Sociedad y Justicia
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Apesta y es la gangrena de un pueblo

La corrupción la pagan los más pobres, sostiene instituto cristiano
 
Periódico La Jornada
Martes 12 de diciembre de 2017, p. 35

La corrupción la pagan los más pobres, las personas que no tienen acceso a los servicios básicos para vivir, los niños sin educación, los hospitales que no tienen medicinas, los enfermos sin cuidados, las personas que se quedaron sin casa tras el pa-sado sismo del 19 de septiembre, aseguró el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc).

Detalló que datos de Transparencia Internacional indican que aunque seis de cada 10 mexicanos consideran que la corrupción aumentó este año, 74 por ciento de los ciudadanos está dispuesto a realizar acciones que ayuden al combate de la misma.

Al respecto, en el foro Por un México sin corrupción, Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, expuso que se trata de un problema severo en el país y añadió que es un fenómeno transversal, que afecta la confianza social hacia todos los poderes y actores políticos, y deteriora el tejido social.

Expuso que en los años reicientes existe la percepción generalizada de que el fenómeno se ha agravado. Ello debido a la multiplicación de los escándalos de corrupción y conflicto de interés, y señaló que ante esto ha faltado una respuesta institucional articulada y convincente.

El jerarca aseguró que la corrupción es un fenómeno que no conoce límites políticos ni geográficos, ya que está presente en los países ricos y en los países pobres y mencionó que los costos de esta práctica recaen sobre los ciudadanos, ya que la se paga desviando los fondos de su legítima utilización.

Detalló que el problema atraviesa todos los sectores sociales, por lo que no se puede atribuir sólo a los operadores económicos ni sólo a los funcionarios públicos, pues la sociedad civil tampoco está exenta.

El Imdosoc recordó que el papa Francisco, durante su visita a México, advirtió que la experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo. El Papa ha sido muy enfático y ha planteado que la corrupción apesta y es la gangrena de un pueblo.

Destacó que reducir la corrupción y la impunidad es una condición clave para una sociedad justa y equitativa, y corresponde a todos emprender esa tarea.