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España y la reforma protestante en el siglo XVI
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lemania y otras naciones europeas fueron convulsionadas por el movimiento de Marín Lutero. ¿Y España? Es común, incluso hoy, la idea de que el país ibérico quedó intocado por quienes llamaban a la rebeldía del monje agustino una pestífera herejía. ¿Acaso fue así?

Desde el siglo XVI fue exaltada la premisa que sustentaba la incontaminación española con las ideas de Lutero. Para Bartolomé de las Casas, Alemania e Inglaterra sucumbieron a las mentiras de Lutero, al dejar la fe católica. Esas naciones, de acuerdo con el primer obispo de Chiapas, fueron cristianas y quedaron salpicadas de herejías pestíferas y perniciosos errores y sola España [y sus posesiones en el Nuevo Mundo] está sin mácula. Por otra parte, en 1535 el mismo fray Bartolomé solicitó al emperador Carlos V que no permitiera la llegada de alemanes al Nuevo Mundo, ya que sólo destruyen y roban y matan. Para él eran herejes paridos por aquella fiera bestia de Lutero (citas tomadas de Alicia Mayer, en Lutero en el paraíso. La Nueva España en el espejo del reformador alemán, Fondo de Cultura Económica-UNAM, México, 2008, p. 114; Lutero y Alemania en la conciencia novohispana, p. 206).

La corona española, y sus enviados al Nuevo Mundo, vieron en el sometimiento de las culturas indígenas un acto providencial. Conceptualizaron la conquista como una restitución divina por las pérdidas ocasionadas a la cristiandad por la herética pravedad luterana en Europa. De ahí procede la imagen de los 12 apóstoles franciscanos que a partir de 1524, y encabezados por Martín de Valencia, se dan a la tarea de evangelizar a los naturales como el antídoto perfecto contra el hereje que removía los cimientos del catolicismo europeo. Una frase lo sintetizaba todo: La capa de Cristo que un Martín [Lutero] hereje rasgaba, otro Martín [de Valencia], católico y santo remendaba.

En las últimas dós décadas se ha consolidado en la historiografía española una vertiente de investigación que ha resultado muy fructífera, la de reconstruir las disidencias religiosas de perfil protestante que tuvieron lugar en territorio hispano en el siglo XVI, y con ello han reconfigurado el panorama religioso español de la mencionada centuria.

Hay antecedentes reformadores en España hacia el último tercio del siglo XV, con los llamados herejes de Durango, en particular con Pedro de Osma, catedrático de teología en la Universidad de Salamanca. A Osma lo consideró Marcelino Menéndez y Pelayo el primer protestante español [y] una voz perdida de los wiclefitas y hussitas [movimientos del siglo XIV y XV, respectivamente]. José Moreno agrega que sus tesis protoprotestantes fueron condenadas en 1479. (José Moreno Berrocal, La primera Reforma en España, en La Reforma ayer y hoy, Publicaciones Andamio, Barcelona, 2012, p. 16.) Las ideas de Osma tendrían resonancia en el movimiento de los alumbrados de comienzos del siglo XVI. Entre ellos sobresale el grupo de los conocidos como dejados, antecesores de la Reforma española.

Pedro Ruiz de Alcaraz, uno de los alumbrados en los comienzos del siglo XVI, tuvo entre sus discípulos a Juan de Valdés, con quien inició contactos en 1523. Tres años más tarde Valdés se asienta en Alcalá, donde recibe apoyo del círculo erasmista de la Universidad Complutense, menciona Moreno Berrocal. En 1529 publica Diálogo de doctrina cristiana, en el cual incluye la traducción del Sermón del Monte. Realiza ésta del griego y no de la Vulgata latina (traducción de la Biblia al latín realizada por san Jerónimo a finales del siglo IV). La base textual utilizada para su labor de traductor fue el Novum Instrumentum (Nuevo Testamento) en la edición de 1527, volumen que editó Erasmo de Roterdam por primera vez en 1516. De tal manera que, cita José Moreno, Juan de Valdés fue el primer español en aprovecharse del avivamiento del griego.

Juan de Valdés publicó Diálogo de doctrina cristiana en 1529. Al ser publicada la obra contó con el visto bueno de los censores. Fue más tarde, en 1531, cuando su autor fue sospechoso de herejía y decidió salir de España hacia Italia. La cercanía del Diálogo con postulados de Lutero pareciera que descansa en el conocimiento que tenía de Valdés de algunos escritos del reformador español.

En una cuidadosa investigación (Juan de Valdés traductor de los escritos de Lutero en el Diálogo de doctrina cristiana) Carlos Gilly documenta que las ideas de Lutero están en el Diálogo como palimpsesto, es decir las propuestas del teólogo germano están detrás y no son evidentes a lectores poco avezados. Gilly observa que el editor español no podía sospechar que en realidad había impreso una traducción de los escritos de Lutero. La presencia pronunciada de Erasmo [en el libro] simplemente había sido un pretexto del autor para desviar a las autoridades de la censura de las fuentes verdaderas del libro. Tal vez más que una traducción, lo que hizo Juan de Valdés fue una adaptación más o menos libre de varios escritos del teólogo germano. Gilly estima que también echó mano de Ecolampadio y Felipe Melanchthon, el primero fue reformador protestante en Basilea y el segundo el más cercano colaborador de Martín Lutero en Wittenberg. Una obra central para conocer al personaje es la de José C. Nieto, Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia, Fondo de Cultura Económica, México, 1979.

En la clandestinidad surgieron núcleos protestantes en distintas partes del territorio español, los más destacados en Valladolid y Sevilla. Fueron descubiertos y perseguidos con saña por la Inquisición. En otra oportunidad referiré pormenores de la represión.