Opinión
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Paréntesis obligado: dies irae dies illa
¡N

ada más doloroso que perder un hijo, una madre, un padre, una hermana, un hermano, un familiar, un vecino, un amigo! ¡Nada! El sufrimiento y la penalidad derivada de cualquier otra pena no son comparables. Incluso experimentar el derrumbe de la propia vivienda. O verificar la urgencia de un desalojo permanente o temporal. Por eso la generosidad de los rescatistas voluntarios para recuperar personas con vida nunca la podremos reconocer y agradecer en su entera valía. ¡Nunca!

Y, sin embargo, es preciso mencionar no sólo la enorme desorganización sino el cinismo al que se llegó en estos días para tratar los daños de la ciudad. Transcribo una versión: Miren, no sé decirles cómo se organizará el proceso de atención a viviendas dañadas. Se vive una disputa por el control del proceso. Por un lado el gobierno delegacional. Por otro el gobierno central. Finalmente y por otro, los representantes vecinales. Y no tarda el gobierno federal. Y es que en este caso –confesó uno de esos representantes vecinales– nosotros debemos coordinar, somos los representantes oficiales reconocidos por el Instituto Electoral de la Ciudad de México. Y mientras, nuestro edificio de la colonia Roma –a unos metros de Álvaro Obregón– fue señalado por una brigada técnica temprana –a quien mucho agradecemos su presencia oportuna– como candidato a inmediato desalojo. “No porque se vaya a caer, sino porque –aseguró un ingeniero civil especialista en estructuras y en ingeniería sísmica– la estructura trabajó, se agotó la resistencia lateral de los muros, y sólo resta la que aportan las columnas, algunas de las cuales acusan daños, con acero expuesto y estribos con separaciones que exigen revisión cuidadosa”. De ahí la recomendación de desalojar este edificio de siete pisos, caracterizado por un sistema de marcos de concreto con algunos muros de cortante. E iniciar a la brevedad una inspección más acuciosa. Levantamiento geométrico y topográfico y revisión estructural. Para definir un proyecto de reparación.

Hemos buscado que esta recomendación sea avalada oficialmente. Los días han pasado. No hemos tenido éxito. El segundo día llegó una brigada de inspección que luego de su análisis ratificó el dictamen de la brigada técnica temprana. Aseguró que subirían en tiempo real los daños, directamente a la base de datos de Patricia Mercado y del jefe de Gobierno. Era la estrategia para hacer el inventario oficial y preparar el programa de reconstrucción.

El mismo día, unas horas después, se presentó otra brigada técnica de inspección rápida –la tercera– compuesta por miembros de una constructora que también recomendó no habitar el edificio. Nos permitió tomar una foto de las hojas de un reporte aún incompleto. Solicitó estar atentos en Protección Civil para tener un comprobante oficial de daños. Un día después llegó la cuarta inspección rápida. Brigadistas del Colegio de Arquitectos de México. Amablemente volvieron a analizar el edificio. También recomendaron no habitarlo y hacer una inspección más detallada para atender las posibles fallas estructurales.

Aún no logramos copia de la oficialmente llamada Forma de inspección postsísmica, evaluación rápida, con información sobre la presencia de grietas, hundimientos, daños en instalaciones eléctricas, hídricas, de gas y deslizamientos. Sin embargo, telefónicamente nos comentaron que un día de estos aparecerá publicado en su página oficial una caracterización del daño de las viviendas analizadas por este Colegio de Arquitectos. Ahí deberá aparecer nuestro caso.

Día tras día hemos buscado –sin éxito– el llamado folio de revisión con un enlace de Protección Civil. Incluso hemos ido varias veces a la delegación para reportar nuevamente el edificio. Asimismo a la oficina de Protección Civil en la calle de Abraham González 67 donde amablemente nos atendieron en la puerta de la calle y pidieron esperar a que nos llamaran para ver si nuestro edificio ya estaba reportado. Diariamente hacemos las consultas del caso. Sin éxito. También hemos acudido a las ventanillas múltiples de la delegación en la Plaza Río de Janeiro.

Nos aseguraron que necesitábamos dar de alta nuestro edificio en la página salvatucasa –lo hicimos hace cuatro días– y esperar que por instrucciones de Seduvi un director Responsable de Obra (DRO) fuera a inspeccionar el edificio para tener un reporte oficial de daños. No omito contar que han ido otras brigadas de inspección. Unas enviadas por vecinos que solicitan permitir el análisis para asegurar que nuestro edificio no aplastará al de ellos. Otra enviada por una aseguradora que respalda la hipoteca de uno de nuestros vecinos. Algunas otras más que amistosamente aceptan emitir su opinión a solicitud de algún conocido o familiar.

Tampoco omito señalar que hemos ido a la oficina de licencias de construcción de la delegación y al Registro Público de la Propiedad para tener acceso a una copia de los planos aprobados para una construcción realizada en el año de 1975. Nos recomiendan esperar que abra la llamada ventanilla única para reportar toda nuestra situación.

En nada de esto último hemos tenido éxito. Apenas hace un par de días logramos una fotografía de la forma de inspección postsísimica realizada por los técnicos del Colegio de Arquitectos, gracias a que de este prestigiado Colegio regresaron a completar la inspección inicial. Pero oficialmente no tenemos ningún comprobante que permita sustentar solicitudes de apoyo o permisos de rehabilitación. Mientras, con la cooperación de la mayoría de los vecinos (¡nunca falta una voz discordante!) hemos solicitado a una compañía de ingeniería de prestigio los estudios sugeridos por la brigada temprana: 1) análisis geométrico; 2) análisis topográfico; 3) análisis por carga gravitacional; 4) análisis por acciones accidentales (sismo y otras). Incluirá –de la mayor importancia– un análisis que considere el sismo máximo probable esperado, de acuerdo con la reglamentación actual. Y, en medio de una inseguridad creciente en la Roma, compartimos una gran esperanza con vecinos y pobladores. Y con ellos buscaremos financiamiento para un proceso de rehabilitación de viviendas y edificios que son –sin duda– patrimonio de nuestros hijos en la doliente pero amada colonia Roma. De veras.