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Penultimátum

Casa de mujeres

E

l Museo de la Moneda de Francia ocupa un bello palacio neoclásico de 10 mil metros cuadrados. Se construyó en 1771 frente a la orilla del río Sena y cerca de la llamada fuente de San Michel. Remodelado totalmente, el visitante puede ahora recorrer la fábrica más antigua de monedas, medallas y otras obras de arte del mundo (data del año 864), en la que se puede ver el trabajo cotidiano de quienes las elaboran, y admirar piezas únicas, como la moneda más antigua, la del rey lidio Creso.

Gracias a la remodelación, el museo tiene desde 2014 un área para exponer obras de los artistas contemporáneos más reconocidos. Hace dos años, por ejemplo, la del irreverente y provocador escultor italiano Maurizio Cattelan, que lo mismo se burló de Hitler que de Juan Pablo II y el sistema educativo.

Desde septiembre pasado ofrece otra de gran calidad: Women House, rencuentro del género femenino con un espacio, el doméstico, donde ha predominado el poder masculino. Con ella se rinde homenaje a Womanhouse (Casa-mujer), exposición organizada en 1972 por Miriam Shapiro y Judy Chicago en Los Ángeles, en la que 25 mujeres artistas trazaron con sus obras un parteaguas en la historia del arte feminista. Es la década en que los temas de la maternidad, el aborto, la libertad sexual y el papel activo de la mujer en la vida pública empiezan a ocupar el debate político. Hasta entonces, la casa era símbolo de confinamiento y sumisión.

La Casa de mujeres en el Museo de la Moneda nos remite a un espacio que bien puede servir de refugio, cárcel, abuso y violencia doméstica o lugar creativo; el hogar como sitio de resistencia contra los crímenes de odio que ocurren por doquier.

Treinta y nueve artistas del siglo XX y el actual y de todos los continentes se encargan de mostrar esa realidad, en algunos casos de manera poética y nostálgica. Entre ellas, la austriaca Birgit Jürgenssen, la portuguesa Elena Almedia, la italiana Monica Bonvicini, las estadunidenses Francesca Woodman y Laurie Simmons, la sudafricana Zanele Muholi, la iraní Nazgol Anzarina, la holandesa Lydia Schouten y la mexicana Pia Camil.

Y dos clásicas del tema: Louise Bourgeois, primera en asociar hace medio siglo el cuerpo femenino con la arquitectura de la casa. Entre sus obras se exhibe su enorme araña, vista como una madre protectora que alberga un huevo en su vientre. Y Niki de Saint-Phalle, con sus casas nanas, que luego tomaron dimensiones arquitectónicas donde la gente puede entrar y salir.  

No faltan las referencias a las obras de Virginia Wolf y al dramaturgo Henrik Ibsen: Nuestra casa ha sido un cuarto de juegos. Aquí soy tu mujer muñeca, tal como en mi casa fui la muñeca de mi papá.

Una exposición que clama contra el predominio machista y la violencia contra la mujer en el ambiente familiar.