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Pantalla Nómada

Zama

Foto
Daniel Giménez Cacho en un fotograma de la cinta de Lucrecia Martel
U

n relato ficticio a partir de una verdad histórica inspiró la reciente película de Lucrecia Martel, quien luego de más de seis años de no filmar un largometraje ahora presenta Zama (2017), cintabasada en la novela homónima de Antonio di Benedetto.

Coproducción entre Argentina, Brasil, España, Francia-México, Estados Unidos, Países Bajos y Portugal, es la apuesta del país andino en la carrera por el Óscar a mejor película en lengua extranjera. Llega a territorio nacional a propósito de la 63 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.

Hace años, Martel leyó en un barco el libro de Antonio di Benedetto y quedó prendida de él. Fue en 2012 que contactó a Daniel Giménez Cacho para que hiciera el papel protagonico, un asesor letrado de la Corona que en el Paraguay de 1790 anhela la llegada de una carta del rey para que le autorice abandonar su puesto fronterizo. Así, el funcionario Diego de Zama es el pivote de un historia desarrollada a finales del siglo XVIII, a partir de las inquietudes de una cineasta que medita aquí sobre el pasado colonial en Sudamérica.

En Zama se percibe un sesgo político, una intención de contradecir a la historia oficial del colonialismo, siempre descrita por quien triunfó en la batalla por la conquista y que ha ejercido la hegemonía (el europeo blanco) al momento de contar los hechos.

Martel lleva a la pantalla una historia de las que siguen faltando en el cine actual, una que mire el episodio de la colonización de América a partir de lo que, puede presumirse, es la perspectiva de los colonizados. En Latinoamérica, ya conocemos otros buenos ejemplos, como lo realizado por el mexicano Juan Mora con Eréndira Ikikunari (2006).

La intención de repensar el pasado tiene en el filme de Martel un papel motivador de fantasías emancipadoras, toda vez que vemos que la figura del funcionario Zama transita irremediablemente hacia el fracaso.

En el mismo trámite de hacer ficción sobre algo que fue, la directora hace notar que las pugnas debidas a racismo, clase o poder no se han ido. Ciertamente, con su película constatamos que al pretender descubrir el pasado terminamos muy a menudo dándole forma a la medida de nuestras preocupaciones del presente.

Ante todo, en el cine de Martel hay un estilo y una mirada sosegada y poética. Algunas de sus imágenes parecen en reposo, que no ocurre gran cosa, pero en realidad están repletas de elementos significantes (un perro, una chispa, una bruma) de los que surge una dimensión interesante de la realidad, de la vida, del ayer (http://bit.ly/2AV7TP3).

Zama sacude el pasado con delicadeza e imaginación. Es resultado de una voluntad artística que pocas realizadoras saben expresar de forma tan precisa, en su puesta en cuadro, en su discreción visual. Donde hay voluntad hay forma, decía Eisentein, y lo que Lucrecia Martel demuestra es la clara disposición de controlar un lenguaje.

La película Zama se exhibirá del 23 al 28 de noviembre en la salas 1 y 8, Jorge Stahl e Ismael Rodríguez, respectivamente, de la Cineteca Nacional.

Twitter: @kromafilm