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Siempre he escrito poesía, antes que otros géneros, reconoce en charla con La Jornada

Hermann Bellinghausen juega con la palabra encanto; publica nuevo poemario

He pasado mucho tiempo a la intemperie y en lugares notables, como la selva Lacandona o las montañas de Guerrero; si eso se nota en mi obra, qué bueno, explica el escritor

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Hermann Bellinghausen destaca el florecimiento de la poesía en lenguas indígenas; es un fenómeno monumental que se fue construyendo décadas atrás con mucho esfuerzo y soledad, explica en entrevista con La JornadaFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Sábado 3 de febrero de 2018, p. 3

El poemario más reciente de Hermann Bellinghausen (Ciudad de México, 1953), En canto, es una suerte de viaje desde y por el erotismo, un extenso recorrido por el cuerpo de una mujer, su historia, lugares, explica el autor.

Publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), ese libro presenta la obra lírica del también periodista y reportero de La Jornada, dividida en tres momentos: “Primero, 10 cantos, luego un largo intermezzo de poemas medianos y al final una serie de paráfrasis que siguen la poesía árabe o andaluza medieval.

El título viene de jugar con la palabra encanto, de encantamiento, porque además el libro está hecho en forma de canto, lo cual no deja de ser desafiante de mi parte, o incluso equívoco, porque en realidad es una poesía que no tiene métrica de canciones, es lo que llaman verso blanco, explica en entrevista.

En canto es resultado de muchos años de quehacer, añade Hermann Bellinghausen, sobre todo refleja su gran dedicación y minuciosidad al escribir.

“Siempre he escrito poesía, antes que otros géneros –continúa–; al principio quise ser sólo poeta, pero pensar en ello me aburría, sobre todo porque me di cuenta de que había que vivir para tener de qué escribir, lo cual es una forma también de conocer la poesía; entonces tuve que ponerme en camino, moverme.

Fui agregando cosas a mi vida: viajes, trabajos, estudios, actividades que me comprometieron. Estudié medicina y trabajé de médico, pero nunca dejé de escribir, fue durante la época en la que debí de haber comenzado a publicar. Por eso no fui un autor precoz, era médico y no estaba en condiciones de pensar en libros o conocer editores.

Internet, un escaparate

Bellinghausen relata que comenzó a escribir poesía, de manera consciente, a los 14 años. Reconoce que su vocación literaria se forjó cuando cursó la escuela preparatoria, “donde muchos de mis compañeros escribían, algunos poesía u otros géneros. Entonces, a partir de los 16 o 17 años compartí la escritura literaria con ellos, algunos son hoy escritores conocidos (Marcelo Uribe, Raúl Trejo Delarbre, Alberto Ruy Sánchez y Bernardo Ruiz, entre otras generaciones).

“Todo se debe a que tuvimos el mejor maestro de literatura, al poeta jesuita Mauricio Brehm, quien conocía muchísimo del Siglo de Oro y toda la poesía española, así como a los autores nuevos; era un hombre muy moderno.

“En esa época no era tan famoso Octavio Paz y el profesor había leído ya toda su poesía, conocía la literatura mexicana a fondo y además nos hizo leer a José Agustín, quien empezaba; a José Emilio Pacheco, y además leía nuestros textos. Solía ser muy severo y constante, como un taller permanente de literatura y poesía.

“Fue muy amigo de Julio Scherer, por lo que Excélsior era como el boletín interno de la escuela, un ambiente muy estimulante para escribir. En ese momento me quedó muy claro que esa era mi vocación; no me preocupé por aprender mucho de otras cosas y entré a la carrera de letras, pero no me interesó y me metí a estudiar medicina. Fue un gran cambio porque la carrera absorbe mucho, y también me volví dirigente político estudiantil. Tuve varios registros, pero la poesía siempre estaba.”

Luego de dejar la medicina, Bellinghausen se convirtió en articulista y editor. Fue fundador de La Jornada, y cuando surgió el levantamiento zapatista en Chiapas, a la par de cronista se transformó en reportero, y en todo ese tiempo nunca dejé de escribir poesía, reitera.

Añade que en este momento existen muchos colegas escribiendo poesía, “de tantas maneras que se ha perdido el centro, lo cual tiene sus ventajas, pues aunque hay un canon, en realidad ya no hace falta, pues México se ha vuelto un país muy disperso en el que la escritura poética está en todos lados.

Por supuesto existen la buena y la mala poesía, los dueños de sectas y conceptos de poesía, los dueños de las academias y los premios, pero la producción poética está muy rebasada, sobre todo por la existencia de las redes sociales y el Internet, claro, no necesariamente en favor de la calidad, pero se han multiplicado las posibilidades no sólo de hacer poesía, sino de usarla, de divulgarla. Mucha de la mejor poesía está también en Internet.

Vitalidad de la poesía indígena

Hermann Bellinghausen destaca el florecimiento de la poesía en lenguas indígenas, “un fenómeno monumental que se fue construyendo décadas atrás con mucho esfuerzo y soledad, pero de pronto tenemos muchos escritores que traen a la poesía mexicana nuevos temas, otra forma de ver las cosas.

Últimamente son los poetas indígenas los que hablan de las cosas que importan, ya no están sólo en lo tradicional o las raíces, sino que hablan de lo que se vive, con frescura y vitalidad. Además le aportan al castellano con las traducciones, usos diferentes. Es apasionante.

En este sentido, añade el poeta, “no sé si me corresponda decir dónde coloco mi poesía. No me identifico con ningún grupo y no sé qué tanta respuesta tiene lo que escribo. Lo que sí sé es que en mi poesía está la naturaleza, el país, porque lo he recorrido todo; a veces cambia y de pronto no lo reconozco.

He pasado mucho tiempo a la intemperie y en lugares notables, como la selva Lacandona o las montañas de Guerrero. Si eso se nota en mi poesía, qué bueno, porque también hace que no me importe tanto la parte académica, aunque haya referencias literarias o culturales, pero espero que estén lo suficientemente ventiladas para que no pesen.

El libro de poesía En canto, de Hermann Bellinghausen será presentado en la edición 39 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería que se iniciará el 22 de febrero, en ese recinto de la Universidad Nacional Autónoma de México.