas científicos; a los medios de comunicación que responden a este interés y la importancia de la divulgación científica que crea el vínculo entre la ciencia y la sociedad.

3. Cómo no recordar el eclipse total de Sol en México en 1991. Un hermoso lugar en la carretera a Cuautla, cuatro seres reunidos mirando al cielo… y el poema de Javier Molina, quien escribió en aquella ocasión: No quedaron ciegos por mirar el Sol, / sino por mirarse a sí mismos.

Con mi solidaridad para Héctor de Mauleón