El controvertido juez brasileño Sergio Moro se enfrentó ayer por la mañana a la indiferencia de la mayoría de los senadores que no asistieron a su disertación en esa cámara del Congreso, y por la tarde a reclamos y acusaciones de golpista y de haber encabezado la persecución política y judicial contra el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Durante una conferencia en El Colegio Nacional, ciudadanos con marcado acento portugués le gritaron que es un juez inmoral y enarbolaron cinco grandes mantas con acusaciones de estar al servicio de una política antipopular que trata de impedir que Lula participe en las elecciones.

José Ramón Cossío, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, debió intervenir para que el juez Moro pudiera continuar su disertación.

Por la mañana estuvo en el Senado, donde impartió una conferencia magistral, a la que acudieron el presidente del Senado, Ernesto Cordero, y algunos legisladores más, entre ellos los titulares de las comisiones de Justicia, Pilar Ortega (PAN), y Puntos Constitucionales, Enrique Burgos (PRI), además del independiente Manuel Cárdenas. El Partido del Trabajo-Morena decidió hacerle el vacío.

Ante la exigua concurrencia, el juez Moro ofreció compartir con las autoridades del país las evidencias sobre funcionarios mexicanos que habrían sido sobornados por contratistas brasileñas involucradas en el escándalo de Petrobras.

Moro explicó que la justicia brasileña llegó a acuerdos con esas constructoras, a las que se obligó a revelar también “toda la información sobre las coimas o propinas” que pagaron a autoridades de ocho naciones, entre ellas México.