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María Elena Álvarez-Buylla Roces
E

l jurado del Premio Nacional de Ciencias 2017, que otorga el gobierno de la República, decidió concederlo este año a la doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces. Se trata de un justo reconocimiento al trabajo científico realizado durante varias décadas por la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien ha logrado amalgamar sus objetivos científicos en el área de la genética molecular y el desarrollo y evolución de plantas, con un compromiso social en la defensa de las variedades nativas de maíz y de los campesinos mexicanos.

Es muy difícil hablar de esta extraordinaria científica mexicana sin referirse a sus raíces. Su abuelo materno, Wenceslao Roces, fue abogado, historiador, filósofo, traductor y luchador social nacido en España. Miembro del Partido Comunista en aquella nación y amigo personal de Miguel de Unamuno, fue despojado de su cátedra universitaria junto con otros grandes intelectuales opositores a la dictadura franquista y fue desterrado. Roces fue sin duda uno de los grandes talentos que contribuyeron al desarrollo del pensamiento liberal y de izquierda en México. Como traductor, muchos nos vimos beneficiados por él, pues tradujo al español varias de las obras claves de Carlos Marx, entre ellas El Capital y el Manifiesto del Partido Comunista, así como libros de autores como Rosa Luxemburgo, Ernst Bloch, Wilhelm von Humboldt, Rudolph Stammler, Friedrich Hegel y Alexandre Koyré.

Los padres de la galardonada, Elena Roces y Ramón Álvarez Buylla, dos personajes centrales en el desarrollo de la fisiología en México. Yo tuve el gran privilegio de conocerlos, pues él fue mi profesor en el curso experimental de endocrinología que impartía en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. Discípulo del fisiólogo ruso Piotr K. Anokhin, quien a su vez se formó al lado de Ivan Pavlov, don Ramón, como lo llamábamos los estudiantes de mi generación, fue una de las mentes más brillantes en la fisiología mexicana. Describió, por primera vez, las características funcionales del corpúsculo de Pacini (que debería llevar su nombre), el receptor responsable de la mecanorrecepción en diversas especies, incluida la humana, entre muchas otras contribuciones. Para él, las funciones de una célula o un órgano sólo podía entenderse como parte integral de todo el organismo, lo que lo alejaba de las concepciones reduccionistas. La disciplina en el trabajo experimental y el compromiso con cada uno de sus experimentos, siempre fue el sello distintivo de su laboratorio. Sin duda, influyeron de manera notable en sus hijos, como lo ha dicho con orgullo uno de ellos, Arturo Álvarez-Buylla Roces, neurocientífico mexicano radicado actualmente en Estados Unidos, quien obtuvo en 2011 el Premio Príncipe de Asturias, considerado el Nobel de Iberoamérica.

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María Elena Álvarez-Buylla Roces, el 4 de julio de 2006Foto Cristina Rodríguez

Elena Álvarez-Buylla Roces es heredera de la tradición científica e intelectual de su familia y así lo ha dicho cuando afirma con gran generosidad que el Premio Nacional de Ciencias, que ahora recibe, no es personal, pues lo considera un reconocimiento a sus padres, a su familia, sus maestros, estudiantes y colaboradores, pero es muy importante destacar que ella obtiene este galardón por sus méritos propios, que no son pocos. Su trayectoria científica es muy amplia y reconocida en los ámbitos nacional e internacional, publica artículos y es revisora en las más importantes revistas científicas del mundo.

El jurado que decide a quién otorgar el Premio Nacional de Ciencias está integrado por científicos de muy alto nivel y una de las razones públicas en las que justifica su decisión es muy clara: Por sus aportaciones a la comprensión de la dispersión de los transgenes en las variedades nativas del maíz. Aquí no se está haciendo un juicio de valor sobre sus consecuencias, pero se está reconociendo una realidad que ha documentado y sostenido durante varios años Elena Álvarez-Buylla a través de un trabajo científico muy sólido, en el que muestra la propagación de genes de maíz transgénico en las variedades nativas de ese cereal en México.

Los efectos de esta propagación sobre la salud y el medio ambiente (que Elena considera nocivos) son, como se sabe, objeto de un importante debate científico, no sólo en México, sino a nivel mundial. Un debate que, como la propia Elena Álvarez-Buylla ha señalado en algunas entrevistas recientes, debe estimularse y estar basado en evidencia científica.

Felicidades a Elena ÁlvarezBuylla Roces por tan merecido reconocimiento.