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México SA

Trump: una vez más

Porrazo tras porrazo

Dólar a 19.37 pesitos

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n día sí y al siguiente también el energúmeno de la Casa Blanca añade un elemento disruptivo en las supuestas negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Trump y su equipo no tienen otra intención que desequilibrar y reventar, con el fin de enterrar el acuerdo trilateral, privilegiar el trato bilateral con Canadá y echar a México lo más lejos posible.

Ayer el equipo de Estados Unidos presentó formalmente su propuesta para incrementar sustancialmente (de 62.5 a 85 por ciento) el contenido regional en el sector automotriz –lo que habría rechazado la representación peñanietista en la cuarta ronda de negociaciones del TLCAN–, pues, según reclama, las vigentes son muy laxas y han permitido que las empresas de ese sector incorporen demasiadas autopartes baratas de China y otros países asiáticos. Así, cuando menos la mitad correspondería a producción estadunidense.

La agresión es permanente, pero el gobierno mexicano mantiene el discurso de que “hay que centrarse en las pláticas, no en las especulaciones… al final de cuentas, lo que se diga o llegue a señalarse en el curso de estas negociaciones no le prestaría una atención mayor que no fuera precisamente la que tiene lugar en las mesas de negociación” (EPN dixit).

En vía de mientras, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) divulgó su más reciente análisis (Desarrollo económico nacional, más allá de la era Trump), del que se toman los siguientes pasajes.

La economía mexicana no puede depender de las decisiones tomadas en el exterior. El compromiso de la política económica debe ser con el país, con su futuro y con el interés nacional. El crecimiento económico de 2.5 por ciento no es suficiente para garantizar nuestro desarrollo. En este sentido, la visión debe ir más allá de las condicionantes en la renegociación del TLCAN.

La política comercial no puede sustituir a una estrategia de política económica integral: no se debe subordinar la economía nacional al marco de los acuerdos comerciales. El mensaje es claro: ni el TLCAN o cualquier otro acuerdo comercial harán lo que México deje de hacer en materia de política económica. Se debe garantizar el desarrollo de las capacidades productivas internas y de los beneficios que ello tiene sobre la creación de empleo e inversión.

Por ello, independientemente de la negociación del TLCAN, se debe impulsar el fortalecimiento globalmente competitivo y productivo del mercado interno, pues es la única forma de compensar los desequilibrios generados desde el exterior. El mercado interno es el que cuenta con mayor potencial de desarrollo y tiene los menores costos logísticos para las empresas productoras de México: tan sólo en 2016 se importaron 300 mil millones de dólares de insumos intermedios. Son bienes que ya tienen mercado: con la producción nacional de la décima parte de los mismos se puede aumentar el crecimiento del PIB en casi 3 por ciento. Nuestro país podría lograr el objetivo de crecimiento económico que las reformas estructurales y la apertura comercial no han logrado: 5 por ciento.

La métrica del éxito debe ser el crecimiento económico, la generación de empleo formal, el incremento de los salarios, la mayor expectativa de vida de las empresas y la disminución de la inequidad y pobreza. Todo ello manteniendo la estabilidad de la macroeconomía. No se trata ya de firmar acuerdos comerciales; el objetivo es hacerlos funcionar y elevar el desarrollo del mercado interno.

Es evidente que debe revertirse la inercia que reduce la relevancia del país a nivel mundial. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el tamaño del producto interno bruto de México le permite ubicarse como la economía número 16 del mundo, pero a principios de los años ochenta del siglo pasado se encontraba en los primeros 10 lugares. Por ello, se debe garantizar que la nación recupere su capacidad de crear valor agregado.

Es imprescindible modificar el paradigma de política económica. México enfrentó el proceso de globalización que se inició hace casi 40 años con una ambiciosa política de apertura comercial; la entrada a lo que hoy es la Organización Mundial de Comercio y la firma del TLCAN se consideraron como dos de los aspectos centrales de decisión.

El error fue, es, pensar que la política de apertura comercial podría sustituir a una estrategia integral de política económica, que la dinámica del comercio internacional bastaría para enfrentar el desafío de la globalización productiva que se estaba instrumentado en el Pacífico asiático: mientras México desmanteló su industria, en China, Corea del Sur, Vietnam, Singapur, Malasia, Hong Kong, Taiwán, Indonesia e India se fortaleció el encadenamiento productivo, la innovación, la infraestructura y el desarrollo del capital humano necesarios para poder competir productivamente con los países desarrollados. El libre comercio fue solo un instrumento.

Por ello mantuvieron su marco institucional fuera de dogmas económicos, privilegiaron los resultados, siendo el crecimiento una de las variables centrales con las que cuantificaron el éxito de su estrategia de política económica. Ninguna de las naciones citadas ha tolerado un desempeño modesto de su PIB. Las exportaciones se alinearon al crecimiento. Para poder lograrlo aplicaron una estrategia de comercio exterior orientada a ello: pasaron de maquiladores de manufactura a ser partícipes competitivos de un mayor valor agregado.

Por el contrario, México ha intentado llevar sus instituciones, empresas, gobierno, sistema educativo y sociedad hacia las recomendaciones de organismos internacionales, una tarea titánica que no se puede cumplir desde la base del libre comercio o aún de la apertura económica generalizada. Se requiere una estrategia de política económica integral en donde los sectores público, privado, académico y la sociedad en general participen activamente.

Durante años esgrimieron que con el TLCAN se había formado el bloque comercial más grande del mundo, pero olvidaron la parte productiva; solo se apostó al corto plazo, a la importación de bienes baratos que desplazaron inversión y empleo en la región.

Las rebanadas del pastel

Parece que la recomendación del inquilino de Los Pinos (hay que centrarse en las pláticas, no en las especulaciones) no caló en el mercado cambiario y ayer el billete verde se vendió hasta en 19.37 bilimbiques (en Scotiabank; 19.25 en Bancomer y Banamex).

Twitter: @cafevega