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Denuncian que casas inhabitables fueron reportadas sólo con daños parciales

Los habitantes de Santiago Niltepec, con el ánimo por los suelos tras el terremoto
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Periódico La Jornada
Lunes 13 de noviembre de 2017, p. 10

Santiago Niltepec, Oax.

Los pobladores de esta comunidad no ven alguna luz que pueda guiarlos. El intenso calor de la tarde los desanima. A lo largo de las calles se observa a decenas de personas charlando frente a sus viviendas, desparramados en cómodas sillas o hamacas. No hay sonrisas. El ánimo es más bien lúgubre. El tema de las conversaciones es el mismo: cómo reponerse tras el sismo del 7 de septiembre, que devastó el istmo.

En este municipio, en el que se produce el mejor oro azul oaxaqueño, el añil, la marginación es evidente. Es uno de los territorios del estado con más bajo índice de desarrollo, que sobrevive del cultivo de diversos productos y un tanto de la ganadería. El tesoro era el añil, con el que se logra un tinte orgánico de color índigo. Se utilizaba mucho en la industria de la mezclilla, pero el auge de los colorantes sintéticos ha mermado la economía regional.

Aquí, el centro de salud ni siquiera ha sido inaugurado y ha sido sólo un elefante blanco. Las casas que quedaron firmes no esconden la simpleza de los diseños y materiales básicos con que fueron construidas: ladrillos rojos, cemento, cal y varillas.

Desde hace años el poco trabajo que hay y la baja producción agrícola ya no dan para vivir. Los jóvenes emigran, las familias se separan y los más viejos se quedan a enfrentar penurias. Hay quien afirma que lo único certero tras los terremotos es que el pueblo desaparecerá.

Hace días que don Anselmo Ortiz no habla con nadie. Está deprimido, dicen sus familiares. Con dificultades para andar, está por cumplir 90 años. Recorre desesperado cada rincón de un pequeño almacén de dos por dos, donde puso una cama, sillas y una mesa, luego que su casa colapsó por el sismo.

Se le nota molesto, frustrado. Por momentos sale de ese diminuto refugio y dirige la mirada hacia el terreno en el que estaba su vivienda. Hace muecas y retorna al interior. Azota la puerta. Dedicó años de su vida a levantar su casa. Él la hizo, dirigió a los maestros. Empeñó mucho esfuerzo y trabajo. Él iba por los ladrillos y los traía en carreta.

En su terreno no hay rastro de escombros. Ya fueron removidos, como en muchos otros solares en este municipio. Las únicas evidencias de que ahí se erigía una construcción son un par de columnas y el almacén donde Anselmo pernocta desde hace casi dos meses. A pesar de ello, las autoridades no han declarado pérdida total y no podrá recibir el apoyo otorgado por el gobierno federal de 120 mil pesos.

Este municipio tiene 5 mil 353 habitantes y mil 566 viviendas. La Secretaría de Desarrollo Social lo ubica en marginación media, aunque más de 25 por ciento de su población vive en pobreza extrema.

Jorge Lara Arellano, síndico municipal, sintetiza el ánimo de sus paisanos. El nuestro es un pueblo marginado y humilde desde hace tiempo. Tras el sismo estamos con el ánimo por los suelos.

Todo estaba preparado para recibir en esta comunidad al titular del Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto. El 19 de septiembre la agenda presidencial incluía una vista a este pueblo. Pero la tierra es caprichosa y se volvió a mover, afectó a la Ciudad de México y el mandatario tuvo que regresar. En esta región estaban el día del terremoto varios funcionarios federales, entre ellos el secretario de Salud, José Narro, a quien los niltepenses han expresado sus inquietudes y necesidades.

Una de éstas es que se eche a andar el recién inaugurado centro de salud que construyó el anterior alcalde, el priísta Froylán Medina. La obra está terminada y su bien diseñada estructura resistió el sismo. Sin embargo, dicen los lugareños, el ex munícipe jamás se preocupó por equiparlo ni por buscar personal médico. Demandan también un nuevo censo de viviendas, pues en muchos casos se reportaron daños parciales pese a que las pérdidas son totales.

Lara Arellano detalla que Narro Robles impulsó un proyecto para la fabricación de bloques para la reconstrucción, con la idea de que la comunidad participara y se beneficiara del mismo. Para ello se logró el compromiso de varias empresas, como Grupo Carso y Cemex. Los lugareños ya están organizados y en espera que esto comience a operar.

A kilómetros de aquí se ubica otro municipio: Ixtepec, donde los estragos del terremoto también son evidentes, aunque menores que en otros sitios. Hay quienes bromean asegurando que el epicentro de la réplica del 23 de septiembre fue en esta ciudad, debajo de su cama.

En este pueblo viven 26 mil habitantes y hay poco más de 7 mil viviendas. Su marginación es baja. Sus pobladores, poco a poco, comienzan a retomar sus vidas.

El comercio no fue tan afectado y en las calles la gente ya anda, se divierte. Garibaldito –plazoleta donde se concentra la vida social– luce llena un miércoles por la tarde. Las cenadurías no se dan abasto. Lo más pedido: la tradicional tlayuda oaxaqueña. Mientras una persona disfruta una de éstas, reflexiona y confía: Nos hemos levantado de cosas peores.