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Presenta su novela Jamás, nadie sobre la matanza de chinos en Torreón, en 1919

Beatriz Rivas exige frenar el racismo en México; no puede seguir así

Quise mostrar que somos una sociedad muy clasista con los indígenas, con los negros, con los viejos, con los homosexuales, con los pobres, explica en entrevista con La Jornada

 
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de noviembre de 2017, p. 6

México es un país racista y un oscuro episodio de su historia muestra que puede ser tan cruel como cualquiera.

Para dar testimonio de lo anterior, la escritora Beatriz Rivas presenta Jamás, nadie, novela publicada por Alfaguara, basada en la matanza de chinos que ocurrió en Torreón, Coahuila, durante la época de la Revolución.

Pensé que vivíamos en un país que era amable con los extranjeros pero, de pronto, descubrí que somos iguales a los que maltratan a nuestros paisanos en Estados Unidos. Nos quejamos, pero no nos vemos en el espejo. ¿Cómo tratamos a los centroamericanos que pasan por nuestro territorio? Si bien no lo hacemos de forma masiva, se dan muchos casos, explica la autora en entrevista con La Jornada.

El tema llegó a la pluma de la escritora tras saber que en el Museo Memoria y Tolerancia se había presentado en 2015 la exposición 303: La matanza de chinos en Torreón, respecto de lo ocurrido en el norte del país con los inmigrantes asiáticos alrededor de 1919; “no tenía idea de este capítulo de la historia. Julián Herbert no había publicado aún su libro La casa del dolor ajeno, ensayo donde analiza el caso.

Me puse a juntar material acerca de los migrantes, recortes del periódico. Había días en los que aparecían tres o cuatro noticias de la diáspora en todo el mundo. Fue así como me enfoqué a escribir la historia de alguno de los sobrevivientes de la masacre de Torreón.

Pesquisa de Julián Herbert

Beatriz Rivas cuenta las desgracias de She Yan, chino de apenas 15 años, quien deja su pueblo, Cantón, huyendo de la miseria para encontrar aquí el terror provocado por la ignorancia, la envidia y el odio.

“Quise mostrar que somos una sociedad muy racista y clasista –insiste la escritora–; lo somos con los que no son blancos, con los indígenas, con los negros, con los viejos, con los homosexuales, con los pobres; yo misma he llegado a sentir miedo de los musulmanes. Esto no puede seguir así, pero nos cuesta mucho trabajo reconocerlo y casi no se habla de ello.”

A la autora le llevó año y medio la investigación para construir su relato, “la columna vertebral fue el trabajo de Herbert, quien me ahorró mucho tiempo, porque él hizo una gran pesquisa.

Foto
Beatriz Rivas, durante la entrevista con La Jornada, con motivo de su obra más reciente publicada por AlfaguaraFoto Roberto García Ortiz

“Si bien se trata de un acontecimiento que se presta a un ensayo, para que el lector sintiera empatía por los personajes de mi novela los tiene que sentir, verlos respirar, sufrir, ver qué piensan, qué comen, cómo se visten. Eso hace que un personaje viva.

“Claro, sin caer en exceso de detalles para que la novela fluya, pero hay que ver a Yan caminar por las calles de la Ciudad de México en 1924, entre los tranvías, cosas que hoy ya no existen. Me gusta mucho ir poniendo todos esos detalles, incluso gestos.

“Soy muy visual a la hora de escribir. Me imagino mis escenas de manera cinematográfica, como si estuviera describiendo una película. Eso se logra a través de muchas lecturas. Al principio, de forma inconsciente, se va absorbiendo de muchos autores, pero a partir de que comencé a dar mis talleres literarios y tengo que guiar a mis alumnos, mi mirada de lectora es diferente.

Ahora ya veo cómo un escritor desmenuza la trama, si hace descripción, si mete un sueño, si salta del pasado al presente, qué narradores escogió y en qué tiempo verbal está. Se hace una lectura crítica.

Rivas explica que lo que más le costó trabajo al escribir Jamás, nadie fue ver a Yan, aprehenderlo. Un día me puse a observar fotografías de chinos hasta elegir cómo iba a ser mi personaje, porque me costaba trabajo sentirlo cercano.

La otra protagonista del relato es la hija de Yan, Mia, quien a los 65 años conoce la historia de su padre y se reconcilia con ella, luego de décadas de incomprensión y repudio.

Lo ideal sería que pudiéramos recibir a los migrantes y aceptar su propia cultura, que además nos enriquece. Para eso sirven los medios de comunicación, el arte, historias como ésta, para denunciar las terribles costumbres del prejuicio, y además, mientras más conozcamos al diferente nos vamos a dar cuenta de nuestras coincidencias, concluye Rivas.

El libro será presentado hoy a las 19:30 horas en Casa Lamm (Álvaro Obregón 99, colonia Roma). Participan Ana Clavel, José Luis Trueba y la autora.