Opinión
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42 Festival de Toronto

El rostro oculto
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Glen Close en la alfombra roja de The Wife, en el Festival de Cine de TorontoFoto Ap
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oronto. Una tendencia muy marcada en este festival ha sido el cine estadunidense que acude a la nota periodística como fuente de inspiración. No importa que el asunto sea de hace décadas, se acude al recuerdo de los memoriosos para evocar escándalos pasados.

Así, se estrenó aquí la película Chappaquidick, del neoyorquino John Curran, que como podrá deducirse del título, trata sobre el incidente trágico que, en 1969, hundió las aspiraciones presidenciales de Edward Kennedy, el último sobreviviente varón del famoso clan.

Curran recrea los incidentes de esa fatídica noche en la isla de Chappaquidick, en que Ted (el australiano Jason Clarke, muy bien caracterizado) sufre un accidente automovilístico en un angosto puente, donde muere ahogada la secretaria Mary Jo Kopechne (Kate Mara). Lo grave no fue tanto eso, sino que el senador abandonó la escena y no reportó el incidente hasta horas después, después de haber acudido a sus asesores.

Lo más válido de la película es la descripción de cómo entran en acción los spin doctors de Washington para tratar de salvar la campaña y la reputación de Kennedy. Pero es inútil. Según esto, Ted no era más que un cobarde y un tonto, siempre acomplejado por sus hermanos y por las exigencias de su padre Joseph (Bruce Dern). No recuerdo otro caso cinematográfico en que se embarre de manera tan enfática a un miembro de la famosa familia.

Otro ejemplo en que se sacan los trapitos al sol de los famosos es el documental Scotty and the Secret History of Hollywood, de Matt Tyrnauer, centrado en el hoy nonagenario Scotty Bowers, quien puede describirse como el chichifo y alcahuete de las estrellas, pues, a partir de la posguerra se dedicó a procurarle placeres sexuales, entonces prohibidos, a diversas celebridades hollywoodenses. El documental está basado en el libro confesional de Bowers, Full Service, en el cual se dedicó a sacar del clóset a actores como Cary Grant, Katharine Hepburn, Charles Laughton, Randolph Scott y Spencer Tracy, entre varios otros.

Lástima que el documental está editado con las patas y carece de estructura alguna. A pesar de su avanzada edad, Bowers es un hombre animoso que vive en casas convertidas en chiqueros, de tanta basura acumulada. Con reveladora inconciencia, él narra que fue abusado sexualmente por un vecino y después a manos de veintenas de sacerdotes; sin embargo, afirma que disfrutó la experiencia. Lo único que lo conmueve es el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial y haber perdido a su hermano en Iwo Jima.

Si un valor tiene el desordenado documental es el de testimoniar qué tan reprimida estaba la homosexualidad en el Hollywood clásico, donde galanes como Rock Hudson tenían que fingir romances heterosexuales para no arruinar sus carreras. Y cómo los gays eran perseguidos por el llamado escuadrón del vicio y chantajeados por pasquines como Confidential. Pero para Scotty, todo eso es nostalgia.

Twitter: @walyder