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Pide al gobierno resolver las causas de la pobreza que genera exclusión y violencia

El Papa llama a obispos colombianos a liderar la reconciliación del país

Bogotá, volcada en las calles para dar la bienvenida al pontífice, asegura el alcalde Peñalosa

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 8 de septiembre de 2017, p. 26

Bogotá.

El primer día del papa Francisco en Colombia ha sido intenso en actos y denso en contenidos. Sus mensajes están llenos de metáforas y frases profundas. En especial sus palabras a los obispos colombianos. Les pidió ser líderes de la reconciliación del país, les recalcó: Ustedes no son técnicos ni políticos, son pastores, y les pidió no tener miedo para denunciar el narcotráfico y la corrupción. A los jóvenes les dijo no se dejen derrumbar por la violencia y los invitó a soñar.

En el discurso dirigido a las autoridades, ante el presidente Juan Manuel Santos, Francisco exhortó al gobierno a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad, aquellos que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados. Y en modo de ruego al gobierno, expresó: Y, por favor, les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren. Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes.

La jornada del Papa empezó temprano en Bogotá. La ciudad se siente diferente, hay cambios y restricciones en la circulación de vehículos para garantizar la movilidad de los peatones durante la visita apostólica, operativo que aquí llaman Pico y Placa para vehículos particulares.

Los bogotanos se han esmerado, señala el alcalde Enrique Peñalosa, toda la ciudad está volcada en las calles en todas partes para recibir al papa Francisco. En efecto, los actos y recorridos estuvieron nutridos de miles de personas que aguardaron horas para ver pasar unos instantes al Papa con la ilusión de recibir una bendición, captar su mirada o guardar en su memoria un gesto.

Estas multitudes sólo los pontífices las han congregado. Ni un presidente nacional o extranjero, empresario o deportista –nos revela un taxista– es capaz de concentrar tal cantidad de personas. Y este papa Francisco, vehemente, quiere tener mayor contacto con la gente y de manera sistemática rompe los protocolos, lo que pone nerviosos a los equipos de seguridad.

En el primer saludo del Papa a los colombianos en la mañana,  en la plaza de Armas de la Casa de Nariño, Francisco citó y parafraseó al escritor Gabriel García Marquez: Es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza. La soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años; no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más. Demandó que se necesitan leyes justas que puedan garantizar la superación de los conflictos que han desgarrado por décadas a esta nación. Debe prevalecer el deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia. Sólo así se sana, dijo Francisco, de una enfermedad que vuelve frágil e indigna a la sociedad y siempre la deja a las puertas de nuevas crisis.

Decretó: No olvidemos que la inequidad es la raíz de los males sociales. En este primer mensaje el pontífice marca la posición de la Iglesia, quizá con mayor dedicatoria al propio clero colombiano: La Iglesia, en fidelidad a su misión, está comprometida con la paz, la justicia y el bien de todos. Es consciente de que los principios evangélicos constituyen una dimensión significativa del tejido social colombiano, y por eso pueden aportar mucho al crecimiento del país; en especial, el respeto sagrado a la vida humana, sobre todo la más débil e indefensa, es una piedra angular en la construcción de una sociedad libre de violencia.

El presidente Juan Manuel Santos no dejó de agradecer la visita de Francisco, en emotivo discurso agregó: De nada vale silenciar los fusiles si seguimos armados en nuestros corazones. Inmediatamente su adversario político Alejandro Ordóñez declaró que el gobierno pretende manipular el mensaje de reconciliación que trae el Papa, en torno a los acuerdos firmados con las FARC. La reconciliación cristiana no es la de La Habana. Es cierto que el Papa viene a promulgar un mensaje de reconciliación, pero Santos trata de manipular y mezclar el mensaje con los acuerdos que firmó con la guerrilla.

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El papa Francisco desde un balcón del palacio del Arzobispado, ayer en la plaza Bolívar, en BogotáFoto Afp

Ante más de 20 mil jóvenes en la Plaza Bolívar, el Pontífice animó: Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz.

Ante los obispos colombianos en Catedral, el Papa escuchó un breve diagnóstico de la pérdida del monopolio religioso en el país. El ascenso de numerosas iglesias cristianas cuya actividad política intensa, siembra confusión. Para los obispos esto es un estímulo para intensificar enfoques más pastorales de encuentro con la población colombiana.

Por su parte, el Papa fue enfático en su alocución, quiere una Iglesia católica colombiana comprometida con la reconciliación y la paz. Déjense se titubeos les dijo. No tengan miedo, e insistió en la colegialidad y unión en la cúpula religiosa. De manera contundente, sentenció: Colombia tiene necesidad de vuestra mirada propia de obispos, para sostenerla en el coraje del primer paso hacia la paz definitiva, la reconciliación, hacia la abdicación de la violencia como método, la superación de las desigualdades que son la raíz de tantos sufrimientos, la renuncia al camino fácil pero sin salida de la corrupción, la paciente y perseverante consolidación que requiere la superación de la miseria y de la desigualdad. En clara referencia a posturas timoratas que algunos prelados han mostrado sobre todo en el plebiscito de octubre pasado.

Antes de la celebración eucarística de este jueves, Francisco se reunió con el comité directivo del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) en la nunciatura. Volvamos a la misa multitudinaria. Con una hermosa estética musical inspirada seguramente en La Misión, orquestada por Ennio Morricone, sirvió de fondo a una majestuosa celebración de más de un millón de personas. La celebración inició a la 16:30 (hora local) que se extendió hasta el anochecer.

Desde temprano, cientos de miles de personas caminaban como en peregrinación y en actitud de romería hacia el parque Simón Bolívar, desde diferentes puntos de la ciudad de Bogotá. La misa se dio en un inmenso campo abierto en el norponiente de la capital colombiana. Los organizadores presumían que se congregaron un millón 300 mil personas, entre ellos los antagonistas Juan Manuel Santos y el ex presidente Álvaro Uribe.

En su homilía destinada a los constructores de la paz, Bergoglio advirtió: hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; las tinieblas del irrespeto por la vida humana que siega a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo; las tinieblas de la sed de venganza y del odio que mancha con sangre humana las manos de quienes se toman la justicia por su cuenta; las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor de tantas víctimas. A todas esas tinieblas Jesús las disipa y destruye con su mandato en la barca de Pedro: Navega mar adentro.

La noche caía, fuegos artificiales sellaron la jornada. La agenda del jueves concluía y Francisco con más de 80 años parece entero, animado y revitalizado por la entrega de los colombianos. La edición extraordinaria del periódico El Tiempo, con foto panorámica, la cabecea: Apoteótica.