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Bajo la lupa

La guerra del gas de Netanyahu contra Líbano

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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la inauguración de una sala de urgencias en el Hospital BarzilaiFoto Afp
I

srael, con o sin Netanyahu, siempre ha ostentado su inextinguible voracidad por el gas ajeno, como sucedió en su implacable guerra contra los despojados palestinos de Gaza, donde impuso la mayor cárcel viviente al aire libre, según el Vaticano (https://goo.gl/fH61VH).

Mientras Bibi Netanyahu padezca la persecución de la justicia israelí, que le ha apretado las tuercas con los tres folios 100/2000/4000 por su adicción a la corrupción, buscará la clásica huida hacia delante cuando ha calentado cuatro frentes bélicos en sus fronteras y metafronteras en forma simultánea, sin contar su agria confrontación con Polonia y ciertos países de Europa.

A Israel –Netanyahu, en forma obscena, quien cuenta con el indeclinable apoyo de Trump, Jared Kushner y Kissinger– o le importa ser un Estado paria/racista/ Apartheid repudiado por el concierto civilizado de la aplastante mayoría de países del planeta, mientras lo sostengan Estados Unidos (EU) y la omnipotente comunidad israelí que controla la mayor parte de los resortes del poder –banca, Wall Street, Hollywood, multimedia, casinos, telecomunicaciones, etcétera–, con excepción del Pentágono, donde no es bien visto debido al espionaje del traidor a EU (no a Israel, que lo considera héroe) Jonathan Pollard. Tal es el desgarrador problema sicológico de la íntima jerarquía de quienes ostentan la doble nacionalidad cuando colisionan sus intereses patrióticos.

Israel, única potencia del Medio Oriente que cuenta con un máximo de 400 bombas atómicas, impone su voluntad catastral, energética y aérea –que quizá llegó a su epílogo con el reciente derribo de su avión F-16 en las ocupadas Alturas del Golán de Siria (https://goo.gl/6yMALS)– a los débiles países fronterizos tildados de terroristas (que defienden sus inalienables derechos) por la propaganda negra del Mossad y su desinformativa técnica Hasbara (https://goo.gl/4smjmV) que, por cierto, practica impúdicamente la casi quebrada Televisa con sus conocidos epígonos y goyim kosher (no-israelíes manipulados).

F. William Engdahl, uno de los máximos geopolitólogos del petróleo (https://goo.gl/2xRTWk), alerta que Líbano puede ser la próxima guerra de Israel a quien busca despojar de su gas (https://goo.gl/fZXZEu): Como la mayor parte de los conflictos en el Medio Oriente, se configura una nueva confrontación geopolítica que involucra la batalla por los recursos de hidrocarburos entre Israel y Líbano sobre su demarcación precisa (sic), donde intervienen Rusia, Hezbolá, Siria, Irán y EU en la sombra (sic).

A juicio de F. William Engdahl, el reciente ataque israelí sobre supuestas (sic) bases iraníes o campos de Hezbolá en territorio sirio se encuentra íntimamente ligado al objetivo (sic) israelí de impedir un vínculo terrestre de Irán, mediante Siria, con la infraestructura de Hezbolá en sus bases en Líbano.

F. William Engdahl comenta que en 2010, la geopolítica del petróleo y gas en el Mediterráneo cambió en forma profunda cuando “la empresa texana (sic) Noble Energy descubrió un inmenso yacimiento de gas natural offshore de Israel, en el mar Mediterráneo, el campo Leviatán, uno de los mayores descubrimientos de yacimentos gaseros en más de una década” (https://goo.gl/Tt59GE).

Noble Energy, que de noble no tiene nada, confirmó “otros recursos significativos en el offshore de Chipre, el campo Afrodita, cerca del Leviatán israelí”. Israel se despachaba con la pantagruélica cuchara gasera mientras incita(ba) a los caleidoscópicos rebeldes y yihadistas sirios (https://goo.gl/AHbaiA) para distraer a Líbano (contra Hezbolá, cuyas bases son frontera con Israel, enfrascada en la fratricida guerra en Siria) de explorar su potencial gasero. Nada nuevo: ¡Clásica perfidia de Israel!

