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Ver día anteriorMartes 10 de octubre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El miedo del poder
N

ada más temible que el miedo del poder, de la mafia del poder, como lo llama AMLO. La corrupción sin precedentes del actual régimen de gobierno se ha traducido en miedo. De este régimen forma parte el PRI, con la Presidencia de la República y, en el Poder Legislativo y en los gobiernos y municipios, el PAN y el PRD, junto con las áreas penetradas por el crimen organizado y por las cúpulas empresariales, entes que conforman el régimen de gobierno, o la mafia del poder.

Los electores no deberían engañarse con las riñas y fracturas crecientes que están a la vista al interior de esa mafia. ¡Claro que esas riñas son reales!: todos quieren el poder de la Presidencia, pero cualesquiera de esas fracciones de poder que gane, representan la misma opción de futuro, el mismo programa de fondo: todos son neoliberales. Todos son lo mismo, como gusta de decir AMLO. Sí, habría diferencias, los derechos humanos pueden estar en riesgo para diversos sectores de la sociedad, por ejemplo, ya sabemos que el partido más mocho es el PAN, y eso representaría un peligro para las mujeres, y para los miembros de la comunidad LGTB. Pero el proyecto de fondo, neoliberal, en favor del Estado decimonónico, el proyecto económico donde la economía repta al tiempo que el ingreso se concentra, la pobreza indigna permanece y la desigualdad y la exclusión aumentan, serían lo mismo con cualquier arreglo político entre fracciones de esa mafia.

El miedo agudo del poder tiene discurso, y busca expresamente inocular el miedo propio, intensamente, en la sociedad. Ese discurrir que lleva el miedo como sustancia principal, pasa por mil canales de comunicación cotidianamente y proviene de múltiples puntos del gran espacio que ocupa el poder. Un ejemplo destacable: el pasado 31 de agosto y en días posteriores, diversos canales de comunicación digital publicaron una más de las entrevistas que, ¡puf!, Ciro Gómez Leyva le ha hecho al aún presidente de la República. Dijo EPN (sic, por cuanto a la gramática): “Aún no hay candidato…, hay uno, claramente señalado, porque lo ha manifestado, porque lo ha expresado, ampliamente conocido –no veo cómo no lo fuera–, ha sido candidato ya dos veces en el pasado, y el discurso que en su momento enarboló quien llevó a este régimen de gobierno en Venezuela, y no quiero ser irrespetuoso diplomáticamente, pero fue el que enarboló Chávez, ha continuado ahora el presidente Maduro, un discurso que no es muy lejano ni muy distinto de quien hoy es un claro contendiente o futuro contendiente por la Presidencia de la República: López Obrador. Es una fórmula tan parecida que la preocupación es que el día de mañana, de ser ese el… el… discurso que prospere, que el día de mañana tengamos un México que, en lugar de avanzar, como ha venido ocurriendo en los últimos 25 años, entonces nos parezcamos a lo que hoy es Venezuela”.

La ignorancia, la insidia, la mentira, buscan imperar con el propósito expreso de inocular pánico en la población, es evidente. Por supuesto, es un discurso dicho con la arrogancia de quien cree que el argumento vale porque lo dice la autoridad política.

Toda persona suficientemente escolarizada sabe que el argumento de autoridad (el famoso magister dixit) toma como premisa la opinión de quien es considerado autoridad en el asunto, alguien experto en la materia. En este caso, EPN, parado en su pedestal imaginario, se designa a sí mismo autoridad en la materia y, por tanto, no necesita argumentar, ni mostrar prueba alguna de lo que afirma: es verdad porque lo digo yo. El discurso de AMLO es una fórmula tan parecida a la de Chávez y a la de Maduro, que “el día de mañana, de ser ese el discurso que prospere…, en lugar de avanzar, como ha venido ocurriendo en los últimos 25 años, entonces nos parezcamos a lo que hoy es Venezuela”; es cierto porque lo digo yo.

Sobre cuáles son los discursos, cuáles expresiones o propuestas que son tan semejantes, entre lo dicho por Chávez y Maduro y lo que dice AMLO, ni media palabra en el verbo de EPN: no me es necesaria prueba alguna, simplemente lo digo yo. ¿Venimos avanzando en los últimos 25 años?: una mentira como una catedral. Pero EPN quiere hacer creer a la población que es verdad, porque lo digo yo. En ese lapso, la economía ha reptado al tiempo que el ingreso se ha concentrado en el 1%, y aún más en el 0.1%. Esta microscópica fracción de los ricos es el nosotros que está detrás de la expresión venimos avanzando.

El argumento de autoridad es en realidad una falacia. Es uno de los argumentos ad hominem, porque recurre a decires de determinados individuos, en este caso del poder, y no a razonamientos y pruebas.

¿Por qué este discurso falso es temible?, ¿por qué no puede descartársele simplemente como patrañas? Porque la construcción de hegemonía mediante el consenso por parte del poder, funciona en declive acelerado entre la mayoría, ergo, la mafia usará la otra cara de la hegemonía: la fuerza, la violencia, sobre las normas que dizque nos rigen, y la fuerza tangible sobre los pueblos que hayan creado su propio relato so­bre la verdad que vivimos. El PRI, la mafia toda, hará lo peor, en la próxima contienda electoral, para conservar el poder.