Cultura
Ver día anteriorJueves 21 de septiembre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El fotógrafo estadunidense Nicholas Nixon presenta magna retrospectiva en la Fundación Mapfre

Poeta de la luz lleva su mirada a Madrid
Foto
Plant City, Florida, 1982, copia en gelatina de plata, contacto 19.4 x 24.1 centímetros, obra incluida en la exposición madrileña del fotógrafo estadunidense, que concluirá el 7 de enero de 2018Foto ©Nicholas Nixon/ cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 21 de septiembre de 2017, p. 2

Madrid.

El fotógrafo Nicholas Nixon es un poeta de la luz, quien mediante un lenguaje contundente y desnudo capta la melancolía del paso del tiempo, la crudeza de la vejez, los pliegues geométricos de las grandes ciudades, la sombra perenne de la enfermedad o el brillo incandescente de la niñez y la adolescencia.

Esa mirada se puede apreciar en la retrospectiva más amplia y completa que hasta ahora se ha montado, la cual se presenta en la Fundación Mapfre, en Madrid.

La exposición reúne más de 200 imágenes que explican por qué Nixon es un clásico vivo de la fotografía y un artista que, como él mismo admitió, se sigue emocionando con el insondable universo de ese arte.

Nicholas Nixon nació en Detroit, Michigan, en 1947, y aunque desde muy joven le interesó el mundo de la fotografía estudió literatura, su otra gran pasión, en la universidad de su región.

El artista reconoce que antes de poder identificar influencias de otros fotógrafos en su obra se podría decir que se percibe la presencia de pintores y sobre todo de escritores.

Cartier-Bresson le cambió la vida

Cuando Nicholas Nixon cursaba la licenciatura ocurrió un hecho que de alguna forma le cambió la vida: conoció el trabajo de Henri Cartier-Bresson, que lo llevó a estudiar un pequeño curso de fotografía donde escuchó por primera vez palabras como Leica, cámaras de gran formato, ángulos o composición.

Al salir de su segunda clase decidió gastarse todos sus ahorros en una Leica de 35 milímetros, que se convirtió en la cámara con la que hizo sus primeras fotografías, en los años 60 del siglo pasado y en las que, como otros fotógrafos de la época, intentó reflejar los espacios intermedios entre las ciudades y el paisaje. Y las hizo en Alburquerque, Nuevo México.

Las primeras ocho fotografías que abren la retrospectiva montada en la Fundación Mapfre son esas instantáneas, cuando ni siquiera sospechaba que se convertiría en uno de los grandes fotógrafos del siglo XX.

A partir de esas imágenes, en las que se sumerge en la soledad de paisaje, empieza a articular un lenguaje propio en el que siempre ha utilizado una técnica sencilla –hoy se diría que obsoleta– y en el que la luz es un vector crucial. Además de que hurga en las historias para trazar un relato auténtico y sincero, como cuando trabajó durante varios meses en un asilo de ancianos y descubrió, tiempo después, que ahí podría hacer retratos, quizá algunos de sus perfiles más impresionantes. O cuando decidió, en los años 90 del siglo pasado, cuando el sida era un estigma y quienes lo padecían, además del escarnio social se enfrentaban irremediablemente a una muerte rápida, dolorosa y dramática, Nixon decidió unirse a un grupo de intelectuales para contar otra versión de esa pandemia. La finalidad era relatar con fotografías sobrecogedoras que los enfermos de Sisa son personas normales, que sus vidas son tan comunes como las del resto y que sus familiares y seres queridos vivían un calvario de dolor y sufrimiento con la lenta e implacable decrepitud.

En la presentación de la retrospectiva a la prensa, Nixon explicó: “Siempre que veo algo tremendamente poderoso en las personas –su porte, su sonrisa, sus caricias–, se establece una especie de contrato. Es como una seducción: les facilito que muestren tanto de sí mismas como quieran. Y la idea de que se puede crear una forma bella y sorprendente en cualquier lugar a partir del mundo real fue absolutamente deslumbrante”.

El artista también desarrolló un lenguaje único para relatar la biografía íntima de las grandes ciudades, sobre todo de Boston y Nueva York –donde reside–, en las que se muestra la complejidad geométrica, la evolución de las siluetas de las calles y sus laberínticas intersecciones que absorben con naturalidad su ritmo frenético de vida.

Quizá el trabajo más conocido y, al mismo tiempo, el más importante de Nicholas Nixon sea la serie de retratos Las hermanas Brown, que comenzó en 1975 después de una reunión familiar y que se ha convertido en una de las piezas más importantes con el paso del tiempo.

En las imágenes se ve a su esposa, Bebe, y a sus tres hermanas, Heather, Mimi y Laurie, situadas siempre en el mismo lugar y que cada año fotografía hasta la fecha.

En la exposición se puede ver las que tomó hace sólo mes y medio y que reflejan en su conjunto la transformación de las cuatro protagonistas en los pasados 43 años.

La muestra Nicholas Nixon, en la sala Fundación Mapfre Bárbara de Braganza, concluirá el 8 de enero.