Opinión
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México SA

Doble jaloneo presupuestal

Reconstrucción en el aire

Meade: ni un paso atrás

A

l tradicional jaloneo presupuestal que se registra año tras año (una suerte de cobija que, como la piel de zapa, se encoje en cada ejercicio fiscal) ahora se suma otro lamentable espectáculo: el de la reconstrucción y los inexistentes dineros que, mágicamente, se destinarían a tal fin, en un ambiente en el que nadie está dispuesto a sacrificar un solo centavo, pero sí a explotar al máximo la desgracia de millones de mexicanos, sobre todo en estos tiempos electorales.

Tras el terremoto del 7 de septiembre, la Secretaría de Hacienda y la Cámara de Diputados (la única instancia del Congreso que puede meterle la mano al presupuesto de egresos de la Federación) debieron actuar de inmediato para encontrar una ruta alterna que permitiera contar con recursos suficientes e inmediatos para atender la emergencia en Oaxaca, Chiapas y la Ciudad de México (sin olvidar los destrozos provocados por Katia en Veracruz y Lidia en Baja California Sur) y, consecuentemente, dejar el discurso atrás e iniciar la reconstrucción de las zonas devastadas. Pero no movieron un dedo, como es costumbre.

Casi dos semanas después se registró otro terremoto, el del 19 de septiembre, que dañó aún más a la Ciudad de México y también a Morelos, Puebla, estado de México y Guerrero, con Oaxaca y Chiapas en el inventario. En Hacienda y San Lázaro tampoco movieron un dedo, pero eso sí todos presumieron presupuestos inexistentes –pura saliva– que se canalizarían a la reconstrucción de tal o cual zona, a la reparación de estos y aquellos daños, a la atención de una u otra población damnificada. Sin embargo, tras la exigencia ciudadana de que se detalle de dónde saldrían esos dineros, la única constante fue la contradicción por la simple razón de que no tienen la mínima idea de dónde brotará el recurso.

Entonces, superada la etapa crítica de los terremotos, al gobierno y sus compinches de la clase política el engrudo se les hace bolas, porque de acuerdo con los especialista el margen de maniobra presupuestal es cada vez más limitado y mayores las urgencias, y, por lo mismo, los ajustes y/o reasignaciones suelen basarse en ramplonas fórmulas mágicas –simples trucos contables– que a la postre resultan irremediablemente fallidas, por la simple razón de que en los hechos los dineros no se estiran y menos los que no existen.

Se estima que más de 92 por ciento del presupuesto de egresos de la Federación ya tiene destino y es inamovible. Ejemplo de ello son los intocables 664 mil millones de pesos que el gobierno federal pagará en 2018 por concepto de intereses de la deuda pública, o el billón cien mil millones de nómina burocrática. En cambio, como es tradicional, de forma inmisericorde recortarán los presupuestos de educación, salud, desarrollo social, ciencia y tecnología, cultura y áreas conexas.

Pero, también como cada año, a los partidos políticos representados en San Lázaro les vale si hay o no recursos, porque cada uno jala para su esquina la cada vez más pequeña cobija, siempre con el pretexto baladí de que lo hacen para cuidar los intereses de nuestros representados. Y en esta carroñera práctica ahora descaradamente utilizan a los damnificados y a la reconstrucción para intentar aumentar sus respectivas tajadas.

Como es tradicional los diputados jugarán con el precio de la mezcla mexicana de exportación (la suben o la bajan a discreción) y el tipo de cambio (al final de cuentas ambas variables tomarán el rumbo que marquen afuera); pellizcarán –artificialmente, también– una que otra partida y así por el estilo para ajustar el presupuesto, atender sus urgencias electorales y decir cumplimos… aunque al final de cuentas –salvo el ungüento electoral– sea tan falso como el presumido ajuste presupuestal.

Y en ese ambiente el titular de la Secretaría de Hacienda, José Antonio Meade, ayer compareció en San Lázaro, donde notificó a los diputados lo que debió anunciar casi un mes atrás: se harán ajustes al proyecto de presupuesto de egresos de la Federación 2018, porque el entorno ha cambiado y se deberá hacer frente a las necesidades económicas derivadas de los terremotos de septiembre y emprender la reconstrucción. Nos tocará juntos ayudar a recuperar la esperanza y dar certeza a los mexicanos afectados por los desastres naturales. Estas modificaciones se han hecho en ocasiones previas ante otros desastres, pero será respetando las políticas fiscales, pues hacerlo de manera distinta abonaría calamidades financieras a las naturales (La Jornada, Roberto Garduño y Enrique Méndez).

Por cierto, qué bonita la frase utilizada por Meade, quien aventó la papa caliente de la reconstrucción a la iniciativa privada: hacerlo de manera distinta abonaría calamidades financieras a las naturales, ergo, la política económica no se modificará un milímetro, con desgracia o sin ella, con reconstrucción, damnificados y lo que se cumule, con todo y que el funcionario motivó la lágrima cuando dijo que ante los embates de la naturaleza, que han causado graves daños, miles de mexicanos esperan rehacer su vida, y que todos los días despiertan con la esperanza pero sin la certeza de lo que traerá el día de mañana; más allá de números hay rostros y vidas que esperan alivio. Y como no se moverán un milímetro, pues que esperen.

En la supuesta comparecencia, rollo y más rollo de ambas partes. Pero se registró una perla de José Antonio Meade –marca Páramo (o al revés)– que confirma la fascinación que le provocan las migajas: En la última década nuestra economía ha logrado crecer 22 por ciento. ¡Felicidades!, pero ¿de dónde sale el dato? Bueno, en ese periodo el promedio anual de crecimiento es de 2.2 por ciento, aunque el titular de Hacienda debió recordar que antes del neoliberalismo a la mexicana, en una década la economía nacional crecía entre 60 y 70 por ciento, pues su promedio anual era de entre 6 y 7 por ciento, algo nunca más visto. Pero él es feliz con las moronas.

En fin, veremos el deprimente espectáculo en San Lázaro, donde las empresas políticas allí representadas harán lo inimaginable para sacar doble raja: la tradicional y la que pelearán hasta los machetazos en beneficio de la reconstrucción y los damnificados.

Las rebanadas del pastel:

Y mientras la mafia encabezada por Felipe Calderón, disfrazado de Margarita Zavala, se va (la corren) del Partido Acción Nacional por la simple razón de que no pudo con la mafia de enfrente, el tipo de cambio le vuelve a agarrar gusto a la escalera: ayer cerró en 18.75 pesitos por billete verde en ventanilla bancaria.