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Reporta el INAH el descubrimiento de lo que sería un adoratorio prehispánico

Hallazgo en el Pico de Orizaba
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El sitio identificado como Poyauhtlan (Lugar donde se hacen ligeras las nubes, en náhuatl) fue descubierto en la ladera oeste del Pico de Orizaba (en la imagen)Foto Lourdes López/ INAH
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En la imagen la cima se encuentra representada en la página 39 del Códice VindobonensisFoto Dibujo de Daniela Peña
 
Periódico La Jornada
Martes 13 de marzo de 2018, p. 4

Una estructura arqueológica hallada en la ladera oeste del Pico de Orizaba, la montaña más alta de México, podría corresponder a un adoratorio prehispánico (denominado tetzacualco, en náhuatl), similar al del monte Tláloc, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Ese sitio identificado como Poyauhtlan (Lugar donde se hacen ligeras las nubes, en náhuatl), fue descubierto por especialistas del INAH, junto con el arqueólogo Ismael Arturo Montero García; tiene forma cuadrangular y podría corresponder a un espacio con posible uso astronómico y ritual, denominado tetzacualco, como los que existen en el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

Ubicado a 4 mil 230 metros sobre el nivel del mar, en el lugar se halló cerámica decorada y lítica dispersa, con temporalidad que oscilaría entre los periodos Clásico (200-700 dC) o Epiclásico (700-900 dC).

Se trata de abundantes materiales cerámicos en superficie, con formas similares a las de las fases Xolalpan, Metepec y de tipo Coyotlatelco. Respecto de los objetos líticos, se encontraron restos de pizarra, navajillas y puntas de flecha de obsidiana gris, algunas tan intemperizadas que tienen tonalidad blanca y grandes monolitos con restos de talla, informó el INAH.

El hallazgo en el Pico de Orizaba, cuyo nombre náhuatl era Citlaltépetl (Monte de la Estrella), pues la similitud arquitectónica y altitudinal que guarda con el lugar arqueológico ubicado en la cima del monte Tláloc, lo vincula con los espacios de ofrenda para rituales propiciatorios de lluvia.

Los toltecas se establecieron al pie del volcán entre los años 650 a 700, y posiblemente incorporaron el culto a los cerros en la Cuenca de México.

Con vista hacia el valle de Puebla-Tlaxcala, el equipo de investigación halló una estructura cuadrada cuyas dimensiones son: el muro sur, 35 metros; el poniente, 35.7; el norte, 35.6; y el este, 35.2. La superficie total ronda los mil 188 metros cuadrados.

Está construido con hiladas de piedras de basalto y tezontle, que a simple vista tienen como aglutinante sólo tierra. Los muros miden aproximadamente de uno a 1.50 metros de ancho y la altura oscila de 40 a 100 centímetros. No se tienen medidas exactas porque la estructura está cubierta de zacate y arena.

Similitudes con monte Tláloc, Popocatépetl e Iztaccíhuatl

Los vestigios tienen dos aperturas. La primera, ubicada al poniente, mide aproximadamente 4.6 metros y da hacia lo que podría ser un camino con hileras de piedras al borde, inclinadas hacia el noroeste. La segunda, de unos 2 metros, presenta un par de posibles escalones y se ubica en el flanco norte; al frente se localiza un monolito.

En la zona oeste del volcán, donde se ubicó el adoratorio, la intervención humana es mínima, pues no está dentro de los recorridos habituales de los montañistas; tampoco se observan elementos contemporáneos del culto granicero, informó la arqueóloga del INAH María de Lourdes López Camacho, adscrita al Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec y comisionada en la Dirección de Salvamento Arqueológico.

Por su parte, Arturo Montero García, quien coordina la organización Ipan Tepeme Ihuan Oztome y dirige el Centro de Investigación y Divulgación de la Ciencia de la Universidad del Tepeyac, describió el sitio como “muy parecido en dimensiones, orientación y cota altitudinal a los tetzacualcos de monte Tláloc, Popocatépetl e Iztaccíhuatl, y Nahualac, donde la presencia de cerámica tolteca es determinante, pero hasta que no se realice un trabajo de excavación no se podrá precisar cuál es más antiguo”.

El Pico de Orizaba fue registrado en documentos históricos como el Códice Vindobonensis, los mapas de Cuauhtinchan 1 y 2 e Historia tolteca chichimeca. Fray Bernardino de Sahagún lo denominaba Poyauhtecatl.