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Toros

Ases comodinos y mansedumbre en las reses de Teófilo Gómez, la combinación

Sonoro petardo, la corrida inaugural de la temporada grande en la México

Pueblerina oreja al Juli

Pitos a Joselito Adame

Seis pujales a las fieras

 
Periódico La Jornada
Martes 21 de noviembre de 2017, p. a42

Lo maravilloso de la fiesta de los toros es que aunque sus promotores y protagonistas quieran volverla mentira, no miente, sino que refleja, con increíble fidelidad, mentalidades y temperatura anímica de la sociedad donde está inmersa. La Ciudad de México, golpeada por gobernantes negociantes, habitantes y naturales agravantes, apenas si ha propiciado una evolución sana de su rica tradición taurina –491 años–, ya que entre promotores autorregulados y funcionarios irresponsables, el espectáculo rueda, como el país, por el despeñadero de las simulaciones y la frivolidad disfrazada de compromisos.

Ojalá que el dicho lo que mal empieza mal acaba, no sea el presagio de oootra temporada de toros chica, grande o menos grande, da lo mismo, que por ser concebida a espaldas de la afición y el buen criterio empresarial, se desarrolle y concluya como acaba de empezar.

Ahora que, bien mirado, si 20 mil villamelones hacen media entrada para ver en ocioso mano a mano a las figuras (?) de México y España enfrentar (?) toros (?) de una solicitada, no prestigiada, ganadería, cuyas reses se caracterizan por su obediente mansedumbre, no está del todo mal este criterio empresarial: dar gato por liebre aprovechando el Buen Fin y sus engañosos descuentos, y más cuando empresas, criadores, figuras, autoridades y público acabaron por confundir repetición deslucida con bravura. Sólo que en sus utilidades se están llevando el arte de la lidia y la magia del toreo entre las patas, habida cuenta de que una fiesta sin bravura se vuelve basura y pasto de los antis.

Al español Julián López El Juli y al mexicano Joselito Adame, ¿la adinerada empresa les pagó con vales de despensa? ¿La relativa capacidad de convocatoria de ambos les permite exigir encierros de la ilusión para intentar torear bonito? ¿Así entiende la nueva empresa el espectáculo taurino y su compromiso con el inadvertido público? ¿Con estos simulacros nos quieren impresionar todavía más? ¿Les urge convertir la Plaza México en otro centro comercial?

Pero la corrida, ¿cómo estuvo? Ah, padrísima. Saltaron a la arena seis teófilos que con trabajos tomaron cada uno un pujal –puyazo fugaz en forma de ojal–, con pitones y hondos –amplia caja entre espinazo y panza– pero carentes de fondo –notoria transmisión de bravura–, harto pasadores, pero sin acometer a los trapos con ganas de herir, al grado de que cuando Adame cayó en la cara de su primero, el animal, sorprendido y apenado, sólo se quedó mirándolo. El mayor problema de este Joselito es que su personalidad no rebasa la falta de tauridad en los toros mansos y si de veras quiere ser una figura con arrastre, no sólo con la ayuda del monopolio, debe buscar competir y superar a sus compañeros, no hacerles el juego a ventajistas figurines-marca importados. Una cosa es mandar y otra perder la vergüenza.

El Juli pegó pases toda la tarde a mansurrones repetidores y recibió una pueblerina oreja protestada tras dejar una estocada contraria, casi entera y trasera. La nueva empresa debe saber que un mano a mano se justifica a partir de trayectorias similares entre dos diestros, rivalidad de éstos y con públicos definidos por su partidarismo, notable contraste de personalidad y estilo y, desde luego, ante una corrida de toros, no de su aproximación. ¡Ya respétense, carajo!