Cuando la guerra en Siria se encontraba en su epílogo, Israel ha vuelto a encender la mecha en toda la región (¿con bendición de Trump/Kushner/Kissinger?) y, en particular, con Líbano, donde ha escalado la tensión cuando Rusia se ha acercado al País de los Cedros Milenarios en forma audaz.

El presidente libanés, el general Michel Aoun –a quien entrevisté en su residencia de Rabié, afuera de Beirut, meses antes de su asunción presidencial (https://goo.gl/prDpAu)–, firmó, coincidentemente un día antes de los masivos y desproporcionados ataques de Netanyahu, un relevante acuerdo con las gaseras Novatek (Rusia), Total (Francia) y Eni (Italia) para explorar su offshore gasero, lo cual produjo un feroz ataque del ministro de Defensa israelí Avigdor Lieberman, quien fustigó el acuerdo para explorar la parte del gas de Líbano, el bloque 9, de muy provocativo.

Avigdor Lieberman, anterior guarura (literal) de antros en Moldavia y hoy ministro de Defensa de Netanyahu, al más puro estilo cleptomaniaco de Israel –que por su depredadora naturaleza irredentista despoja todo lo que pueda desde territorios pasando por capitales (Jerusalén) hasta el término semita (https://goo.gl/pBA21X)– alega que el bloque 9 le pertenece (https://goo.gl/sSVxsf). ¿No lo sabrán países de la talla de Rusia, Francia e Italia?

La oferta gasera tripartita se escenifica con el fondo (sic) de dramáticas (sic) nuevas relaciones de defensa entre Rusia y Líbano, creando un nuevo cálculo (sic) político en el Mediterráneo.

Naturalmente que el espectacular acercamiento militar de Rusia y Líbano –que incluiría el uso de puertos y campos aéreos de este útimo por el primero, lo cual no ha pasado despercibido por China– ha indispuesto a EU que apoya sin tapujos a Israel.

La fuerza militar de Líbano es simbólica a grado tal que la guerrilla chiíta libanesa Hezbolá, a decir de los expertos, goza de mayor poderío y logística.

Dejo de lado las cuentas alegres que salvarían al Líbano de sus penurias económicas (https://goo.gl/Br7JNo) para centrarme en la posible zona de amortiguamiento de Rusia entre Hezbolá e Israel.

Según F. William Engdahl, al colocar su formidable presencia militar y energética en Líbano, Rusia en este punto, puede ser la única barrera (sic) a una nueva conflagración en el Medio Oriente.

Mientras The Jerusalem Post abreva en la orgía de una nueva guerra de Israel contra Hezbolá (https://goo.gl/iCmHLH), F. William Engdahl expone la coordinación de Netanyahu con Arabia Saudita a la que visitó (¡mega-súper-sic!) en noviembre pasado (https://goo.gl/7aL1P5) y comenta el artículo de Ghassan Kadi en The Saker, quien aduce que la reciente escalada entre Siria e Israel no es un preludio de una guerra mayor, sino que Israel mide las aguas, pone a prueba las capacidades de defensa aéreas de Siria y comprueba la determinación de Rusia para crear un verdadero equilibrio de poder en el Medio Oriente (https://goo.gl/XYwXnh).

A juicio de F. William Engdahl, la “decisión rusa de firmar un acuerdo de cooperación militar con Líbano, al mismo tiempo de que una importante gasera rusa obtiene derechos para explorar petróleo y gas en el offshore de Líbano, no es una decisión intempestiva. Es un movimiento calculado de ajedrez en una de las regiones más enredadas del mundo”.

Ahora ya sabemos la razón por la cual el atribulado Netanyahu atacó en forma desproporcionada a Siria/Irán/Hezbolá un día después al acuerdo petrolero de Líbano con Rusia/Francia/Italia que deja de lado a EU.

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