Opinión
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Jazz

Chihuahua, una nueva realidad

M

etáforas aparte, y para asombro de propios e impropios, el aroma del jazz se ha ido esparciendo por toda la ciudad de Chihuahua. Hasta hace poco la realidad musical de la metrópoli estaba dominada por metaleros y rancheros (rock y música grupera), pero en la actualidad, y en palabras de Heriberto Ramírez, jefe del área editorial de la Universidad Autónoma de Chihuahua, el movimiento jazzístico se siente más fuerte que el mismo rock (los gruperos siguen en el trono, por supuesto).

Y así llegamos a esta capital. Después de dos vueltas por el atestado estacionamiento del centro de convenciones Expo Chihuahua (con salones y galerías por todos lados), Heriberto decide dejarme en la puerta principal de este enorme inmueble y se va a buscar un lugar para su camioneta. La Feria Estatal del Libro, a celebrarse del 7 al 15 de octubre, nos invita a hablar del Atlas del jazz en México y nos sorprende con su poder de convocatoria.

Quince minutos después reaparece Heriberto y juntos vamos en busca del escenario, donde ya debe estar probando sonido la Big Band Chihuahua, conformada, convocada y dirigida por el saxofonista Mario Montes. Por todos lados surgen los saludos para el Lic. Ramírez, hasta que alguien le informa que en uno de los patios traseros se instaló un escenario especial para el concierto de jazz.

La Big Band Chihuahua estaba en medio de Oye cómo va cuando alguien nos avisa que sólo tocará dos temas antes de la presentación del Atlas. Yo estoy saludando a Mandis, alias Armando Núñez, célebre jazzista chihuahuense, guitarrista egresado de Berklee, a quien había yo conocido en el Festival de Jazz Chihuahua 2013, cuando el maestro era director del Conservatorio de Música estatal. Empezamos a caminar al escenario; las sonrisas y los saludos a Mandis inundan todo el trayecto. Heriberto ya nos esperaba junto a una consola; tres o cuatro trabajadores llevan sillas extras al patio.

Los atrilistas de la primera fila nos ceden sus lugares mientras saludan con emoción a Mandis. Me queda claro, una vez más, que el guitarrista es todo un personaje de la escena local. Él responde a los saludos con fría amabilidad, la gente sigue llegando. El tema del Atlas del Jazz se apodera del sonido local, todos escuchan con total atención, pero al final, cuando Heriberto pregunta al público si tienen alguna pregunta, nadie se apunta. Se dan las gracias, la gente vuelve a aplaudir y la big band vuelve a la carga. Todo mundo está de buenas y Take the A train ilumina la tarde-noche. A la gente le gusta el sonido de Duke Ellington, el patio entero se balancea y se sumerge en el swing.

Tres horas después Mandis y yo llegamos al Downtown para la segunda presentación del Atlas. Alejandro Leyva, bajista, cantante y propietario del bar, se acerca a saludar y nos propone que esperemos unos minutos, pues la gente sigue llegando. Una copa de vino más tarde y con el Downtown lleno se hace la presentación; aquí la gente sí pregunta y comenta y se sumerge en la materia.

El cuarteto Huésped, liderado por un excelente y muy joven guitarrista de nombre Iván Almanza, sube al escenario para envolvernos en un beat seguro y auténtico. Nos sorprende la madurez de estos chavales para pulsar y asumir temas tan universales y clásicos como All the things you are, Solar, In a sentimental mood. Hubiera querido concentrarme más en el grupo, pero la gente llega a saludar, a platicar, a pedir que se les firmen los libros. No obstante, la atmósfera toda está ya impregnada por el filin y la enorme belleza del buen jazz. Tú lo sientes y lo agradeces.

De regreso al hotel le pregunté a Alejandro Leyva qué tanto le había afectado al bar la nueva oleada de inseguridad y violencia que caía sobre Chihuahua, y en medio de un gesto de paciente resignación que dejaba apenas entrever una sonrisa de alivio, me dijo: “En la ciudad casi no hay nada. A’i de vez en cuando se topan algunos narcos en un bar y se pelean o se agarran a balazos. Una vez se bajaron unos enfrente del Downtown y se acercaron a la puerta –luego luego se nota quienes son–, pero uno les dijo luego luego ‘No, cabrón, vámonos; pinche bar de putitos’. A ellos les gusta la música de banda y nada más.”

Después platicamos con Mandis sobre la realidad cotidiana del jazz chihuahuense. Pero esto habremos de dejarlo para la siguiente entrega. Salud.