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El Museo Zitz fue diseñado por el británico Thomas Heatherwick

Nace meca del arte africano moderno en Ciudad del Cabo
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Un silo centenario, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, aloja el primer museo de arte africano contemporáneo. En la imagen, una obra del sudafricano Kendell Geers, se exhibe en el recinto que hoy se abre al públicoFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Viernes 22 de septiembre de 2017, p. 4

Ciudad del Cabo.

Cuarenta y dos enormes tubos de hormigón trepan hacia el cielo. ¿Cómo convertirlos en un museo? Eso consiguió el arquitecto británico Thomas Heatherwick en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde tranformó un histórico silo de cereales en el primer museo de arte africano moderno.

Hoy abre sus puertas el Museo Zeitz de Arte Contemporáneo Africano. Uno de los artífices de ese megaproyecto, cuya finalidad es estar a la altura del Tate de Londres o el Guggenheim de Bilbao, es el ex jefe del fabricante de artículos de deportes Puma Jochen Zeitz, quien donó al centro su colección de arte.

Se espera que unas 24 mil personas acudan en el primer fin de semana al museo, coincidiendo con la celebración en Sudáfrica del día de su herencia cultural. Y la cifra puede ser realista, pues el recinto se ubica en el complejo del centro comercial y zona de esparcimiento V&A Waterfront, que da al Atlántico y que anualmente atrae a 24 millones de visitantes. Es el destino turístico más visitado de África, más incluso que las pirámides de Egipto.

Tan sólo la entrada en el Museo Zeitz quita el aliento. El núcleo del edificio es un atrio de 27 metros de alto y con aires catedralicios, cuyo techo de cristal es a la vez una terraza en la azotea. El museo necesitaba una parte central, explica Heatherwick, quien alcanzó notoriedad con el Rolling Bridge, el puente-pasarela que se enrolla de Londres.

Heatherwick describe la transformación de este silo casi centenario, donde se almacenaba el maíz destinado a la exportación, como uno de los mayores desafíos de su carrera. Como entre los grandes cilindros de cemento no había espacio libre, él y su equipo tuvieron que, literalmente, vaciarlos. Había tanta grava y polvo como en una zona de guerra, dijo Heatherwick.

Había muchos excrementos de pájaro, añade sonriendo. En el suelo encontró el arquitecto dos mazorcas de maíz secas, escaneó una y la usó como patrón para los contornos del sencillo atrio construido en hormigón y acero.

Asimismo, ha conseguido de forma audaz preservar algunos restos del histórico silo e integrarlos en la nueva y moderna estructura. Ante la entrada del museo se pueden ver todavía las vías del tren, que se empleaban para hacer llegar el cereal hasta el puerto. Quisimos que el alma del silo se preservase, dijo Heatherwick.

Obras de William Kentridge

La transformación radical del silo en el Museo Zeitz costó unos 32 millones de euros (más de 38 millones de dólares) y de las nueve plantas que consta el edificio, siete son de acceso al público.

Los visitantes pueden llegar en dos ascensores cilíndricos de cristal que van hasta la planta superior desde el atrio o por una escalera circular con vistas impresionantes sobre la entrada.

El museo albergará una colección permanente, pero también acogerá muestras temporales y toda una planta estará dedicada a la formación artística. Además, contará con un café y una terraza en la azotea y un hotel boutique. Zeitz ha programado además una partida para nuevas adquisiciones.

Para el empresario y coleccionista de 54 años se trata de mostrar lo que tienen que decir los artistas africanos del siglo XXI.

Queremos contribuir a definir el diálogo social, político, cultural y sostenible contemporáneo. Las obras deben tener un mensaje claro, importante, que conmueva a las personas, sean jóvenes o viejos, dijo Zeitz. De África, para África es el lema del museo, pues el mercado de arte africano ha estado durante demasiado tiempo definido por las élites occidentales.

Artistas de todas las regiones de África, así como de la diáspora estarán representados en el recinto. A muchos Zeitz les ha comprado colecciones completas. Se trata de un gesto político. Queremos dejar un legado, explicó el curador en jefe Mark Coetzee, quien encabeza un equipo de 35 comisarios.

Queremos permitir a artistas africanos que escriban su propia historia, adelantó Coetzee.

En la inauguración se verán obras de William Kentridge, uno de los artistas africanos contemporáneos más famosos, quien el año pasado recibió el Premio Princesa de Asturias y en noviembre abrirá una gran exposición en el Reina Sofía de Madrid. También se podrán ver trabajos de jóvenes talentos, como Kudzanai Chiurai, de Zimbabwe; El Loko, de Togo; Mouna Karray, de Túnez, y Nandipha Mntambo, de Suazilandia.

Hasta la fecha, la sensibilidad por el arte africano venía sobre todo de parte de críticos europeos y estadunidenses, así como de coleccionistas, afirmó Mntambo, cuyas obras se han exhibido en Nueva York, París, Fráncfort, Barcelona, Sydney y Tel Aviv.

La inauguración del Museo Zeitz contribuirá a dar autonomía a los artistas del continente negro, dijo Nandipha Mntambo, de 35 años. Poco a poco, pero a paso firme, va a cambiar el discurso.