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Una megaurbe caótica y sísmica
E

l 28 de mayo de 2013, el presidente Peña Nieto anunció el programa más completo para prevenir los desastres naturales y los daños que ocasionan. Está a cargo de la Secretaría de Gobernación. Lo hizo durante la instalación del Consejo Nacional de Protección Civil. En esa ocasión lo acompañaron su gobinete, los gobernadores, representantes de los poderes Legislativo y Judicial y de la sociedad. Además de la creación y operación del Sistema Nacional de Alertas en toda la República por medio de la estrategia México Seguro ante desastres naturales, incluye una campaña de cultura sobre el tema y actualizar el Atlas nacional de riesgo.

Al citado programa lo barrieron poco antes de las fiestas patrias de ese año dos huracanes: Ingrid en el Golfo de México y Manuel en el Pacífico. Las lluvias que trajeron afectaron a más de dos terceras partes del territorio nacional. Las instancias gubernamentales no actuaron oportuna y debidamente, como en Guerrero. El saldo: 157 muertos, especialmente en esa entidad, Veracruz y Oaxaca; más de 60 mil damnificados, daños millonarios en la infraestructura y servicios públicos, en las escuelas y las actividades económicas de más de 500 municipios. Ningún funcionario fue cesado por no cumplir lo que prometió Peña Nieto.

Dos años después, el Presidente anunció la elaboración de un proyecto de ley que permita a la Federación sancionar a los responsables de la construcción de asentamientos humanos que pongan en riesgo la vida de sus habitantes. Ordenó a las secretarías de Gobernación y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) proponer adecuaciones a la Ley General de Asentamientos Humanos para armonizarla con estándares internacionales de desarrollo urbano en materia de protección civil, y que las ciudades estén mejor preparadas para recuperarse después de un fenómeno natural o accidentes de gran escala. En materia de protección civil no podemos confiarnos y menos bajar la guardia, dijo. Por su parte, el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera Espinosa, subrayó que en Ciudad de México tenemos riesgos día a día, por lo que es necesario fortalecer la cultura de la prevención.

En enero pasado, Peña Nieto ordenó que cada escuela tenga un programa de protección civil y sea ampliamente conocido por la comunidad escolar. Y en mayo, en Cancún, inauguró la Plataforma Global de Reducción del Riesgo de Desastres 2017 de las Naciones Unidas, cuya sede está en Ginebra. Informó que en México la cuarta parte de la población vive bajo la amenaza de enfrentar ciclones y una tercera parte es vulnerable a sismos o terremotos. Amina Mohammed, vicesecretaria general de las Naciones Unidas, alabó a Peña Nieto al decir que México es, después del terremoto de 1985, un verdadero líder en la reducción de riesgos de desastre, ha visto grandes avances en las alertas sísmicas y en la gestión de acontecimientos hidrometeorológicos.

Pero el pasado 9 de septiembre, un sismo causó más de 90 muertos, dejó 350 mil damnificados y daños incalculables en Chiapas y Oaxaca. Luego, el 19, otro más afectó Ciudad de México y los estados de Puebla y Morelos. El número de fallecidos asciende a 319; hay miles de damnificados. Se cayeron casas y edificios de oficinas y departamentos y muchos más tendrán que ser demolidos. Colonias enteras se quedaron sin agua y luz. Miles de escuelas cerradas. Todavía no existe un balance exacto de los daños humanos y materiales que deja este sismo.

La ciudadanía ha respondido ejemplarmente ante la tragedia y expresa su indignación contra las autoridades por las huellas de corrupción e impunidad que el temblor dejó al descubierto. Y eso que, a diferencia de las de 1985, esta vez las instancias oficiales se movieron con mayor prontitud y eficacia. En un lamentable espectáculo electoral, los partidos políticos (el PRI, como ejemplo máximo)ofrecen donar a las tareas de reconstrucción el dinero que les damos y dilapidan. Como en tragedias anteriores, la maquinaria oficial promete resolver los problemas más agudos que dejan los dos sismos. Cuando pudo evitar que fueran de tal magnitud, como mostraré el lunes próximo.