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Al responsable, Jorge Vasilakos, nunca le hicieron nada, asegura madre de la víctima

Familiares de Karla Pontigo esperan que la SCJN declare que su muerte fue feminicidio

La CNDH ha señalado que autoridades de San Luis Potosí entorpecieron la investigación del caso

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 10 de diciembre de 2017, p. 16

Fue un accidente, le dijeron a Esperanza Lucciotto López cuando entró a ver el cuerpo inerte de su hija tendida en una cama del Hospital Central de San Luis Potosí y se enteró que tenía 40 lesiones internas y externas, incluida la amputación de una pierna, el desgarramiento de la vagina y las huellas de dedos en su cuello por estrangulamiento: ¡Esto no fue un accidente!, les dijo con un nudo en la garganta: A mi hija la asesinaron.

Desde aquella aciaga noche del 28 de octubre de 2012, Esperanza no ha dejado de luchar para que la muerte de su hija, que en un principio fue considerada por la Procuraduría General de Justicia de San Luis Potosí como un accidente, sea juzgada como un feminicidio y con perspectiva de género.

El indiciado por homicidio culposo es el poderoso empresario, Jorge Vasilakos Reyes, dueño del bar Play Club, donde Karla del Carmen Pontigo Lucciotto trabajaba como edecán, pero nunca pisó la cárcel debido a todas las irregularidades del caso.

Han pasado cinco años y su madre espera ahora la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que pronto podría dictaminar que ese caso se juzgue como un feminicidio y no como homicidio culposo:

Lo de mi hija fue un feminicidio. Jorge Vasilakos se obsesionó con ella, la acosaba todo el tiempo, la celaba siempre, la vigilaba. Los ministros tienen la oportunidad de hacer justicia para que se acabe un poco la impunidad, que haya un antecedente y se castigue a todos esos hombres que se creen tan poderosos y que siempre van a estar arriba y pueden hacer y deshacer, dice llorando Esperanza en entrevista con La Jornada.

Sin cadena de custodia

El caso de Karla Pontigo Lucciotto se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la impunidad que cubre los feminicidios en México. La Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho ha encabezado la lucha por el acceso a la justicia.

La abogada Ana Sandra Salinas Pérez explica en entrevista que la SCJN determinó por unanimidad atraer el caso desde el primero de julio de 2015, pero lamentablemente no se ha avanzado: El proyecto todavía no está listo en la Corte. Hace un mes nos dijeron que lamentablemente no es posible que salga este año.

Desde entonces se han presentado dos amicus curiae (recurso intterpuesto por un tercero para colaborar en el caso) con el propósito de aportar argumentos que confirmen la nula investigación del caso por las autoridades de la Procuraduría General de Justicia de San Luis Potosí, que no aplicó la debida diligencia con perspectiva de género tratándose de una muerte violenta.

“Estos recursos amicus curiae son documentos elaborados por organizaciones y feministas expertas en violencia de género, presentados a los integrantes de la primera sala de la SCJN y otro más por un despacho legal que analiza las cuestiones procesales”.

El amparo de revisión 1284/2015 de la SCJN puede determinar que las autoridades de San Luis Potosí vuelvan a investigar el caso como un feminicidio y no como homicidio culposo: Creemos que el caso debe considerarse como un feminicidio porque la procuraduría de San Luis Potosí lo ha determinado como una muerte accidental. Es necesario verificar si los ministerios públicos cumplieron con todos los estándares internacionales de investigación.

De acuerdo con el expediente, el agente del Ministerio Público llegó casi 48 horas después al lugar de los hechos, por lo cual no se preservó debidamente la escena del crimen. Por el contrario, el agente fue recibido por el mismo indiciado, el empresario Jorge Vasilakos Reyes, quien ya había ordenado que se limpiara el lugar.

Para la abogada Salinas Pérez este caso es embleamático porque lo que vivió Karla Pontigo le sucede a muchas mujeres en México: “Este caso retrata todos los tipos de violencia que puede sufrir una mujer.

Karla no solo sufrió lo que vivió en su último día, sino todo lo que vivió previamente, como el acoso laboral, el acoso sexual de su empleador, luego no recibió una atención médica oportuna. También retrata una violencia institucional contra ella y contra su familia y sus abogados por parte de la procuraduría.

