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Presentará en la FIL de Guadalajara su biografía sobre el artista reditada por Seix Barral

La alegría por vivir de Juan Soriano fue un acto de libertad, define Poniatowska
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Elena Poniatowska, quien espera que el próximo año sea abierto el Centro Cultural Juan Soriano en Cuernavaca, adelanta a La Jornada que le interesa escribir un libro sobre los PoniatowskiFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de noviembre de 2017, p. 4

La grandeza del pintor y escultor Juan Soriano (1920-2006) no sólo se debía a su talento, sino también a su inteligencia, sostiene la periodista y escritora Elena Poniatowska.

La colaboradora de La Jornada acaba de reditar su libro Juan Soriano: niño de mil años (editorial Seix Barral), que el 30 de noviembre será presentado en la edición 31 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

“Era de una agudeza enorme; además Juan, al igual que Monsiváis, siempre andaba con un libro en la mano; él me hizo leer a Herzen para quitarme lo comunista, entonces él me hacia leer y me hablaba de muchas cosas. Sabía muchísimo del Siglo de Oro español gracias a Diego de Mesa; también sabía del teatro de esa época, incluso puso muchas obras, pero las actrices se quejaban de que sus trajes eran estorbosos y se caían, porque eran ideados por un pintor.

Soriano era muy creativo y sobre todo en esa época es el hombre más libre, aunque se puede decir que Salvador Novo también hizo gala de su homosexualismo. Sin embargo, Soriano fue más amable en el sentido de que lo hizo en una forma muy festiva, muy como él cuenta su vida, explica Poniatowska, en entrevista.

Rebelde y tímido

En Juan Soriano: niño de mil años, libro considerado la biografía más completa del artista jalisciense, la narrativa vibrante y el estilo único de la Premio Cervantes de Literatura 2013 permiten escuchar al propio Soriano compartiendo sus recuerdos y las vivencias que lo marcaron para mostrarse como un ser único que se sobrepuso a la timidez para vivir de forma auténtica y rebelde en una sociedad conservadora.

Para Poniatowska, el tema de la libertad fue muy importante para el pintor, pues vivió en un país xenófobo, donde se usaban expresiones contra el homosexualismo como jotos, maricones o jovenzones de Hungría.

Prosigue: “Lo bonito, y está en el libro, es que por primera vez un hombre habla de su homosexualidad abiertamente; también lo hizo Novo, pero en lo que Soriano contribuye es que lo hace con enorme alegría y muchísimo sentido del humor y entonces esa es una novedad muy grande en México.

El libro incluye muchos dibujos alusivos a la homosexualidad; eso es padrísimo porque son dibujos muy festivos. Yo me identifico muchísimo con eso, me siento muy afín a esa alegría de vida de Soriano, explica.

Poniatowska comparte que el artista fue un hombre de gran fortaleza, pues cumplió su deseo de viajar a Italia y Grecia e instalarse en Francia. En París tuvo un departamento maravilloso. Se juntaron dos departamentos que trabajadores polacos, guiados por Marek Keller, hicieron uno solo; también tuvo casa en Polonia y en Nueva York.

En la biografía de Soriano existen momentos cruciales, sin embargo la escritora considera que el más importante fue cuando conoció a Keller. “Con él encontró la estabilidad que finalmente se merecía; creo que sin Marek, Juan hubiera estado lleno de problemas porque cambiaba sus cuadros. Por ejemplo, pintaba un cuadro a alguien y le decían ‘te voy a comprar un suéter, ¿de qué color lo quieres?’ Juan cambiaba sus cuadros por cosas muy absurdas”.

Poniatowska reitera que Keller fue esencial para el bienestar del pintor, además de que Marek era excelente anfitrión. “Sabía encontrar en México la mejor panadería, la mejor florería; le hizo la vida muy fácil, pero si lo subía a pintar, le decía ‘ahora pintas’, porque Juan era muy disperso”.

Invencible por su fortaleza

Durante la charla, Poniatowska explica que Soriano no fue tan solitario, aunque reconoce que el artista tuvo depresiones fuertes. “Juan era en muchas cosas muy frágil. Yo me identificaba mucho con él, sentía que iba a perder su dinero si lo metía en su bolsa. Al final de su vida sentía que se podía caer, pero también hacía cosas raras o que podrían parecer inaceptables. Creo que en el fondo era invencible por su fortaleza, además se hizo querer por todo mundo.

“Llegaba Juan y se le juntaban hombres y mujeres. Fue gran amigo de Luis Barragán, de Jesús Reyes Ferreira; tuvo grandes amistades con mujeres, como Lola Álvarez Bravo, María Asúnsolo y Lupe Marín.

Lupe al final como que se enojo con él; decía que la había pintado como muerta. Juan hizo una serie con Lupe Marín y es quizá la mejor de su pintura.

Poniatowska, quien espera que el próximo año sea abierto el Centro Cultural Juan Soriano en Cuernavaca, adelanta que le interesa escribir un libro sobre los Poniatowski, pues ella se mudó a México cuando tenía 10 años y nada sabía de su familia paterna.