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Hace falta firmar un convenio con el INBA, dice el crítico de música a La Jornada

La donación del archivo de Manuel Yrízar a Bellas Artes permanece en el limbo

Incluye más de medio siglo de programas de mano, hemerografía y cintas grabadas en torno a la ópera

El también investigador pide a la titular del instituto que tome cartas en el asunto

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Manuel Yrízar, en su casa, durante la entrevista con La JornadaFoto Yazmín Ortega Cortés
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Los maestros Juan Ibáñez y Eduardo Mata, en 1984, cuando pusieron en escena Falstaff, de Giuseppe Verdi, y Don Giovanni, ópera de Wolfgang Amadeus Mozart, con motivo del cincuentenario de la inauguración del Palacio de Bellas ArtesFoto cortesía de Manuel Yrízar
 
Periódico La Jornada
Viernes 1º de septiembre de 2017, p. 4

El crítico de música e investigador Manuel Yrízar está en el proceso de donar su vasto archivo de más de medio siglo de programas de mano, material hemerográfico y cintas grabadas, básicamente en torno a la ópera, al Acervo Histórico del Palacio de Bellas Artes (AHPBA), ubicado en el edificio La Nacional, donde se instaló desde hace tres o cuatro años.

No obstante las buenas intenciones de Silvia Carreño, entonces responsable del acervo –gerente por segunda vez del Palacio de Bellas Artes–, quien hizo la propuesta original a Yrízar, la donación ha quedado en el limbo debido a que falta un convenio firmado entre el donante y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Preocupación y molestia

En entrevista con La Jornada, Yrízar expresa su desconcierto, preocupación y franca molestia respecto del destino de su archivo frente al inminente final de sexenio y los cambios administrativos que eso conlleva.

Yrízar conoce a Carreño desde su estancia en Canal Once, donde se encargaba de la grabación de las óperas, la dirección de cámaras, todo lo relativo a la posproducción de programas.

En esa época Silvia Carreño me ayudó muchísimo porque tenía muchos problemas para hacer mi trabajo en Bellas Artes debido a la burocracia brutal. A veces llegaba con la unidad móvil y a pesar de haber un oficio no me dejaban entrar; ella siempre me ayudó.

Al ser nombrada coordinadora del AHPBA, Carreño buscó por todas partes material para el archivo, cuya creación en mucho se debe a ella. Cuando la funcionaria le dijo: tú, que tantas cosas tienes, por qué no las das al archivo, Yrízar aceptó por tratarse de su amiga y se dijo: “Esto tiene que quedar para alguien que realmente le sirve; además, nació en Bellas Artes, entonces, tiene que regresar allí para las nuevas generaciones.

“Silvia vino a mi casa, comenzamos a trabajar y se fue llevando cosas y cosas: programas de mano, notas periodísticas y cintas, 200 en formato betamax y unas 300 en VHS –también hay material relativo al ballet, los coros y el Festival Internacional Cervantino–. Todo se fue al AHPBA, donde se inició su clasificación. Colaboré con ella en hacer una base de datos. Revisé cada cinta para ver qué programa contenía, porque a veces se grababa más que uno”. Se hicieron fichas detalladas.

Para elaborar la base de datos se hizo un contrato por unos meses que luego se prolongó –de mayo a noviembre del año pasado–, explica Yrízar. Se terminó el contrato, todo se detuvo e Yrízar todavía no ha completado el número de programas porque sólo alcanzó a revisar la parte de los betamax.

En julio de 2016, Carreño fue nombrada de nuevo gerente del Palacio de Bellas Artes y en su lugar quedó Beatriz Maupomé. A principios de agosto, Yrízar la fue a ver y le dijo: creo que ya tiene que arreglarse este asunto porque me han dicho que ya hay manera de hacerlo jurídicamente mediante un convenio. Hasta el momento nada se ha hecho.

Me preocupa, viene el fin del sexenio y no pasa nada. Todo el material está allá, sin embargo no se ha concretado ni firmado nada. A Irízar nada más le dan largas. El eterno darle largas al asunto.

El material es frágil

Manuel Yrízar apremia a Lidia Camacho, directora general del INBA, a tomar cartas en el asunto, porque con toda buena voluntad quisiera que Bellas Artes cumpliera con la promesa que me hizo. El material es frágil y si se pierde, es para siempre, advierte.

Apasionado de la ópera desde niño, con estudios en la Escuela Libre de Derecho y la Escuela Nacional de Música, ahora Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde estudió canto, aparte de Canal Once, Yrízar ha trabajado en Televisión Educativa, Radio Educación, Canal 22 y Tv UNAM.

Respecto del presente escollo, el investigador dice que “se han muerto muchas personas que sabían y quedan personas que no. Sucede que se van desentendiendo. Ahora también han inflado mucho los costos de la ópera por muchas razones, muchas veces no muy santas. ¿Qué es lo que sucede? Ha habido un desinterés en la ópera. Cuando empecé a asistir como espectador había ópera todo el año, una temporada nacional y otra internacional. Todo el tiempo había constante actividad y trabajo. Desde los años 90 del siglo pasado dijeron: ‘no queremos gran cantidad de óperas, vamos a hacerlas de gran calidad’. Siguieron haciéndolas de gran mediocridad. Las redujeron a cinco titulitos al año. Es una vergüenza lo que sucede en la ópera. Al reducir las funciones se perdió la continuidad que había. Los cantantes ya no tienen qué hacer. Hay muchísimos y muy buenos, sin embargo no hay trabajo para ellos; entonces, se van al extranjero”.

El acervo de Manuel Yrízar es la única memoria histórica de la ópera en el periodo en cuestión porque, recuerda, cuando Alejandra Lajous asumió la dirección del Canal Once ya no quiso hacer ópera y borró todo el material existente.