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Esperanza Lucciotto López asegura que no descansará hasta que se haga justicia en el caso de su hija KarlaFoto Sanjuana Martínez

Su madre recuerda que los médicos no aplicaron ningún protocolo y por el contrario le exigieron donar los órganos para poder interponer una denuncia penal: Todavía no pasaba y ellos me decían que Karla iba a ser la primera donadora de corazón. Me dio mucho sentimiento, mucho coraje. Mi hija estaba viva todavía. Les dije que mi hija aún no fallecía, que se esperaran. Yo la quería viva como estuviera. Luego me condicionaron, me dijeron que si no donaba los órganos no podía interponer denuncia alguna.

Añade: Al final, me dieron una bolsa de plástico con su ropa, pero sus pertenencias personales nunca aparecieron. Nunca hubo una cadena de custodia, nunca aplicaron los protocolos. Me dieron su ropa como si hubiera sido muerte natural.

Empresario protegido

El 11 de enero del año pasado, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 55/2015 dirigida al gobernador priísta de San Luis Potosí, Juan Manuel Carreras López, por violación al derecho de acceso a la justicia y por actos y omisiones de servidores públicos de la procuraduría estatal en la averiguación previa.

La CNDH acreditó graves violaciones a los derechos humanos por parte de cuatro agentes del Ministerio Público del fuero común e igual número de peritos adscritos a la procuraduría estatal en agravio de Karla Pontigo, su madre y hermano, por entorpecer la investigación y dilatar e integrar de manera irregular la misma.

Desde el principio de la investigación, a la familia y los abogados de Karla se les impidió el acceso a la averiguación previa y no se les permitió presenciar el desahogo de las diligencias ministeriales.

Jorge Vasilakos fue protegido desde el principio por las autoridades. Él la molestaba mucho, se enojaba y la celaba, la acosaba sexualmente de manera constante. Nunca le hicieron nada. Hasta la fecha él sigue abriendo antros y restaurantes. Anda como si no hubiera hecho absolutamente nada, dice Esperanza Lucciotto, al exigir una investigación seria contra el presunto asesino.

Lo primero que me dijeron fue que ella tuvo un accidente con una puerta de cristal. Cuando paso a verla me lleve la sorpresa mas grande de mi vida. Le vi los golpes, las heridas en los hombros, el golpe de la cabeza, el ojo, el labio, las manos marcadas en su cuello, las heridas en sus brazos, la cara muy lastimada. Ya no tenía su pierna. Y lo del cuello era evidente que había marcas de estrangulamiento. Fue cuando exploté, porque nadie me quería decir la verdad. Una puerta no te hace todo eso. ¡Fue un asesinato!

Comenta que desde el inicio del juicio ha recibido amenazas y hostigamiento por parte de Vasilakos: El señor se me paró aquí en la casa, y de repente se me aparece gente en camionetas. A mí eso no me da miedo; si voy a quedar en la raya, no me importa, pero voy a luchar por mi hija, así se me aparezcan mil camionetas.

Larga batalla

Esperanza Lucciotto conserva intacta la habitación de su hija. No ha querido mover nada hasta que el Estado mexicano le permita su legítimo derecho a la justicia para marcar un referente jurídico que ayude a otras mujeres: Que de perdida las mujeres salgan y las respeten. Hay que empezar a educar para que vean que la mujer también vale, señala.

Sin poder contener el llanto recuerda los últimos momentos de su hija: Karla estaba en una cama toda conectada con una sabana de aluminio encima porque perdió toda la sangre. Ya le había dado un infarto y el médico me dijo que no sabía cómo seguía viva, que estaba luchando mucho. Ella luchó por su vida, y eso es lo que a mí me mueve a seguir luchando. Si ella luchó hasta el último momento, yo tengo que luchar para que se le haga justicia.

Esperanza tiene 49 años y es obrera en una maquiladora: Han sido cinco años traumáticos. Todavía no me resigno a vivir sin ella. Karla era muy alegre, sociable. Estudiaba nutrición, quería hacer mil cosas. No nada más la destrozaron a ella; nos deshicieron por completo a toda la familia. Yo sé que esto no me la va a regresar, pero me sentiría mejor si se le hace justicia para que ella descanse y yo también.