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El nuevo sismo del 19 de septiembre
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las 13:14:40 horas del 19 de septiembre de 2017 ocurrió un terremoto de 7.1 grados de magnitud, cuyo epicentro estuvo a 12 kilómetros de Axochiapan, Morelos; en los límites entre Morelos y Puebla y a 120 kilómetros de la Ciudad de México. El epicentro es el lugar en línea recta hacia la superficie de la Tierra donde se genera el temblor que se llama foco del temblor, y en este caso tuvo una profundidad de 57 kilómetros.

La primera pregunta que nos hacemos todos es por qué se sintió tan fuerte este temblor, si el terremoto de 1985 fue de magnitud 8.1 y el sismo del 7 de septiembre que azotó a Chiapas y Oaxaca fue de magnitud 8.2, el temblor más fuerte ocurrido en México en los últimos 100 años.

Y la razón, es que este temblor estuvo muy cerca del centro del país, a 120 kilómetros, mientras que el del 19 de septiembre de 1985 estaba a 370 kilómetros de la Ciudad de México (55 segundos para la alarma sísmica) y del 7 de septiembre, estaba a 732 kilómetros de la Ciudad de México (1 minuto 49 segundos). Así, conforme nos alejamos del lugar donde ocurre un temblor se sentirá menos y sus efectos serán menores, pero eso no tiene que ver con la magnitud del sismo que mide la cantidad de energía liberada en una escala logarítmica; el del 19 de septiembre de 1985, de magnitud 8.1 fue aproximadamente 32 veces más fuerte, que el del 19 de septiembre de 2017, de magnitud 7.1.

Lo que resulta muy importante es la cantidad de personas y viviendas que están cerca del lugar donde se produce el temblor.

Los temblores se producen por la acomodación de las enormes placas que forman la corteza terrestre, en total 12 enormes placas que se mueven constantemente, sobre todo debido al nacimiento de nuevas montañas. Éstas son como las piezas de un enorme rompecabezas de miles de kilómetros cuadrados, con la particularidad de que tienen un grosor de alrededor de 100 kilómetros y además no embonan muy bien, sino que se meten unas debajo de otras, fenómeno que los sismólogos denominan subducción.

Pese a lo anterior, en el temblor del 19 de septiembre de 2017, al parecer hubo un desprendimiento intraplaca, es decir, se cayó una parte de la placa de Cocos y, al parecer, no se debió a la fricción entre las placas de Cocos y Norteamericana.

En el caso de México, la placa de Cocos, que está en la costa sur del Pacífico (desde Guadalajara hasta Chiapas), pasa por debajo de otra gran placa que se denomina de Norteamérica, y la fricción y rompimiento de las placas es lo que produce los enormes sismos que padece nuestro país. Y en todo el planeta existe una región que se conoce como el cinturón de fuego del Pacífico donde constantemente ocurren temblores.

Las ondas que producen los temblores viajan a una velocidad aproximada de 24 mil kilómetros por hora (Km/hr) como los cohetes, mientras que las ondas de luz, como la radio y la televisión, viajan a mil ochenta millones (1,080,000,000) km/hr (no la podemos imaginar). Pero esta diferencia es lo que hace que la alarma sísmica nos de unos valiosísimos segundos para salir de nuestras casas y ponernos en un lugar seguro cuando ocurre un temblor.

Cuando se produjo el temblor del 19 de septiembre de 2017, la onda sísmica tardó 18 segundos en llegar a la Ciudad de México desde el epicentro, pero la estación sísmica más cercana únicamente tardaría un par de segundos en llegar a la capital. Así que en teoría tendríamos aproximadamente 15 segundos desde que sonó la alarma sísmica para desalojar nuestras viviendas y centros de trabajo.

Un gran problema con los sismos en el caso de los edificios es que aquellos que tienen de 2 a 12 pisos son los más peligrosos para la construcción en zonas sísmicas de suelo blando en la capital, dado que entran en resonancia y es más fácil que se caigan, ya que los efectos de las ondas sísmicas se amplifican y duran más.

Hoy la solidaridad ciudadana ha sido ejemplar. Rescatar a cualquier persona que pueda estar viva debe ser una prioridad del gobierno y de todos los ciudadanos, y no que nos reclamen por distintos medios que se quieren meter las máquinas.

Es necesario tener el dinero para reconstruir todas las viviendas afectadas en México y hacerlo de inmediato. Y para ello, junto con millones se ha propuesto que el dinero de las campañas de los partidos para las elecciones de 2018 se destine en su totalidad a construir las viviendas, así como que los bancos y grandes empresarios (Coparmex) destinen 10 por ciento de sus ganancias de manera directa a las viviendas afectadas. Y también otorgar recursos a todos aquellos que se quedaron sin el sostén de la familia. Hacerlo nos hará más grandes.

Es relevante llamar a la prevención y ésta supone que ante un nuevo sismo todos salgan a un lugar donde no les afecte la destrucción de su estancia; en la mayoría de los casos, un lugar abierto donde no se les pueda caer nada encima, así como permanecer en el triángulo de protección.

Y también recordar a los grandes medios de comunicación que México abarca un poco más de la Ciudad de México, pueblos pequeños de Morelos como San Pablo Hidalgo, Ticumán, Tepalcingo y Yecapixtla, por mencionar sólo algunos que están abandonados y necesitan ayuda de todos los mexicanos. Es deseable que los medios nacionales no dejen de lado al resto del país y que abandonen su visión centralista de México.

Un abrazo muy grande a todos los afectados por el terremoto.

*Instituto de Energías Renovables, UNAM, Campus Morelos