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Sólo se conocía el género en discos, hasta que Son Cuba actuó en el Teatro Esperanza Iris

Hace 90 años, México se deleitó por primera vez con sones habaneros en vivo

Siete negritos (no llegamos a distinguir si auténticos o embadurnados) enristran sendos y exóticos instrumentos musicales, que pulsan con grato sabor regional, reseñó la prensa capitalina

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El Son Cuba de Marianao debutó el 13 de marzo de 1928 en el Teatro Esperanza Iris. Sus integrantes fueron: Arsenio Núñez Molina, Eulalio Ruiz de Mantilla, Eberto Aguilar Núñez, Félix Cantalicio Canto, Salvador Durañones, Miguel Meza y Augusto FloresFoto archivo de Merry MacMasters
 
Periódico La Jornada
Martes 13 de marzo de 2018, p. a10

El 13 de marzo de 1928 quedó para la historia como la fecha de la introducción formal del son cubano a México. Fue el día en que el primer grupo organizado de este novel ritmo, el Son Cuba de Marianao, debutó en el ahora centenario Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Si bien es cierto que el son de Cuba se conoció primero en México mediante discos que se encargaban directamente a La Habana, o que los marineros dejaban entre la población del puerto de Veracruz, no fue hasta 1928 que llegó el septeto contratado por el visionario empresario mexicano José R. Campillo que se supo exactamente cuáles y cómo eran los instrumentos que integraban el son. Tal vez el que causó más expectación fue el tres (especie de guitarra, con tres pares de cuerdas dobles), aunque también los bongóes y la marímbula.

Campillo conoció de primera mano dicha novedad musical, llegada a La Habana en 1909 desde Santiago de Cuba, durante una gira de su compañía de revistas a la isla bella a finales de 1927. La llamada Troupe Cuba Típica estaba integrada por el Son Cuba de Marianao, el bailarín Pimienta, anunciado como el As de la Rumba, y los actores Guillermo Moreno, Paco Rodríguez y Rosario Mora La Morita, que hacían la clásica rutina del gallego, el negrito y la mulata.

De acuerdo con una nota periodística de la época, a telón corto los tres actores sostenían un diálogo. La escena terminaba con su decisión de ir a la playa de Marianao a escuchar al Son Cuba. Al levantarse el telón, el cabaret ya estaba de frente al público del teatro.

Era la primera vez que el público mexicano escuchaba un grupo de son. Ante tal novedad, en la prensa capitalina se escribió: Siete negritos (no llegamos a distinguir si auténticos o embadurnados) enristran sendos y exóticos instrumentos musicales, que pulsan con grato sabor regional. Se dan a las delicias del danzón y al rumba, géneros ya conocidos en México.

Un atractivo del espectáculo era la aparición de Pimienta, quien iba por toda la pasarela cabriolando al compás de la música de contrapunto y trayendo en la cabeza, monda y lironda, un vaso que contiene un líquido de color.

No obstante el éxito del Son Cuba de Marianao, la impresión que el espectáculo produjo en el respetable se refleja en el comentario del columnista Palmita: “El público obliga al ‘bis’ y vuelve a aplaudir acaso más por cortesía que por pleno goce de un arte que probablemente aquí no comprendemos en todo su valor por falta de suficiente preparación rumbera”.

Quedó consignado en la prensa que era la primera vez que se escuchaba en la capital sones habaneros auténticos.

Esta falta de preparación del público mexicano para entregarse a los deleites de esta música de origen campirano, pero lanzada al mundo, fue uno de los factores que contribuyeron a su lenta penetración en el ambiente sonoro de México.

La Troupe Cuba Típica se mantuvo en el Teatro de la Ciudad hasta el 19 de abril de 1928. En seguida, salieron de gira por diferentes ciudades del país, tournée que terminó en el puerto de Veracruz. Campillo les dio una alternativa: sus pasajes para regresar a Cuba o dinero. Por consenso, los integrantes del son, así como Pimienta, decidieron quedarse en México, donde habían recibido muy buen trato desde las más altas esferas.