Política
Ver día anteriorViernes 17 de noviembre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Afirma Chomsky que el país más poderoso avanza en la destrucción de la ecología

Tenemos en las manos el termostato que regulará el clima de futuras generaciones

El calentamiento global no es un asunto ideológico y político, es ético y moral: especialistas

 
Periódico La Jornada
Viernes 17 de noviembre de 2017, p. 22

Los seres humanos que vivimos en el planeta Tierra hoy día, advierte el meteorólogo Richard Somerville, tenemos en nuestras manos el termostato que va a regular el clima del mundo en el que vivirán las futuras generaciones. El científico apoya sus palabras con una simple imagen que aparece en las pantallas gigantes del escenario de la Sala Nezahualcóyotl, donde se desarrolla una conferencia a seis voces que, por lo que se ve, tiene la intención de incomodar, provocar, mover a la comunidad universitaria que ha sido convocada.

Es una mano que sostiene un termostato que marca 23 grados celsius. A esas alturas del debate, los científicos que participan en el simposio Los acosos de la civilización, de muro a muro –Noam Chomsky, Mario Molina, Dan Schrag, Lawrence Krauss, Alicia Bárcenas y el propio Somerville– ya explicaron los alcances y las dificultades que enfrenta la meta de la Conferencia de París de 2015 de limitar el aumento de la temperatura en el globo terráqueo a no más de dos grados. Ya se citaron datos espeluznantes, como que al menos un tercio del bióxido de carbono que actualmente se guarda en la atmósfera permanecerá ahí por lo menos 20 mil años; como la previsión sobre el incremento del nivel de los océanos, que de continuar como va hará que en 2080 los habitantes de las ciudades costeras del mundo las hayan abandonado, pues estarán bajo el agua.

O este otro dato, dado por Chomsky: El país más poderoso del mundo ha decidido avanzar en el camino de la destrucción del medio ambiente. Su meta es alcanzar en 2025 el nivel más alto de producción de petróleo en la historia, según un informe de la Asociación Internacional de Energía.

Al final, todos coincidirán en afirmar: enfrentar el problema del calentamiento global, relacionado con los modelos actuales de consumo de combustibles fósiles, no es un asunto ideológico o político. Es una cuestión ética y moral.

El panel que reúne a varios de los estudiosos más destacados en el tema del calentamiento global fue organizado por Lawrence Krauss, físico de la Universidad Estatal de Arizona, quien además de moderar la conferencia pone a México como centro de las preocupaciones sobre este rubro, que no conoce fronteras ni hipotéticos muros soñados por el gobierno de Donald Trump. Como vecino del país que niega esta realidad, el nuestro resulta ser, destacó, particularmente sensible a las políticas ambientales de Estados Unidos.

Puede que a Ciudad de México no le afecte el incremento en el nivel de los océanos. Pero sí las sequías, la reducción de mantos acuíferos, el hundimiento. En Estados Unidos los mismos que niegan el cambio climático son los que quieren levantar el muro. Pero por la falta de agua, es posible que en 2080 más de 12 millones de mexicano tratarán de emigrar al norte, con o sin muro.

Mario Molina obtuvo en 1996 el premio Nobel de Química por demostrar científicamente el adelgazamiento de la capa de ozono a causa de la acumulación de bióxido de carbono en la atmósfera. En la actualidad, desde su propia institución y como consejero en otras tantas, impulsa innovaciones en tecnologías alternativas, que sustituyan el uso de los combustibles fósiles más nocivos. Hoy alerta sobre lo que considera es el mayor riesgo: No hacer nada. Esa sería una irresponsabilidad extraordinaria.

Foto
Noam Chomsky durante el simposio Los acosos de la civilización, de muro a muro, donde participa junto con otros investigadoresFoto Marco Peláez

En su intervención, desmontó los tres mitos que esgrimen los negacionistas del cambio climático en Estados Unidos. El primero, que éste no es real. Nunca antes un problema científico había tenido tanto consenso como el hecho de que el planeta se calienta; más de 97 por ciento de los especialistas que se dedican al estudio de este tema coinciden.

Segundo, que es un problema acuciante que se va a manifestar hasta finales del siglo XXI: Falso, es algo que sucede ahora, ya tiene un impacto, no con la cantidad de estos fenómenos, sino la intensidad, relacionado con un aumento de dos o tres grados en la temperatura en el mar.

Tercer mito: Que es imposible dejar de utilizar los combustibles fósiles. También falso; sí se pueden lograr fuentes de energía sustentables con innovación tecnológica.

A partir de ahí, Somerville retoma su argumento: El mayor enigma ante el cambio climático es la conducta humana, cómo va a reaccionar ante este problema.

Dan Schrag, director del Centro de Harvard para el Medio Ambiente, ex asesor del presidente Barack Obama y considerado uno de los más prominentes geólogos del mundo, maneja la perspectiva de las escalas de tiempo. Parte del problema del cambio climático es que como las escalas de tiempo son tan largas que nunca se vieron como urgentes. Y siempre hay algo que está más presente y es más importante.

Deja caer la pregunta central: ¿Cómo llegar a una etapa en que no se utilicen más energías fósiles que emiten bióxido de carbono? Es extremadamente difícil porque implica reconstruir y rediseñar toda la infraestructura que conforma los cimientos de nuestro estilo de vida moderno.

A pesar del panorama, se pronuncia optimista: Nunca es demasiado tarde. Estamos al borde de un siglo de innovación y genio humano sin precedente: mejores baterías, energía eólica, autos, combustible para los aviones, la arquitectura, cambiar la forma como se construye, se cultiva y cuidamos la naturaleza.

A partir de ahí, el debate cae directo en el campo Alicia Bárcena, diplomática y gestora de asociaciones del medio ambiente y sustentabilidad, además de secretaria ejecutiva de la Cepal que, con una posición inesperadamente radical, declara que el cambio climático es la gran falla del mercado; la crisis de modelos de desarrollo que apostaron a los tratados de libre comercio que no funcionan; de la falta de un multilateralismo, de una de-sigualdad brutal y de una cultura de los privilegios, ilustrada por los 340 mil millones de dólares de evasión que se mueven en los paraísos fiscales.

El capitalismo no funciona como está. Necesitamos ir hacia un modelo progresista, con una visión socialista. La audiencia irrumpió con un aplauso.