Opinión
Ver día anteriorMartes 19 de diciembre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ted Anaya
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robablemente vio usted el autodestape que realizó Ted Anaya, para contender por la presidencia de la República, el pasado 9 de diciembre. No sé por qué le dicen niño si se aproxima a los 40, y tampoco por qué le dicen maravilla a un millennial tipo TED (technology, entertainment, design) de cultura neoliberal prototípica.

Cualquiera no- millennial, cualquiera mayor, mínimamente familiarizado con las tecnologías de la información, y que haya visto la auto presentación de Ted Anaya y la presentación que hizo de sus opiniones sobre México, sobre el PRI y sobre Andrés Manuel López Obrador, seguramente convendrá conmigo en que hizo una muy buena copia de las TED Talks. No me he equivocado, habló del PRI, no de su candidato; y habló de AMLO, no de Morena.

Si mis eventuales lectores no han tenido ocasión de ver una conferencia TED, les comento que coincido con quienes piensan que se trata de una modalidad muy propia de la cultura neoliberal de los grupos globalizados de altos ingresos. Ignoro si Ted Anaya se identifica con lo que digo, pero es claro que se trata de uno de ellos. En este grupo de millennials, todos quieren ser ciberoptimistas, y creen firmemente que las sociedades libres necesariamente derivan de datos libres. Es visible que simplifican drásticamente los problemas (¡vea el autodestape de Ted!), hasta semejarse a los slideshows de monitos inteligentes. Tratan cualquier tema en un tono positivo que destila optimismo new age sobre mejora personal; la lista de videos TED más vistos es como leer los capítulos de un libro de autoayuda. En cualquier conferencia de este tipo, no existen finales trágicos ni naufragios (no hay más dios que Paulo Coelho, y TED es su profeta): vea la auto presentación de Ted Anaya, y verá su grand finale: sus originalísimas propuestas para un cambio donde todos tienen derecho a la felicidad (sus palabras).

TED Talks es una pieza que encaja muy bien en el zeitgeist de la élite joven, Internet- loving, con estudios universitarios, de ambos lados del Atlántico. Dice el ensayista Octavio Medina: “pertenece al mismo campo semántico que la obsesión por los lifehacks, esas pequeñas píldoras de sicología pop que prometen solucionar nuestros problemas de productividad”: típicamente, los lifehacks tan festejados por este segmento de millennials. Por ejemplo: Danielle Doetsch es una actriz del área de Chicagoland que asistió al Conservatorio de Arte Dramático de Nueva York. Tiene un blog famoso en el que, entre muchas otras cosas escribió: “Me llevó mucho tiempo, pero aprendí el arte de decir que no. Decir ‘no’ significaba que ya no satisfacía plenamente las necesidades de todos los demás y podía hacer más espacio para lo que realmente quería hacer. En vez de comprometerme demasiado, decidí perseguir lo que realmente importaba. Empecé a manejar mi tiempo más alrededor de mis propias necesidades e intereses. Cuando eso sucedió, me volví mucho más feliz. ¿Y adivina qué? Apenas decepcioné a nadie”. Toda una monería de una millennial adinerada e individualista hasta el hueso. Con seguridad, fascinada sigue las TED Talks, cuyas oficinas están ubicadas justamente en New York.

La organización TED, sin ánimo de lucro, cobra 6 mil dólares anuales por persona, por asistir durante dos de las semanas de un año, a las conferencias, que duran 18 minutos o menos cada una; ya se ha expandido más allá de sus fronteras a un costo de 7 mil 500 dólares anuales para los asistentes. Existen varias ferias TED y hasta un premio anual de 100 mil dólares. La paradoja de TED es ser la organización más elitista para las ideas y al mismo tiempo, una de las más abiertas, dice el bloguero, académico y consultor de medios Jeff Jarvis. Abiertas porque, después de haberse impartido una TED Talk, en su sede, unas semanas después, pueden hallarse en YouTube, en ITunes y otros canales. Una muy celebrada conferencia, elitista para las ideas, impartida durante 17 minutos por Latiff Nasser, fue No tienes idea de dónde vienen los camellos, con más de 2.3 millones de visitas en la propia página de TED.

Ted Anaya salió a un escenario fielmente copiado a los de TED, con una amplia sonrisa semejante a la de un emoticono. Detrás de él, una pantalla gigantesca, y en ella ondeaba, majestuosa, una bandera mexicana, mientras el orador/candidato, saludaba por nombre y apellidos a medio auditorio: se trataba de sus queridos, o muy queridos, amigos del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano.

El formato de la talk, previsible: sólo hay dos alternativas: la continuidad (el PRI naturalmente); o el cambio. ¡Ah!, pero ¡no cualquier cambio! Hay dos posibilidades; y plagiando al PRI (no explicitó la cita), dijo: “a México no le conviene un cambio hacia el pasado…”, aunque agregó: repleto de locuras (mientras una inmensa imagen de AMLO aparecía en la pantalla). López Obrador representa un cambio de ideas viejas y fracasadas (continuó, plagiando al PRI); podíamos (sic) pasar horas poniendo ejemplo de ideas viejas y fracasadas. Pero como no podía hacer tal cosa, pondría tres ejemplos. La primera: dice él que basta que llegue un iluminado para que automáticamente termine la corrupción; los asistentes tendrían que haberse preguntado: ¿eso dijo AMLO?: ¿¡Basta que llegue un iluminado, o sea yo, para que termine la corrupción!? Puede que no haya sido textual, diría Ted, pero ¡eso quería decir! ¡Sí!, ya sabemos, los millennials de su tipo pueden, cuando quieran, permitirse tales posverdades.