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En el Museo Reina Sofía reúnen a los 130 personajes creados como heterónimos por el escritor portugués

Homenaje a la multitud que fue Pessoa
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Retrato de Fernando Pessoa, 1964, óleo sobre tela de José de Almada Negreiros, incluido en la exposición Pessoa: todo arte es una forma de literatura, montada en la capital española
Foto Museu Calouste Gulbenkian-Coleção Moderna © Almada Negreiros, VEGAP, Madrid, 2017
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de febrero de 2018, p. 3

Madrid.

Fernando Pessoa escribió a través de uno de sus heterónimos más recurrentes, Álvaro de Campos, que todo arte es una forma de literatura, porque todo arte consiste en decir algo.

Desde esa convicción, el poeta e intelectual más sobresaliente del siglo XX en Portugal reflexionó e impulsó los movimientos vanguardistas en su país natal, que crearon sus propios códigos, escuelas y tendencias estéticas y en ningún caso se dejaron arrastrar por el influjo que llegaba de París, entonces capital del arte mundial.

Portugal, de la mano de Pessoa, construyó sus propias corrientes artísticas, como el paulismo, el interseccionismo y el sensacionismo.

El Museo Reina Sofía y la Fundación Calouste Gulbenkian –máxima defensora y coleccionista del modernismo portugués– organizan una exposición en la que se hace un exhaustivo repaso de las vanguardias portuguesas y se analiza con más detalle la influencia de Pessoa en su discurrir, así como la infatigable curiosidad del poeta por las nuevas y más diversas formas de expresión artística.

Agitador de la vida cultural

La muestra Pessoa: todo arte es una forma de literatura recorre poemas, ensayos, artículos, epístolas, cartas astrales y los ataques más furibundos del poeta relacionados con el debate abierto sobre la función del arte, del autor, la evolución de las ideas que sirvió para la reflexión colectiva de un país que vivía sumido en la decadencia de su propio imperio e intentaba encontrar los rasgos de su identidad extraviada por la guerra y el hambre.

Además de los textos de Pessoa, se exhiben 160 obras de algunos de los artistas que siguieron esa estela de las vanguardias portuguesas, como José Almada Negreiros, Amadeo de Souza-Cardoso, Eduardo Viana, Sarah Affonso y Robert Delaunay, que a su vez son acompañadas de abundante material documental y audiovisual, como una película de Manoel de Oliveira.

El universo literario e intelectual de Pessoa era tan prolífico en parte porque siempre defendió que un hombre para ser respetable tiene que contradecirse varias veces al día. Él mismo adoptó varias voces a través de sus heterónimos, que a lo largo de su vida fueron 130 personajes o nombres inventados, a los que incluso les hizo sus propias cartas astrales y cada uno tenía su particular forma de escribir y sus inquietudes bien definidas. Estas fragmentaciones, que Pessoa atribuía a su desorientación existencial, eran capaces de mostrar las contradicciones intrínsecas que deben guiar el arte, según defendía el poeta.

Si hay un texto que explica por qué Pessoa se interesó tanto por las vanguardias y por dejar escritas propias reflexiones sobre el devenir del arte en los albores del siglo XX, es el siguiente, que atribuyó a su heterónimo Álvaro de Campos, el que utilizaba para referirse precisamente a los movimientos artísticos de la época: Todo arte es una forma de literatura, porque todo arte consiste en decir algo. Hay dos formas de expresar, hablar y callarse. Todas las artes salvo la literatura son proyecciones de un silencio expresivo. En todas las artes que no sean la literatura hay que buscar la frase silenciosa que contienen, o el poema, o la novela, o la obra teatral. Con esto basta hasta que lo demás se presente.

Pessoa, quien murió en 1935 a los 47 años y tras haber publicado sólo un libro en vida, fue un incesante agitador de la vida cultural y artística no sólo de Lisboa, sino de todo Portugal, ya sea a través de sus conferencias, sus escritos en revistas y diarios o sus cartas a pensadores o críticos de la época. Él estaba convencido de que el arte es una interpretación de la vida. Todo arte que no sea misterioso errará el sentido de la vida. Esa idea la asumieron otros artistas, sobre todo pintores y escenógrafos, que orbitaron en torno a las ideas, escritos y propuestas expresivas del poeta, que paradójicamente nunca escribió sobre pintura, pero que construyeron un movimiento fugaz, con señas de identidad propias y poco conocido para el gran público, que emergió cuando Portugal dejaba atrás un pasado colonial.

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Retrato de Fernando Pessoa, 1914/1929, de fotógrafo desconocido, copia de exposición de la Colección Manuela Nogueira, incluido en la muestra del Reina SofíaFoto cortesía del museo

Es decir, el paulismo, el interseccionismo y el sensacionismo nacieron en medio de un país empobrecido, sin prestigio y desmoralizado que Pessoa se empecinó en abrir a la modernidad mirándose en el espejo de las vanguardias parisinas que recorrían Europa, encarnadas en el cubismo, el futurismo y el orsismo. Pero mirando sólo en el espejo de esas vanguardias y en ningún caso copiando sus manifiestos o sus atributos estéticos, sino dándose a la tarea de construir sus propios lenguajes aprovechando precisamente la libertad creativa que trajeron las vanguardias al arte.

Pessoa no es exactamente un vanguardista. Entiende que hay nuevos lenguajes pero crea sus propios modelos que se alejan de las vanguardias de su tiempo. Defiende los suyos como más amplios y señala que sirven mejor para entender la vida contemporánea, explicó João Fernandez, comisario de la muestra.

En la exposición también hay una parte destacada al interés por las artes escénicas, pues Pessoa fue autor de libretos de teatro.

La comisaria Ana Ara explicó que el origen del paulismo reside en el poema Pauis (Humedales), publicado en 1914 en la revista A Renascença, que evoca imágenes repletas de contradicciones y decadentismo. Mientras, con la denominación interseccionismo se reúnen obras ya más plenamente ligadas a los lenguajes de vanguardia, que tienen en común la superposición de planos, a medio camino entre el futurismo y el cubismo. Y para Pessoa esa corriente representa la simultaneidad mental de la imagen objetiva y subjetiva y surge de la confluencia de sensaciones y percepciones. Así lo explicaba Pessoa: La base de todo arte es la sensación. Para pasar de la mera emoción sin sentido a la emoción artística o susceptible de volverse artística, esa sensación tiene que ser intelectualizada.

El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, dijo que la exposición toma como punto de partida la figura y las propuestas del escritor, al entender que son reflejo del lugar ambivalente que ocupó la vanguardia lusa durante este periodo, caracterizada por la tensión entre lo local y lo internacional. Esta circunstancia da cuenta de cómo se ha articulado históricamente la relación entre centro y periferia en el ámbito artístico, evidenciando que la modernidad no es homogénea, sino que se declina y desarrolla de múltiples maneras.

La exposición Pessoa: todo arte es una forma de literatura, montada en el madrileño Reina Sofía, concluirá el 7 de mayo.