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Arte de emergencia: El burgués patidifuso
A

uguste Rodin (1840-1917) es considerado el padre de la escultura moderna, el artista que supo trazar un puente entre el renacimiento clásico y la vanguardia más acuciante que pronto iba a desbordarse sin control. Aunque coincide con los impresionistas, que en pintura son quienes inauguran la ruptura estética con el pasado, no se le puede considerar como tal, de hecho no existe una escultura impresionista. Rodin es un ismo en sí mismo, valga el pareado, pues mientras los impresionistas se metían en un luminoso callejón sin salida, Rodin de un plumazo establecía en lo tridimensional los parámetros esenciales de la modernidad, manteniendo la continuidad de una tradición técnica pero con unos presupuestos formales y estilísticos completamente nuevos.

La primera pieza importante de Rodin, cuando ya tenía treinta y siete años, fue La Edad de Bronce, y sorprendió tanto a los críticos que, escépticos, llegaron a pensar que los moldes se habían hecho directamente sobre el cuerpo del modelo, no podía creer que la vida que anidaba en aquella pieza extraordinaria estuviera moldeada por manos humanas. Pero Rodin había estudiado en Florencia a Miguel Ángel y ese vínculo con el pasado le permitió vislumbrar el futuro, la libertad total del artista que se avecinaba, el rebullir de la efervescente vanguardia, la búsqueda desaforada de la originalidad y la capacidad de sorpresa, ese épater les bourgeois que los postrománticos y premodernos buscaban ante todo con sus obras, impactar a los burgueses, dejar a los burgueses patidifusos con sus propuestas nunca antes vistas. Ese deseo de escandalizar y asombrar caracterizó a toda la vanguardia, la misma que renegaba del único público que estaba dispuesto a aceptarla, la nueva burguesía que primero sería comercial y luego financiera, estaba más que lista para brincarse la tradición y aceptar caminos nuevos, encantada de un arte que aunque no lo entendiera podía hacerlo suyo, porque como ella era nuevo.

Rodin pese a su éxito fulgurante nunca dejó de impactar, jamás permaneció en un área de confort y se siguió arriesgando. Cuando presentó otro de sus grandes conjuntos escultóricos, precisamente Los Burgueses de Calais, se atrevió a algo que nunca nadie había hecho, desapareció el pedestal, eliminó la base y puso a ras de suelo, en tamaño natural, ese conjunto de figuras famélicas que representan a los burgueses de la ciudad francesa que tras un terrible sitio y abandonados por su rey se entregan a los ingleses que los ahorcarán sin piedad. Lo expresivo de sus actitudes, lo lamentable de su aspecto, le otorgan a esta escultura monumental una fuerza asombrosa. ¿Qué decir de La Puerta del Infierno? Encargada por el gobierno francés, e inspirada en la Divina Comedia de Dante y también en las Flores del Mal de Charles Baudelaire, a esta maravilla que nunca llegaría a ver fundida le dedicó lo que le quedaba de vida. Se trata de una pieza enorme, más de seis metros de alto y cuatro de ancho que recoge muchas de sus obsesiones y formas, de la que saldrán o a la que volverán El Pensador, El Beso, Ugolino y sus hijos y muchas más. Son decenas las figuras que emergen o se retuercen en los relieves de esta monumental obra maestra de la escultura de todos los tiempos, un negro horror siempre dispuesto a devorarnos o puede que a nutrirnos, el umbral a un futuro que tal vez sea ya nuestro presente.

La obra de Auguste Rodin, que siempre trabajó para la alta burguesía aunque le encantara epatarla, se puede ver en México gracias al afán coleccionista del mexicano más rico del mundo, un enorme burgués, Carlos Slim, quien en su magnífico museo Soumaya reúne la colección más importante en América del siempre genial artista francés. Todas las obras, y aquí están las más famosas, son lo que se llaman originales múltiples, es decir piezas que se han fundido un número limitado de veces y poseen todas la especificaciones dictadas por el artista, son obras únicas, y tan original es El Pensador de aquí como el de París. Una oportunidad maravillosa para dejarse epatar aunque uno no sea un burgués, ni quiera serlo.

* Escritor y crítico de arte