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México SA

Emigración e identidad

Aporte multimillonario

¿Lo mejor, por venir?

A

lo largo de los años suman miles y miles los millones de dólares (tantos como 400 mil tan sólo en el periodo 2001-2017) inyectados por los paisanos a la economía mexicana –y, obvio es, a la de sus respectivas familias–, a la que una y otra vez salvan de los desequilibrios a la hora de las balanzas financieras.

Se trata de un mundo de recursos que ha amortiguado la exportación de capitales privados, la cual crece según corren los sexenios. Y estos montos son remplazados –valga el término– por la inyección de recursos que puntualmente hacen los paisanos. Pero éstos corren el riesgo de pagar un alto costo: la paulatina pérdida de identidad nacional en algunos de ellos.

Sobre esto último, el Pew Research Center divulgó un estudio (La identidad hispana se desvanece en todas las generaciones a medida que se disipan las conexiones con los inmigrantes, con las firmas de Mark Hugo López, Ana González Barrera y Gustavo López, y del que se toman los siguientes pasajes) en el que subraya que “más de 18 por ciento de los estadunidenses se identifican como hispanos o latinos, el segundo grupo racial o étnico más grande del país. Sin embargo, dos tendencias –alta tasa de matrimonios mixtos y una década de inmigración latinoamericana a la baja– alejan a algunos estadunidenses de ascendencia hispana de las experiencias de vida de generaciones anteriores, reduciendo la probabilidad de que se llamen hispanos o latinos”.

Entre los 42.7 millones de adultos estadunidenses con ascendencia hispana en 2015, nueve de cada 10 (89 por ciento, o aproximadamente 37.8 millones) se identifican como hispanos o latinos. Pero otros 5 millones (11 por ciento) no se consideran como tales. Cuanto más cerca estén de sus raíces como inmigrantes, más probable es que los estadunidenses con ascendencia hispana se identifiquen como hispanos.

Casi todos los adultos inmigrantes de América Latina o España (97 por ciento) dicen que son hispanos. Del mismo modo, los adultos de segunda generación con ascendencia hispana (hijos nacidos en Estados Unidos de al menos un padre inmigrante) tienen una tasa de autoidentificación hispana casi tan alta (92 por ciento).

En la tercera generación (grupo formado por hijos nacidos en Estados Unidos de padres nacidos en ese país y abuelos inmigrantes), la proporción que se autoidentifica como hispana desciende a 77 por ciento. Y para la cuarta generación o superior (hijos nacidos en territorio estadunidense, de padres y abuelos nacidos en Estados Unidos o incluso parientes más distantes), sólo la mitad de los adultos estadunidenses con ascendencia hispana dicen que son hispanos.

Entre los adultos que dicen tener antepasados hispanos (padres, abuelos, bisabuelos o anteriores), pero que no se autoidentifican como hispanos, la gran mayoría (81 por ciento) dice que nunca se han considerado hispanos. Cuando se le preguntó por qué, la respuesta más común (27 por ciento) fue que su ascendencia hispana está muy rezagada o sus antecedentes son mixtos.

La inmigración de América Latina jugó un papel central en el crecimiento de la población hispana en Estados Unidos y su identidad durante los años 80 y 90. Pero en los años 2000, los nacimientos en territorio estadunidense superaron la llegada de nuevos inmigrantes como el principal impulsor de la dinámica poblacional hispana. Y la gran recesión, junto con muchos otros factores, ralentizó significativamente el flujo de nuevos inmigrantes al país, especialmente de México.

Como resultado, la población hispana en Estados Unidos sigue creciendo, pero a un ritmo casi 50 por ciento menor al de hace una década, a medida que menos inmigrantes llegan al país y la tasa de fertilidad entre las mujeres hispanas ha disminuido. En el mismo periodo, la tasa de matrimonios entre latinos se mantuvo relativamente alta y cambió poco. En 2015, 25.1 por ciento de los recién casados latinos lo hizo con un cónyuge no latino.

Como resultado de las altas tasas de matrimonios mixtos, algunos de los latinos actuales tienen padres o abuelos de herencia mixta, y esa proporción es más alta entre las generaciones posteriores. Según las encuestas, 18 por ciento de los inmigrantes dice tener un padre o abuelo no latino en su familia, una proporción que crece a 29 por ciento entre la segunda generación y a 65 por ciento entre la tercera o superior. Y entre aquellos que dicen tener ascendencia latina pero que no se identifican como latinos, 96 por ciento dice tener un legado no latino en sus antecedentes.

Un patrón similar está presente entre quienes están casados. Alrededor de 78 por ciento de los hispanos casados tienen un cónyuge que también es hispano. Pero ese porcentaje disminuye a lo largo de las generaciones. Casi todos los hispanos inmigrantes casados (93 por ciento) tienen un cónyuge hispano, pero esa proporción cae a 63 por ciento entre los hispanos casados de segunda generación y a sólo 35 por ciento entre los hispanos casados de tercera generación.

Las últimas proyecciones de población enfatizan el tamaño y la velocidad del crecimiento de la población hispana. En 2065 la población hispana en Estados Unidos equivaldrá a 24 por ciento de la población total en Estados Unidos (uno de cada cuatro), en comparación con 18 por ciento en 2015. Pero estas proyecciones suponen que continuarán muchas de las tendencias actuales, incluidas las de identidad propia de los hispanos.

Los términos que los hispanos usan para describirse a sí mismos pueden proporcionar una mirada directa a sus puntos de vista sobre la identidad y el vínculo con sus países o familias de origen. Entre todos los adultos hispanos, por ejemplo, la mitad dice que con mucha frecuencia se describen por el país de origen o herencia de su familia, utilizando términos como mexicano, cubano, puertorriqueño, salvadoreño, etcétera. Otro 23 por ciento dice que a menudo se llama a sí mismo estadunidense, y una proporción igual se refiere con mayor frecuencia como hispano o latino.

Las rebanadas del pastel

La pareja ciudadana (Meade y esposa) se queja amargamente: en estas épocas repetimos las palabras. Y tiene razón, porque ella, como oferta de precampaña, promete a los mexicanos lo mismo que Enrique Peña Nieto (con idénticas palabras), Felipe Calderón, Vicente Fox y de allí para atrás, es decir, lo mejor está por venir. Y si lo que hemos visto y padecido es lo mejor, imaginen cómo estará lo peor.

Twitter: @cafevega