Opinión
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Ciudad Perdida

La lana de la reconstrucción

Un oficio comprometedor

Desvergüenzas y candidaturas

S

i algo quedara de vergüenza en el Partido de la Revolución Democrática, estas serían las horas en que dos de los tres marranitos (los amarillos) estarían fuera de las listas formuladas para las candidaturas a diputados federales. Respecto del de Acción Nacional no se puede decir nada; la vergüenza se la llevó Anaya hace mucho rato.

La historia es tan sencilla como que el jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, tuvo que sacar el cortaúñas para poner freno a las desmedidas ambiciones de los asambleístas Toledo, del PRD; Luna, de la misma bandera, y Romero, del PAN. Todos miembros de un nuevo frente que bien podría llamarse alianza por la lana siempre.

Y no sólo eso, sino que aquel documento que circuló profusamente en redes sociales, que si bien no tiene acuse de recibo oficial sí parece haber sido conocido por Ricardo Becerra, ex jefe de las tareas de reconstrucción que renunció al conocer las intenciones de los marranitos, y del cual habla el mismo jefe de Gobierno, ahora resulta desconocido para quienes supuestamente lo firmaron: Luna y Toledo, quienes aseguran que el texto es apócrifo.

No obstante, la misma Asamblea aprobó anoche las modificaciones a la Ley de Reconstrucción en los términos en que los planteó el jefe de Gobierno, lo que de entrada resulta una tácita acusación a los diputados. Total, si todo hubiera sido limpio y transparente, ¿para qué los cambios?

Dados todo estos elementos de juicio, el PRD debería retirar, cuanto antes, las candidaturas a esos dos personajes, porque si acaso pudieran triunfar nadie creería en un triunfo legal, y si pierden no faltara quien diga que fue el resultado del corte de uñas que ordenó Mancera. En fin, en caso de que triunfaran, ¿con qué autoridad moral podrían representar a quienes supuesta o realmente quisieron engañar?

Total, el pleno de la Asamblea Legislativa tendrá que decidir hoy en sesión extraordinaria no sólo los cambios que mandó Mancera, sino algunas otras cuestiones que pretende añadir el grupo parlamentario de Morena, que busca que la ciudadanía afectada por los sismos tenga un papel de supervisión, cuando menos, de cómo utilizar los recursos, y en esas andan.

De pasadita

Resulta que el martes pasado, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) capitalina organizó un megaoperativo en Tepito. Hubo policías a granel, gases lacrimógenos, forcejeos, pedradas, nueve detenidos y un escándalo mayor en las calles del barrio. Todo ello para que, según la versión oficial de la misma dependencia, difundida la noche del mismo martes, se incautaran algunas bolsitas con mariguana, y nada más.

Es decir, la procuraduría movilizó a tres agrupamientos de policías, algo así como 70 elementos, para hallar solamente algunas bolsitas con el enervante. Afortunadamente las fotografías del operativo revelaban una verdad bastante diferente a la que se trató de imponer desde la dependencia que encabeza Edmundo Garrido.

Y ayer, el jefe de Gobierno tuvo que aceptar que lo asegurado eran 40 kilos de mariguana y una cantidad no determinada de cocaína, como se había difundido durante toda la mañana del martes, dato que al parecer trató de ocultar la dependencia encargada de procurar justicia. La evidencia fotográfica puso en entredicho la confianza que se podría tener en la información que emana de la PGJ, lo que a todas luces resulta muy grave para lo que resta del gobierno de Miguel Ángel Mancera, quien con esos colaboradores, para qué quiere enemigos.