Cultura
Ver día anteriorViernes 9 de febrero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Presencia y ausencia en Sartre
G

uilles Deleuze comparando los primeros efectos de su presencia y los de su ausencia, opina lo que es el otro. “El error de las teorías filosóficas es reducirlo a un objeto particular como a otro sujeto (e incluso una concepción como la de Sartre se limitaba, en El ser y la nada, a reunir las dos determinaciones, haciendo del otro un objeto bajo mi mirada con el riesgo de que él, a su vez, me mire y me transforme en objeto). Pero el otro no es ni un objeto en el campo de mi percepción, ni un sujeto que me percibe; es, en primer lugar, una estructura del campo perceptivo sin la cual este campo, en su conjunto, no funcionaría”.

Basada en estos conceptos la vida de Jean-Paul Sartre, obtenidas de su autobiografía Las palabras, se asemeja a lo antes mencionado en la presencia y la ausencia. Al perder a su padre a los dos años de edad sufre una dolorosa neurosis traumática que estructurará su forma de ser. Su madre, Anne Marie, se ve obligada a llevarlo a vivir a casa de los abuelos paternos, donde convivirán como hermanos, debido a su juventud. Madre e hijo como uno solo, enfrentados al resto de la familia, a la sociedad, al abuelo rígido que no dejará mover a Jean-Paul Sartre. Éste, enfermizo Jean Paul que sólo encuentra libros a su alrededor; censura tras las buenas maneras: control sobre apariencias de libertad; obligaciones como forma de compromiso. Situación vital que repetirá, durante toda su vida.

Presencia y ausencia. La pareja madre-hijo protegida, encapsulada, rebelándose contra lo establecido sin posibilidades de éxito. Destino particular y amargo que se repite hasta la saciedad. La pareja como un solo ser desplegando la imaginación. El talento excepcional de Sartre percibiendo el mundo desde la visión de su madre.

Pese a su trabajo intelectual, Sartre nunca pudo silenciar su natural melancolía, producto de la pérdida temprana de su padre. Su tristeza aparece permanentemente en su obra, a pesar de los intentos de refugiarse en una época previa a la pérdida. Cuando intenta independizarse, sus opiniones políticas o intentos de realización en esta área son derrotadas con frecuencia.

Regreso a la madre y a la imaginación, donde encuentra la libertad y el compromiso. Es desde ella como describe lo mismo en Los trasatlánticos, un inocente incesto entre dos hermanos, o en Las moscas, con Orestes y Electra, o en Los caminos de la libertad con Boris e Ivich, o su biografía en Los secuestrados, de Altona con Frantz Leni, o en sus relatos directos en Las palabras, o en sus estudios de Genet, Baudelaire y Flaubert, máscaras que esconden su propio dolor incestuoso.