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Quisimos ser maestros para educar y enseñar a luchar

Egresados de la normal rural son ahora estudiantes de excelencia de la Ibero
 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de septiembre de 2017, p. 14

Originarios de la Montaña Alta de Guerrero y egresados de la generación 2015 de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa –a la que también pertenecen los 43 estudiantes normalistas desaparecidos desde 2014–, Luis Ángel y Aquilino son hoy alumnos destacados de una de las universidades privadas de mayor demanda en el país, donde cursan estudios de sicología y sociología.

En entrevista con La Jornada, Aquilino Florencio, normalista rural y hablante de náhuatl, asegura que asistir a la Universidad Iberoamericana (Uia) ha sido una experiencia muy enriquecedora, porque venimos de una normal rural donde se nos tacha de vándalos y rateros, pero estamos demostrando que no es así. Podemos llegar a las mejores universidades del país si nos dan la oportunidad.

Junto a él, Luis Ángel y Onésimo Navarrete, originarios del municipio de Cualác (Lugar de Agua Buena, en náhuatl), donde existe, aseguran, una de las policías comunitarias y ciudadanas mejor organizadas del país, también se siente satisfecho de lograr una meta que, para quienes vienen del campo, es como subir una montaña, el lograr tener una licenciatura.

Sin embargo, Aquilino y Luis Ángel explican que su primera y más importante elección ha sido la docencia. Quisimos ser maestros no sólo para que los niños aprendan a leer y escribir, sino para ayudar a la comunidad y enseñarla a luchar. Eso fue lo que aprendimos en Ayotzinapa, aseguran.

Los tres reconocen los desafíos académicos que enfrentan en una de las instituciones de educación superior privadas de mayor exigencia, pues destacan que en Guerrero estamos muy mal en cuestión académica. No siempre hay escuelas, no tenemos bibliotecas actualizadas ni espacios donde convivir con los profesores y la comunidad. En muchos lugares ni siquiera hay señal de teléfono celular.

Pese a ello, afirman, lograron concluir su educación básica y media superior, gracias al apoyo de sus familias, pues al ser muchos hijos sabes que no todos van a poder estudiar, porque unos tienen que trabajar para que otros vayan a la escuela. Y nuestros padres hacen un esfuerzo enorme, porque alguno de nosotros no tenga como único destino el trabajo en el campo.

En contraste, narran, cuando llegaron a la Uia gracias al programa Si quieres, puedes, que les permite estudiar con una beca si se mantienen como alumnos de excelencia, conocimos a personas que prácticamente lo han tenido todo, pero que desconocen que afuera hay otro mundo, el nuestro, donde trabajamos para comer.

Onésimo Navarrete, quien cursa estudios de sicología y no es egresado de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, destaca que ha sido una experiencia muy bonita, aunque a veces muy difícil, porque llega la maestra y dice, ustedes ya vieron esto o lo otro, pero en mi caso no es así. Además, tenemos compañeros que se interesan por saber de dónde venimos, y cuando les decimos que del campo, te pregunta y ¿eso cómo es?, porque no saben ni de dónde viene la leche o el maíz.

Luis Ángel y Aquilino recuerdan que como estudiantes normalistas nos ha tocado vivir los dos grandes movimientos de Ayotzinapa. En el año 2011, cuando perdimos a nuestros compañeros Jorge Alexis y Gabriel, y luego la desaparición de nuestros 43 compañeros. Son hechos que nunca vamos a olvidar y por los que no vamos a quedarnos callados.