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En una cápsula a bordo del Sputnik II, sólo sobrevivió unas horas

Hoy, hace 60 años, la perrita Laika fue el primer ser vivo en viajar al espacio
 
Periódico La Jornada
Viernes 3 de noviembre de 2017, p. 6

Moscú.

Le pedí que nos perdonara y lloré al acariciarla por última vez, recordó la bióloga Adilia Kotovskaya. Al día siguiente, la perrita Laika despegaba en un viaje sin retorno, convirtiéndose en el primer ser vivo enviado al espacio.

Hace 60 años, el 3 de noviembre de 1957, apenas un mes después de la puesta en órbita del primer Sputnik soviético, el segundo satélite artificial de la historia despegó con destino al espacio. Llevaba a bordo una perrita recogida en las calles de Moscú, que sobrevivió sólo unas horas.

Para el número uno soviético de la época, Nikita Jruschov, el objetivo era demostrar la superioridad de la Unión Soviética sobre Estados Unidos, justo antes de la conmemoración del 40 aniversario de la Revolución bolchevique, el 7 de noviembre.

“Sus nueve vueltas alrededor de la Tierra convirtieron a Laika en el primer cosmonauta del planeta, sacrificado en nombre del éxito de las futuras misiones espaciales”, destacó Kotovskaya, quien tiene 90 años y sigue orgullosa de haber ayudado a entrenar a los animales para esas tareas.

Recordó que antes habían enviado otros perros a altitudes suborbitales por espacio de unos minutos para verificar que era posible vivir en un ambiente sin gravedad.

Proceso de entrenamiento

Había llegado la hora de enviar uno al espacio, relató.

Para acostumbrarse al vuelo espacial en una cápsula presurizada de 80 centímetros de largo, los perros eran colocados en jaulas cada vez más pequeñas, recordó la científica.

Los ponían en una centrífuga que simulaba la aceleración de un cohete en el momento del despegue, los sometían a ruidos que imitaban los producidos en el interior de una nave y los alimentaban con comida espacial a base de gelatina.

Laika, de unos tres años de edad que pesaba seis kilos, había sido recogida en las calles de Moscú, al igual que los otros candidatos.

Se escogían perras porque no necesitan levantar la pata para orinar y por tanto requieren menos espacio que los machos, y sin pedigrí, porque son más despiertas y menos exigentes, explicó la especialista, quien dirige un laboratorio del Instituto de Problemas Médico-Biológicos de Moscú.

Las aspirantes tenían que ser fotogénicas y se escogía su nombre para que tuviera el máximo impacto en la población.

Laika –nombre derivado del verbo ladrar en ruso– había sido escogida entre cinco o seis candidatas por su carácter despierto, dócil y una mirada ligeramente curiosa.

Por supuesto que sabíamos que iba a morir en ese vuelo debido a la falta de medios para recuperarla, inexistentes en esa época, agregó.

La víspera de su misión espacial, la fui a ver, le pedí que nos perdonara e incluso lloré al acariciarla por última vez, recordó la experta.

El lanzamiento del Sputnik con Laika a bordo, el 3 de noviembre de 1957 a las 5:30 (hora de Moscú) en Kazajistán, desde lo que luego fue el cosmódromo de Baikonur no hacía presagiar nada malo, señaló Kotovskaya.

“Obviamente, cuando el cohete se elevó, el ritmo cardiaco de Laika aumentó considerablemente”. Sin embargo, al cabo de tres horas recuperó su ritmo normal.

De repente, tras la novena vuelta alrededor de la Tierra, la temperatura en el interior de la cápsula comenzó a aumentar y superó los 40 grados centígrados, a falta de protección suficiente contra la radiación solar.

El resultado fue que Laika, que debería haber sobrevivido entre ocho y 10 días, murió luego de unas horas por exceso de calor y deshidratación.

La radio soviética siguió, sin embargo, suministrando informes cotidianos sobre la “buena salud de Laika”, convertida ya en heroína.