Opinión
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Ciudad Perdida

La sombra de Barrales

Inacción de la PGJ

Arman tinglado en Iztacalco

S

i alguien supone que la lealtad no tiene límites, y que en política puede llegar hasta el suicidio, sólo necesita asomarse a la campaña, o como se llamen los mítines a los que ha asistido Alejandra Barrales en Coyoacán, a los que la acompaña Mauricio Toledo, El Tomate.

En su trayectoria política, Alejandra Barrales ha tenido que soportar horrores de todo tipo, seguramente, pero hasta la fecha ninguno que la pudiera marcar para siempre y para mal, como la de hacer saber a la gente que ella está de acuerdo y solapa la violencia con que Toledo ha dominado la delegación Coyoacán.

Para decirlo de otra manera: Barrales está prometiendo a los habitantes de Coyoacán, y a todos los de la Ciudad de México, que en caso de llegar a convertirse en jefa de Gobierno la deshonestidad, la violencia y la impunidad serán las directrices en su mandato, y un horizonte así no parece ser la mejor idea para colectar los votos que requiere con el fin de gobernar la ciudad.

Tal vez por esa misma ruta camina hoy la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, que con todos los datos, con todas las fotos, los videos, los testimonios y cualquier otro elemento de prueba no acierta a detener a quienes reventaron un mitin de Morena, agredieron físicamente al reportero de esta casa editorial Ángel Bolaños y causaron la muerte, aunque fuera como dicen algunos, por daño colateral, de una mujer.

Parece entonces que la condena que hace Miguel Ángel Mancera a los gobiernos déspotas y tiranos, y donde habla de gobiernos de corte monárquico, y cuya característica principal es la impunidad, nada tiene que ver con su administración ni con el gobierno que propone el partido que lo llevó al cargo que ostenta, porque los hechos en Coyoacán sólo hablan de impunidad como promesa de gobierno, y eso no atrae votos.

Así pues, el error de Alejandra, Mauricio Toledo, es que nunca más podrá hablar en contra de la violencia ni tendrá razones para pedir cuentas desde el altar de la impunidad, así que si le debe mucho a Mauricio, se lo pagará con el suicidio que cometió en los últimos dos días que se presentó en Coyoacán acompañada de su error.

Y como el mal ejemplo cunde, la gente de otra finísima persona, el compañero de la diputada Elizabeth Mateos, Carlos Estrada, hoy delegado de Iztacalco, parece que prepara también un acto de sabotaje en contra de Claudia Sheinbaum para el próximo viernes en algún acto de su precampaña.

Cierto o no, en una conversación vía mensajes en la red, un tipo identificado como Juventino Rosas advierte a José Luis Ramírez y Sergio Jiménez que no deben dejar entrar a Claudia Sheinbaum a la delegación, y menos a su colonia. Hablan de la llegada de cuando menos 80 motociclistas, a quienes se les ofrecerá una taquiza porque van a tronar el evento. También se habla de montar lonas que recuerden el asunto del colegio Rébsamen.

A la conversación se unen Adriana Becerra y Gabriel Pelonchas, que junto con Sergio Jiménez hablan de tener sólo dos días para planear las acciones del sabotaje. Y el colmo es cuando Carlo Vital, también metido en el chateo, les dice, con caritas llenas de risas y lágrimas de felicidad: ¡Qué perversos son!

Tal vez la conversación, que se identifica con el logotipo del PRD en la ciudad, no sea cierta, pero de cualquier forma es necesario estar atentos a cualquier posibilidad de violencia que pudiera acarrear la contienda política.

De pasadita

Roberto Campa Cifrián fue nombrado ayer secretario de Trabajo y Previsión Social. Los méritos del político, que pasó por el pantano que significó la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, parecen haber sustentado el nombramiento. Bien hecho.