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La Academia Sueca entrega al escritor británico el Premio Nobel de Literatura 2017

Ishiguro nos hace vernos sumergidos como estamos en una historia violenta sin fin

Leerlo es ingresar a un mundo estilístico gloriosamente modesto, se destaca en la ceremonia

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Alice Bah Kuhnke, ministra sueca de Cultura, y Kazuo Ishiguro, galardonado con el Premio Nobel de Literatura, durante su arribo al Ayuntamiento de Estocolmo para el banquete tras la ceremoniaFoto Ap
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El escritor británico luego de recibir el reconocimiento de manos del rey Carlos XVI GustavoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de diciembre de 2017, p. 8

Durante la ceremonia de entrega de los Premio Nobel ayer en Estocolmo, Suecia, correspondió a la secretaria permanente de la Academia Sueca, Sara Denius, hacer la presentación del escritor británico Kazuo Ishiguro, galardonado con el máximo reconocimiento literario del mundo.

Leer a Ishiguro es ingresar a un mundo estilístico gloriosamente modesto. La prosa es controlada, moderada y exacta, a veces incluso seca. Pero luego, el movimiento comienza bajo espléndidas cláusulas. Un tremor se acerca. Es justo cuando lo que está entre líneas se revela a sí mismo, dijo la filóloga.

Ante un público conformado por intelectuales y científicos de Suecia, así como los invitados especiales de los ganadores del los Nobel de Física, Química, Medicina, Economía y Literatura, Denius explicó que en unas pocas páginas de la novela Cuando fuimos huérfanos (2000) el personaje principal recibe un regalo, “él es joven, simplemente un niño. Abre el presente, encuentra varias hojas de papel. ¿Sus amigos le han gastado una broma? Finalmente, desempaqueta una vieja caja de cuero y la esconde: es una lupa.

Un regalo para los seres humanos

La lupa no tiene relación con la trama. Es simplemente un detalle. Pero aun así, tiene un significado. La escena nos proporciona una imagen excepcional del arte de Kazuo Ishiguro. Página tras página, nos encontramos atrapados por el deseo de descubrir lo que está escondido entre líneas y, finalmente, al abrir el estuche, nos encontramos en posesión de una lupa. Es el regalo de Kazuo Ishiguro para el lector: un dispositivo óptico para ayudarnos a los seres humanos a vernos a nosotros mismos, sumergidos como estamos en una historia violenta sin fin.

La secretaria permanente de la Academia Sueca describió la obra del Nobel de Literatura 2017 como una mezcla entre Jane Austen y Franz Kafka: “esto puede sonar extraño. Estrictamente hablando, debería ser imposible. Pero Ishiguro muestra que funciona. Funciona bien de hecho. Aquí reside gran par- te de su grandeza. Por un lado, hay una descripción de lo ordinario, de los rígidos protocolos de la vida social, de las ironías irrevocables de la existencia humana y, por otro lado, una toma de conciencia de lo absurdamente cómico, como el Gregorio Samsa de Kafka, que se despierta después de una noche inquieta sólo para darse cuenta de que se ha transformado en un insecto.

“Su novela Lo que queda del día (1989) comienza con las sencillas entradas en el diario del señor Stephens, mientras recorre un paisaje inglés para encontrarse con un viejo amigo de la década de 1930. Antes de que nos demos cuenta, nos estamos deslizando al abismo de la existencia. La novela concluye en tragedia: una tragedia de oportunidades perdidas. Como beneficio adicional, uno obtiene la sociología de una vieja clase social. El mundo de Ishiguro es un mundo sin héroes, e igualmente importante: no hay depredadores a la vista, por lo tanto, no hay víctimas.

Su escritura proviene de la tradición realista del siglo XIX, de innovadores como Jane Austen, Charles Dickens, Charlotte Brontë y George Eliot. Fue entonces cuando la novela abrió su ventana al mundo cotidiano. Ishiguro también es un innovador, siempre asume riesgos. Con cada nuevo libro, él investiga una nueva mezcla de géneros, con elementos de la historia de detectives, de la ciencia ficción, del mito. Si la ventana de la novela siempre ha sido amplia, Ishiguro la ha ensanchado aún más.

Denius concluyó sus palabras de bienvenida así: querido señor Ishiguro, tengo el gran placer de transmitirles las cálidas felicitaciones de la Academia Sueca y de pedirles que reciban de manos de su majestad el rey el Premio Nobel de Literatura 2017.