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Habitantes de Unión Hidalgo, Oaxaca, están a la espera de ayuda

No sabía que era un sismo, pensé que era el fin del mundo
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Daños en una de las viviendas de Juchitán, Oaxaca, una de las comunidades más afectadas por los sismosFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 11 de septiembre de 2017, p. 6

Unión Hidalgo, Oax.

Emerit Ruiz Velásquez y Leticia Orozco Enríquez perdieron todo, pero están contentos porque han vuelto a ver el Sol, festejan sus tres nuevos días de vida con una sonrisa, porque nada será igual después del pasado jueves, cuando ocurrió el sismo que devastó su comunidad.

En esta localidad zapoteca su camino principal se dañó y más de 890 casas se redujeron a polvo, hay cientos de damnificados y heridos, y la ayuda llega a cuentagotas por parte de voluntarios, empresas eólicas y un poco de las autoridades, refieren sus damnificados.

Sin saber por dónde empezar, Emerit, profesor jubilado con 60 años de edad, da vueltas en su patio, donde observa todo tirado: sus fotografías, sus muebles... todo. Sin embargo, suspira y sonríe. ¡Viví, y estoy listo para contarlo!, señala.

La noche del jueves, narró, una llamada a su celular lo despertó y de repente todo comenzó a darle vueltas; salió agitado de su casa y en medio del pasillo un gran tronco le rozó la frente, pero logró salir al patio.Ahí, un árbol de almendro lo cobijó y vio el desastre que dejó el sismo.

“No sabía que era un sismo lo que había pasado, pensé que era el fin del mundo, todo se movió tan fuerte que dije ‘de ésta ya no salimos’. Ahora nos toca agradecer que Dios nos dio una nueva vida, y eso estamos haciendo, abrazarnos como hermanos y salir fuertes; nada nos detendrá”, expresó.

Su confianza la depositó en la titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Rosario Robles, quien en su visita a Unión Hidalgo le prometió que le ayudaría a reconstruir su hogar.

Emerit, como muchos de sus vecinos, no ha recibido apoyo de los gobiernos municipal y estatal, sólo de colectivos de jóvenes que pasan y le dan un bocado o una despensa.

El profesor jubilado duerme frente a un árbol, pero con la lluvia que ha caído, uno de sus vecinos le tuvo que dar cobijo en su patio, donde come y se baña. Todo le ha cambiado, pero está feliz de vivir, es optimista y sonríe.

Las autoridades de protección civil, en su recuento después de tres días, informaron que son un total de 895 casas destruidas, más de mil afectadas, 60 heridos y siete fallecidos, la mayoría personas adultas.