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Pavón: del amor al odio

Historia de La Marrana

Lozano: tacos de lengua

L

as vueltas que da la vida: a mediados de 2007 un amigo común presentó a este tecleador al entonces secretario de Asuntos Políticos del Comité Ejecutivo Nacional del sindicato minero, Carlos Pavón, mejor conocido en ese medio como La Marrana. Por aquellos ayeres este personaje se deshacía en piropos y hablaba maravillas de su líder, jefe y amigo, Napoleón Gómez Urrutia. Todo era miel cuando salía a colación el nombre del dirigente gremial.

Pero algo raro sucedió, porque tras su obligada estancia en uno de los hoteles de lujo del norte de la República (el Centro de Readaptación Social de Monclova, Coahuila, donde permaneció unas semanas de diciembre de 2008, tras ser acusado de fraude y malversación por más de 18 millones de pesos por la empresa Altos Hornos de México, cuyo dueño, Alonso Ancira, es uno de los enemigos declarados de los mineros) La Marrana se dedicó a despotricar en contra de su (ex) líder, jefe y amigo y del sindicato que lo arropaba (el mismo que pagó la fianza –5.6 millones de pesos– para que Pavón abandonara el reclusorio).

Enchiquerado, Carlos Pavón se quejaba de que su encarcelamiento fue una acción exprés, pues el auto de formal prisión por presunto fraude se dio “sólo por una declaración de directivos de Altos Hornos de México. “Es el peso del Estado, el que me tiene en la cárcel… es el peso del dinero de los dueños de Grupo México y de Altos Hornos, que están dispuestos a pagar lo que sea necesario para acabar con el sindicato. Son dos años de persecución contra la dirigencia del sindicato minero, dos años en que han intentado todo, desde la represión y asesinato de trabajadores hasta la intentona de poner secretarios generales falsificando documentos y robando expedientes, además de la contratación de golpeadores, y ahora llegaron al encarcelamiento”.

Y al borde de la lágrima denunciaba que su detención fue con lujo de fuerza, un traslado a Monclova con un despliegue policiaco que ni al Presidente le ponen, y armaron un expediente que es una verdadera marranada. Pero no dejaron ningún hilo suelto, porque incluso hubo atenciones de los representantes de la empresa para la juez primero de primera instancia del penal, Olga Deyanira Fuentes Ramos. Todo ello con el objetivo de golpear a un sindicato incómodo, que no se alinea y que quiere ejercer algo que al parecer es un delito: la libertad sindical, la libre determinación de sus dirigentes (La Jornada, 9 de diciembre de 2008).

Finalmente, Carlos Pavón fue expulsado del sindicato minero acusado de traición y desde entonces La Marrana dejó a un lado el azúcar y los piropos, la libertad sindical y la libre determinación de sus dirigentes, y se dedicó a derramar ácido contra Gómez Urrutia y la agrupación que lo arropó, al tiempo que los acusaba de todos los males habidos y por haber, es decir, de exactamente lo contrario de lo que públicamente sostenía y defendía antes de ser enchiquerado.

Desde entonces, pues, un día sí y el siguiente también, La Marrana despotrica en contra de su otrora líder amado y ahora se engolosinó con la candidatura de Gómez Urrutia al Senado de la República. En declaraciones a la prensa (La Razón), La Marrana asegura que el dirigente minero no ha esclarecido el destino de los 55 millones de dólares de los trabajadores, y agregó que al dirigente le entregan mensualmente más de 100 mil dólares en Vancouver, Canadá, donde se encuentra desde hace 17 años (en realidad son 12) para no ser encarcelado. Qué bueno que lo aclara, porque cuando despachaba como secretario de Asuntos Políticos del Comité Ejecutivo Nacional decía exactamente lo contrario (que todo fue aclarado y que el manejo de esos dineros fue transparente y legal).

Dijo algo más: Tengo 20 idas a Vancouver y cada vez que íbamos, acompañado por entre cuatro y seis personas, la tesorería del sindicato nos daba a cada uno 9 mil dólares para llevárselos. Ésta es una práctica que siguen haciendo para su estancia en Vancouver, por lo menos dos veces al mes. Esto, independientemente de los 55 millones de dólares que desapareció y que eran recursos del sindicato. Entonces, de ser correcta su versión, el propio Pavón tendría que ir preso por trasiego ilegal de dinero en efectivo y robo a los trabajadores mineros.

Por cierto, parece que La Marrana no se enteró que desde marzo de 2006 la Comisión Nacional Bancaria y de Valores investigó el fideicomiso minero de los 55 millones de dólares y determinó que no hubo malos manejos de la dirigencia sindical, al tiempo que ese mecanismo financiero se extinguió correcta y legalmente y los recursos fueron dispuestos de manera probada y transparente.

Entonces, ¿qué le hicieron o qué le ofrecieron a La Marrana durante su reclusión en Monclova? Algo trascendente, es de suponer, como para que cambiara drásticamente, de la noche a la mañana, y dejara atrás la empalagosa manifestación de respeto y cariño a su guía político y moral (Pavón dixit) para dedicarse a despotricar contra todo lo que antes defendía a capa y espada.

Por cierto, el inenarrable Javier Lozano Alarcón no ha cambiado de discurso, pero sí de culpables: el 19 de febrero de 2007 (primer aniversario de Pasta de Conchos), ya como secretario del Trabajo de Felipe Calderón, declaró que “Industrial Minera México (de Germán Larrea y Grupo México) tuvo la mayor parte de la responsabilidad en el accidente de la mina, porque estaba obligada por ley a cumplir con las condiciones de seguridad… No voy a solapar a ningún servidor público que pueda estar involucrado ni taparé a ningún personaje por más importante que sea”.

También reconoció una actitud negligente de la propia Secretaría del Trabajo (en tiempos de Fox) en la explosión en Pasta de Conchos, por no realizar la inspección de las medidas de seguridad en la mina, por lo que no se protegerá a nadie involucrado en este caso y se procederá a realizar la denuncia correspondiente ante la PGR por tratarse de servidores públicos federales.

Nada hizo, salvo proteger a Germán Larrea y a Grupo México, pero sí cambió de discurso y de objetivo: ahora, según él, el único culpable de la explosión en Pasta de Conchos es el dirigente del sindicato minero. Y se quedó tan fresco.

Las rebanadas del pastel

Parece que Ricardo Anaya y Rosario Robles están hasta el cuello en lo que a manejos financieros ilegales se refiere. No son los únicos, desde luego, pero aprovechando la dinámica pueden culpar a los mineros.

Twitter: @cafevega