Opinión
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Ciudad Perdida

Emerge fauna postsismo

Maquillistas de la construcción

Urgen dictámenes estructurales

U

na nueva y peligrosa fauna apareció en la Ciudad de México en los días recientes, luego de los anuncios sobre la reconstrucción y de la impunidad en que se mueven los peritos que se encargan de evaluar la situación estructural de cada inmueble dañado por el sismo.

Nos referimos, desde luego, a los maquillistas. Estos son profesionales de la construcción que hoy han encontrado una veta de negocios en dar una manita de gato a ciertas partes de algunos edificios o departamentos dañados, a los que simplemente se les pone un relleno, se les decora con pintura antisísmica y se les vuelve a usar como si los daños sufridos no hubieran existido.

Es importante, y hay que señalarlo, que el gobierno de la ciudad sólo ha optado por la demolición en casos extremos, y ha buscado respetar el patrimonio de quienes tienen en peligro sus departamentos o sus casas, pero esto tal vez se convierta en un problema mayor.

En el sentido más estricto, para dar seguridad a las personas todos los edificios y departamentos que hubieran sufrido daños mayores y que significaran un peligro para la gente deberían ser motivo de inspecciones agudas que impidan que los edificios colapsen, como sucedió con el ubicado en Ámsterdam y Cacahuamilpa, el cual, aunque estuvo deshabitado durante años, por el daño que sufrió durante el sismo de 1985, un día, bien maquilladito, abrió sus puertas a la renta, y sucedió lo que tenía que suceder: se vino abajo.

Las formas de evitar esos problemas mayores tienen que ver con las opciones que presenten los profesionales de la construcción. En la misma calle de Ámsterdam hay otro ejemplo: un edificio que está casi en la esquina con Sonora quedó muy dañado y algunos de sus departamentos fueron destruidos aquel 19 de septiembre de 1985. La construcción es sólida, cualquiera la puede mirar si pasa por Ámsterdam; la solución al problema tal vez fue radical, pero salvó la construcción y seguramente alguna vida.

Allí, la opción fue demoler cinco pisos, los más dañados, es decir, la parte más alta del inmueble, y dejar sólo lo que restaba. Esta vez ese edificio soportó el sismo, sin daños aparentes. Sobre la misma calle hay otras construcciones que violan flagrantemente las disposiciones legales y se alzan hasta 10 niveles. Esas están severamente dañadas.

Un ejemplo es el marcado con el número 7 de esa calle, que amenaza con venirse abajo en cualquier momento. Ese inmueble no está en la lista de los que deben ser demolidos, y aunque está casi deshabitado, se le pretende dejar allí no obstante que con el pasado movimiento de la tierra golpeó severamente las construcciones aledañas, a las que causó daños.

Tal vez la solución no sea derribarlo; probablemente, con la mutilación de algunos de sus pisos, ya no sea un peligro latente, pero si no se va a hacer nada con él lo justo es que se exhiba el dictamen estructural y se haga del conocimiento de la gente la fotografía de quien avaló su existencia tal y como se le conoce ahora.

Y esto, de verdad, se tiene que hacer antes de que lleguen los maquillistas a hacer su trabajo y en unos días al edificio no se le noten las fisuras ni los daños que sufrió, y sirva para engañar a quienes buscan vivir en la Condesa, a cualquier precio.

De pasadita

Dicen en Morena que Ricardo Monreal no se va del partido, cuando menos por ahora, no en este momento, pero la posibilidad sigue latente, porque Dante Delgado y su Movimiento Ciudadano siguen empujando el frente que se podría dar en esta ciudad para que se le nombre candidato. También en el PAN, eso dicen, habría quienes apoyarían la propuesta de Dante, pero en el PRD, que hoy lleva la batuta en esa posible alianza, a Monreal ya le dijeron ¡no!, simplemente, ¡no!