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El libro aborda el anarcosindicalismo español, la muestra más acabada del poder obrero

Paco Ignacio Taibo II presenta en la Alameda Que sean fuego las estrellas

Este movimiento se inició tras el despido de ocho trabajadores y derivó en huelga de 150 mil

Tiene paralelo con la revolución rusa, la alemana y los consejos laborales de Italia, sostiene

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Las bandas de pistoleros patronales que desataron una guerra a tiros en las calles durante cinco años contra los sindicalistas fue uno de los aspectos destacados ayer por Paco Ignacio Taibo II durante la presentación de su obra en la Feria del Libro organizada por la Brigada Para Leer en Libertad en la AlamedaFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de diciembre de 2017, p. 6

El anarcosindicalismo español es el tema del libro Que sean fuego las estrellas. Barcelona (1917-1923), historia sobre sindicalistas y pistoleros, investigación realizada por el escritor Paco Ignacio Taibo II.

Publicada por Editorial Planeta, esta obra de Taibo II recorre los vericuetos y vicisitudes de dicho movimiento sindical, considerado el más importante e impresionante de España, conocido como la huelga de La Canadiense, empresa de suministro de luz con capital de Canadá en la que se vieron implicados unos 150 mil trabajadores de distintos sectores de Barcelona, explicó el autor durante la presentación del texto, como parte de las actividades de la Feria del Libro organizada por la Brigada Para Leer en Libertad, instalada en la Alameda Central, a un costado del Palacio de Bellas Artes.

Para Taibo II el anarcosindicalismo español es la muestra más elaborada y acabada del poder obrero de principios del siglo XX, paralelo a la revolución rusa y alemana y a los consejos obreros de Italia.

Pistoleros contra gremios

Para mí, que estaba haciendo sindicalismo democrático y participé en las luchas de los ferrrocarrileros de (Demetrio) Vallejo, de los trabajadores de la educación del Sterm, en los movimientos de Ecatepec y de las trabajadoras de Irapuato, ese movi- miento español era una lección impresionante, el cual tenía en medio, además, una trama policiaca en la que ante el ascenso vertiginoso del movimiento gremial, se articularon una serie de bandas de pistoleros patronales, que desataron una guerra a tiros en las calles durante cinco años.

Para dicha investigación, dijo el autor, recurrí a distintas fuentes hemerográficas y bibliográficas, así como a los archivos de Ámsterdam y Valadez de México, entre otras.

Que sean fuego las estrellas, explicó, es una historia absolutamente proletaria, de obreros del sector servicios, en la que apenas existen cuadros de clase media.

Los integrantes del movimiento anarcosindicalista, reseñó, eran trabajadores que tenían una capacidad de migración laboral impresionante, como pintores de brocha gorda, vidrieros, mecánicos, electricistas, que si los despedían de una fábrica entraban a otra, pero dejando la organización sindical en la que estaban. Entre los sectores más combativos, añadió, estaban los trabajadores de la madera, desde las fábricas de pianos y muebles, hasta los carpinteros que hacían infraestructura en las metalúrgicas.

“El movimiento en Barcelona creció de una manera muy extraña. En Madrid, en Asturias y en el País Vasco, habían sido los socialistas los que habían crecido, pero en Cataluña las influencias de las ideas anarcosindicalistas pegaron duro en la clase obrera.

El anarquismo catalán de aquellos años era un anarquismo de ideas, no de organización. Hacían decenas de periodiquitos, tenían clubs culturales, bibliotecas, hacían continuamente conferencias y debates. Eran feministas. Estaban en favor de la ciencia. Gustaban de pésimos poemas bucólicos. Promovían el sánscrito. Eran innovadores y vanguardia en muchas cosas, por ejemplo, explicó Taibo II, para aquel entones se organizó a más de 5 mil sirvientas, llegando incluso a estar en huelga unas 15 mil, entre cuyas demandas estaban una jornada de 8 horas, descanso dominical, respeto y no tenerlas encerradas. Lo extraordinario es que ganaron la huelga.

En el libro Paco Ignacio Taibo II da cuenta de las bandas de pistoleros patronales y del inicio que desembocaría en una huelga general: el despido de ocho trabajadores, con cuya lucha por su reinstalación de manera paulatina se fueron solidarizando diversos sindicatos hasta llegar a involucrar a unos 150 mil trabajadores en el movimiento.