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Mayo 68: la historia y los libros
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ace 50 años, un viento de protesta y deseos de barrer con lo establecido sacudía las ideas fijas del Oriente al Occidente. De la primavera de Praga y el mayo del 68 en Francia al trágico 2 de octubre en México, los movimientos estudiantiles se sucedieron atravesando fronteras ante la impotencia de los gobiernos para dispersarlos dentro de los márgenes de la democracia. Impotencia y prepotencia condujeron a represiones policiacas y militares: los tanques soviéticos en Praga, los CRS (Compañía Republicana de Seguridad) en Francia, grupos paramilitares y Ejército en México, donde se bañó en sangre la plaza de las Tres Culturas.

Muchos testimonios, análisis y polémicas se han hecho desde entonces tratando de explicar lo inexplicable, clarificar lo sucedido, identificar las consecuencias. ¿De dónde surgieron estos movimientos? ¿Qué los hizo nacer aquí y allá? ¿Qué quedó de ellos?

Prohibido prohibir fue uno de los lemas franceses que dio la vuelta al mundo. Estas dos palabras resumían los anhelos de una generación de jóvenes. Signos anunciadores: el pelo largo de los muchachos y la píldora contraceptiva para ellas. Ya no se trataba de rebeldes sin causa, pero tampoco de guerrilla a la Guevara. Se quería tomar la calle y poner de patitas en ella a los representantes de un poder obsoleto y opresor. Dar la palabra a la gente anónima amordazada por el consumismo, las cadenas del crédito, la propaganda informativa del establishment. Movimiento de liberación sexual y de rebelión doméstica que revolucionó costumbres familiares y tradiciones sociales. Los muros de París se cubrieron de eslogans y en Mexico los estudiantes realizaron pintas por la noche. Las jóvenes se quitaron el delantal y salieron a tomar la calle y la libertad de gozar su cuerpo como y cuando se les diera la gana. Los homosexuales dejaron de temer la burla o el desprecio y comenzaron a salir de la oscuridad donde se refugiaban. La vida se proponía como una fiesta aquí y ahora, no como un camino sembrado de espinas con el paraíso en el más allá.

En Francia apareció una profusión de publicaciones, más o menos efímeras, en torno al movimiento. Se formaron grupos de reflexión de intelectuales fascinados por los sucesos durante el 68. El 18 de mayo, bajo las banderas rojas y negras de la Sorbona, se constituye el Comité de acción estudiantes-escritores. Estos últimos optan por la escritura anónima, la publicación de sus escritos sin firmas narcisistas, el anonimato del hombre de la calle, la palabra liberada de la coercitiva propiedad privada. Se publican así textos sin firma de los mismos autores que se apresurarán a republicarlos cuanto antes con su firma: Maurice Blanchot, Marguerite Duras, Dionys Mascolo, entre otros.

Jacques Bellefroid, quien aceptó la responsabilidad de la gerencia de la revista Comité, editada por el grupo de intelectuales, esperaría medio siglo para publicar su testimonio y su reflexión bajo las formas de la novela y el ensayo, la ficción y la realidad, en Les Chevaliers de la table rase (Los caballeros de la tabla rasa). A partir del juego de anotaciones situacionistas y surrealistas, con el cual André Breton y sus amigos reprobaron a los más grandes escritores, Bellefroid pinta un fresco, a la vez ferviente y satírico, del 68 en Francia y de sus intelectuales. Al mismo tiempo profundo y ligero, serio y risible, este libro propone una visión distinta de los eventos y las personas.

El cincuentenario de este movimiento dará lugar a múltiples publicaciones al respecto. Se sumarán a las ya tantas aparecidas durante medio siglo. La primera de ellas es la impresa por Les éditions de Minuit, Nous sommes tous la pègre (Nosotros somos todos el hampa) del canadiense Jean-François Hamel. La diferencia entre el libro de este brillante universitario y el de Bellefroid se debe a que Hamel no vivió mayo de 68, mientras Bellefroid fue uno de los actores. Los dos volúmenes se complementan entre ellos.