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Ocho ex reclusos de Guantánamo exhiben sus obras en Nueva York

Belleza creada por hombres demonizados
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Barco creado por el yemení Moath al Alwi’s, cuyas velas están hechas con cartón, incluido en la exposición Oda al mar, montada en el Colegio de Justicia Penal John Jay, en Nueva York. La muestra reúne piezas creadas por prisioneros de la cárcel de Guantánamo, CubaFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de diciembre de 2017, p. 7

Nueva York.

Un barco en miniatura de cartón con velas hechas con una camiseta y cuerdas sacadas de la gorra de oración. Un cuadro de una mezquita a orillas del mar o de una amenazante estatua de la Libertad, obras hechas en la prisión de Guantánamo, se exhiben en una muestra en Nueva York.

El Colegio de Justicia Penal John Jay presenta hasta el 26 de enero obras de arte que ofrecen una conexión directa y muy inusual con ocho supuestos yihadistas de Guantánamo, la cárcel simbólica de la guerra contra el terrorismo y de los excesos cometidos en su nombre, explica Erin Thompson, una de las curadoras.

Erigida en 2002 en la base naval estadunidense de la bahía de Guantánamo, en Cuba, la prisión ha albergado a unos 800 sospechosos capturados tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 y de la intervención de Estados Unidos en Afganistán.

El ex presidente Barack Obama se comprometió a cerrar esta prisión militar desprestigiada por acusaciones de tortura y arbitrariedad. Sin embargo, Guantánamo todavía aloja a 41 prisioneros y el presidente Donald Trump quiere mantenerla.

Esta exposición de cuadros y objetos de prisioneros se titula Oda al mar, elemento omnipresente en las obras pese a que los prisioneros sólo lo vieron una vez, durante un huracán en 2014 que obligó a quitar por unos días las lonas que generalmente tapan la vista, señala Thompson.

Sin glorificar

El mar no sólo alimenta los sueños y pesadillas de los detenidos, sino que también es un tema aceptable para la censura, que rechaza obras con contenido demasiado político o enojo, dice la curadora de la exposición.

La censura, sin embargo, dejó pasar un dibujo titulado Vértigo en Guantánamo, una espiral con puntos azules, verdes y rojos. El prisionero paquistaní-kuwaití Ammar al Baluchi, el único de los detenidos que participan en la exposición que fue formalmente acusado de complicidad en los ataques del 11 de septiembre, quiso describir con él a sus abogados, los vértigos que decía sufrir desde que fue torturado por la CIA, explica Thompson.

El dibujo no está allí para glorificarlo como artista, sino para que podamos aprender de su experiencia, de su vida, considera la experta.

De las 30 obras incluidas en Oda al mar, una firma, la del yemenita Muhammad Ansi, se repite 16 veces.

Liberado y transferido a Omán en enero de 2017, fue uno de los impulsores de esa muestra, explica su abogada neoyorquina Beth Jacob.

Durante sus primeras reuniones, Ansi habló largamente sobre los talleres de arte penitenciario, lanzados en 2009, preguntando si sus obras podrían verse en el exterior.

La abogada obtuvo una autorización de los funcionarios responsables de Guantánamo para llevar algunas piezas y se las mostró a un amigo artista en Nueva York.

Así nació la idea de una exposición. Otros recluso o ex prisioneros que salieron de Guantánamo con sus obras, pidieron sumarse.

Estos hombres han sido demonizados, considera la abogada Beth Jacob, y esperan con la exposición dejar de ser considerados lo peor de lo peor para pasar a ser personas con sentimientos y emociones, que aprecian la belleza.

Es casi un llamado a ser comprendidos, añade.

Según algunos detenidos, la exhibición es también una oportunidad para reafirmar su existencia, sostiene Ramzi Kassem, profesor de derecho, también muy activo en Guantánamo.