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Ubicada en Santiago de Cuba, primero fue un informal centro de reunión para cantantes

La Casa de la Trova, santuario cultural donde se renueva la pasión por esa música
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La Casa de la Trova, una construcción casi centenaria, guarda las raíces de la música cubanaFoto Xinhua
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Hay una especie de convención no escrita de que sólo las buenas voces tienen cabida en la Casa de la TrovaFoto Xinhua
 
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de diciembre de 2017, p. 9

Santiago de Cuba.

Resulta imposible visitar o hablar de Santiago de Cuba sin conocer la Casa de la Trova, una concurrida institución cultural donde se esconden las raíces más profundas de la música cubana.

En una casa casi centenaria, ubicada a unos metros del céntrico parque Céspedes, prácticamente no cesan los acordes de las guitarras, ni las voces de cantantes, profesionales o no, que mantienen viva la tradición de los trovadores, que comenzaron a aparecer en la ciudad hacia 1850.

Aquellos hombres, casi todos bohemios y bebedores, se ganaban el sustento con una guitarra y la voz para interpretar una gran variedad de expresiones artísticas con temas de la cotidianidad, que incluían desde el amor hasta asuntos políticos.

En la trova vive la vida del santiaguero, dice el promotor cultural Santiago Puente, asiduo al local adonde, desde su inauguración en 1968, han concurrido los más grandes músicos cubanos y hasta el mismísimo Paul McCartney, uno de los integrantes de The Beatles.

Lo que hoy es una importante institución cultural cubana, fue desde la década de los años 40 del pasado siglo un punto de reunión informal de músicos, quienes se acercaban al pequeño negocio de venta de comida para compartir canciones y experiencias sin mucho protocolo.

El triunfo de la Revolución Cubana, en enero de 1959, que abrió una etapa de florecimiento de la cultura y la educación, significó la constitución oficial de la casa, que como institución atesora la Distinción por la Cultura Nacional.

No es difícil cantar ahí, aunque hay una especie de convención no escrita que determina que sólo lo hagan quienes tienen buenas voces y sean capaces de transmitir el especial sentimiento de las viejas canciones cubanas.

El veterano Alejandro Nene Almenares es hijo de Ángel Almenares, uno de los cinco fundadores de la Casa de la Trova, y ahora rinde homenaje a su padre desde el trío Los Taínos. Canta y toca la guitarra con maestría a sus 76 años de vida.

Genuina y exclusiva

La trova es lo más significativo, exclusivo y genuinamente cubano de lo que es esta ciudad heroica, prodigiosa, afirma con pasión Almenares, poco después de terminar una actuación.

Trovador, compositor, guitarrista, tresero y luthier, Nene Almenares es un baluarte en la defensa de una tradición que le permitió acercarse a grandes de la música cubana, como Miguel Matamoros o Ñico Saquito, y empezar a componer canciones desde los 13 años.

Esa transmisión trovadoresca de padres a hijos es algo natural, como también asegura el músico Jorge Ferrer, cuya madre lo llevaba a ese local desde pequeño, en especial cuando tocaba la orquesta de su tío, Electo Rosell, que interpretaba el más genuino son cubano.

La trova enmarca muchas cosas, porque no es un género como tal, sino una forma de expresión cultural, de donde beben muchas personas. Por ejemplo yo. Para mí es parte de mi vida, afirma Ferrer.

Graduado como guitarrista en una escuela de arte de la ciudad, Ferrer está convencido de la autenticidad de lo que se hace en ese lugar y, sobre todo, de la influencia que tiene sobre la música cubana.

Lo cierto es que los santiagueros no pueden vivir sin esta institución, donde decenas de personas se reúnen a lo largo del día, pues la casa abre en la mañana y sólo cierra a las dos de la madrugada del día siguiente para tomar un breve respiro.

Esa constante renovación entre trovadores profesionales y aficionados hace que la Casa de la Trova de Santiago de Cuba sea un verdadero santuario cultural donde se puede apreciar cada día la pervivencia de las más puras esencias de la música popular cubana.