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La banda de Nashville se presentó en el Palacio de los Deportes

Miles celebran el regreso de Kings of Leon al escenario
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Find me y Radioactive sonaron entre los éxitos de la agrupaciónFoto cortesía Ocesa/César Vicuña
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 5 de noviembre de 2017, p. 9

Ante 19 mil personas, bajo una luz rojiza y un telón cerrado, cobijado por los gritos de los eufóricos asistentes, apareció a escena Caleb Followill, vocalista de Kings of Leon, interpretando con guitarra los acordes Walls, tema que da nombre a la gira y a su nuevo álbum.

Poco después, la cortina carmesí se levantó para revelar al resto de la familia de Nashville, Tennessee, integrada por los hermanos Nathan Followill (batería) y Jared Followill (bajo), junto a su primo Matthew Followill (guitarra), y así dar comienzo al que sería uno de los actos más entregados y apasionantes, respaldados por siete álbumes de estudio y 12 nominaciones al Grammy, suficientes para hacer una noche inolvidable.

Energía en movimiento

A partir de ahí, el espectáculo se hizo más grande y más ruidoso, acompañado de luces y pantallas de video. La energía se movía y fluía en los momentos estrepitosos e inductores de baile marcados por una veintena de canciones.

Después de un conjunto acústico de buena factura, que incluyó Milk, Talihina Sky y el corte de título de Walls, el grupo regresó enérgicamente.

Fue durante casi dos horas, en que la banda no perdió ni un paso, ni un fanático queriendo una canción que no tocó; entre esas, las recuerdan alegremente el surgimiento de mediados de la banda cuando todos usaban jeans ajustados.

El grupo hizo sonar Taper Jean Girl, The Bucket y Eyes on You, pero la música creció en algunas canciones, como Molly’s Chamber, anunciando la primera sugerencia del estruendoso drama, más de una vez.

El cuarteto de Nashville, formado en 1999, demostró que tenía algo más en el tanque con Use Somebody, uno de los himnos a que el público está aferrado; además de Find Me, Radioactive, The Immortals, Notion y a lo largo de On call, la multitud los seguía en cada paso del camino.

“¿Cómo se la están pasando?, ¿lo están disfrutando? Hemos ido a muchos shows, pero ustedes son los mejores fans del mundo”, dijo Caleb.

Para establecer el ambiente nostálgico, romántico y enérgico en cada tema, las pantallas se mimetizaban con una iluminación azul turquesa, rosa, rojo y más azul; y cada miembro de la banda era un veterano del escenario. Su alegría por tocar música era evidente con sus amplias sonrisas.

Antes de terminar con su éxito Waste a Moment, el grupo motivó a que la audiencia cantara el estribillo de Sex on Fire, uno de los temas que aún suena tan fresco y vital como hace casi una década, marcándose como uno de los básicos en la radio de rock, después de que KOL dejó caer su cuarto álbum Only by the Night, monstruo que los convirtió en nombres conocidos en todo el mundo.

El cierre de estos dos éxitos logró una configuración adecuada para el clímax de la noche, enviando a la salida del recinto a una tremenda multitud satisfecha. Cuando una familia se queda, las cosas buenas suceden, y Kings of Leon vuelve a disparar, después de años en los que las presiones del público y distracciones de la fama parecían amenazar con quebrantar al grupo.

Muchas gracias a todos por esta noche, la apreciamos. Dios los bendiga, expresó Caleb para despedirse, dando por concluida la primera de dos presentaciones en el Palacio de los Deportes.

Por cierto, el grupo Dawes abrió para Kings of Leon. Tocó sus canciones más conocidas, como Things happen y When my Time comes, destacando la voz de Taylor Goldsmith, que con sus melodías nítidas y tranquilas, abrió a los verdaderos reyes durante el primero de dos conciertos en el famoso domo de cobre.