17 de marzo de 2018     Número 126

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Una política para la cafeticultura

Fernando Celis

En el ciclo cafetalero 1999–2000 se alcanzó el nivel más alto de producción de café en México, con 6.2 millones de sacos, de los que se exportaron 5.2 millones. El aumento de producción en Brasil y Vietnam contribuyó a la gran baja de precios durante los siguientes años. En México se juntó con la mayor apreciación del peso y la baja de los diferenciales del café mexicano, que se llegó a vender en el primer semestre del año 2000 a menos 23 dólares por bolsa de 100 libras de café verde. Durante casi 4 años los precios pagados a los productores no llegaron al 40% de los costos de producción y esta situación provocó un cambio profundo en la dinámica de la actividad cafetalera en nuestro país.

En las regiones cafetaleras se presentó una fuerte migración, las familias tendieron a una diversificación, con menos ingresos por venta de café, aumentando la tendencia de subdivisión de terrenos con café, con lo que se generó un cultivo más extensivo.

Llama la atención que pese a la fuerte crisis aumentó el número de productores, llegando a más de 500 mil, según los registros oficiales, en tanto que las hectáreas con café disminuyeron de 762 mil a 680 mil hectáreas (30 mil hectáreas de retiro en Veracruz, debido al crecimiento urbano). En las zonas serranas muchos terrenos son comunales y ejidales, es difícil el cambio de cultivo. Probablemente en el actual padrón cafetalero no menos del 85% de los productores son indígenas de 25 grupos en varios estados.

El sector cafetalero de México es muy amplio en cuanto al número de productores que participan, la mayoría están en regiones indígenas serranas con altos niveles de pobreza y marginación, es muy difícil el cambio del cultivo del café y se tienen experiencias importantes de asociaciones de productores que manejan la producción de planta de café, la renovación de cafetales, el mejoramiento de la productividad, el beneficiado y la venta de café en mercados de mayores precios.

En las regiones indígenas se siembra maíz y después café; es creciente el número de mujeres posesionarias de pequeños terrenos con café. El café es un cultivo ideal en las regiones serranas y permite la participación de niños y mujeres en el corte, despulpado y secado del café. Lo que es claro, es que no solo cuentan las cuestiones mercantiles en el sostenimiento del cultivo de este grano.

A principios de la actual década se da un aumento importante en el precio del café y sigue un periodo de fuertes fluctuaciones. La sobreproducción mundial se frena por el hongo de la roya en Colombia desde 1989; en Perú, Centroamérica y México en los siguientes años y se tiene también desde el 2014 cuatro ciclos seguidos de afectaciones por sequía en Brasil.

La producción en México se había recuperado a unos 4.5 millones de sacos, pero en el ciclo 2015-16 se tiene la mayor afectación por la roya y mayores lluvias en varias regiones y la producción se reduce a 2.2 millones de sacos. La roya más agresiva ya se había detectado en diciembre del 2012 en Tapachula, pero durante los tres primeros años no se aplicó un plan nacional de control, ya que los funcionarios responsables, de manera unilateral y sin coordinarse con el sector de los productores, decidieron aplicar un producto que no se había experimentado y que no dio resultados positivos.

Del 2013 al 2015 se dio un manejo muy irregular de los recursos fiscales asignados a la renovación de cafetales, y los funcionarios responsables fueron despedidos. En el 2016 se establecieron nuevos acuerdos con la SAGARPA, lo que permitió que las asociaciones de productores de café pudieran operar recursos fiscales para el costo de la planta, para la renovación de cafetales, para insumos y para asistencia técnica. En el 2017 se tiene un fuerte retraso en el ejercicio de los recursos fiscales y se entregan casi al fin de año. La inestabilidad institucional ha sido un factor que dificulta los avances en el sector.

Actualmente se tiene nuevamente una baja en los precios de café, los precios de un quintal de pergamino se colocan en un promedio nacional de unos 1,800 pesos, cuando el ciclo anterior el precio fue de alrededor de 2,600 pesos y según las conclusiones de los productores, se necesitaría un precio de 3,000 pesos para recuperar los gastos de producción.

Para el ciclo 2016-17 la producción aumentó a unos 3.1 mill de sacos, y en los próximos dos ciclos se llegaría a los niveles previos a la afectación por la roya.

Es importante resaltar dos cuestiones:

  1. El consumo de café en México ha crecido en las pasadas dos décadas en casi 200%, llegando a unos 3 millones de sacos (3.9 millones de quintales) a fines del 2017. Sigue siendo bajo: 1.5 kilos per cápita anual, cuando en Centroamérica el consumo per cápita es de 2.5 kilos y en Brasil de no menos de 5 kilos.

  2. En México más del 90% del cultivo es con sombra y se utilizan variedades tradicionales como typica y bourbon, que se consideran de mayor calidad. La roya afecta más a estas variedades y ante la falta de investigación y experimentación propia no había semillas adecuadas para enfrentar los daños por este hongo; se han tenido que importar semillas e introducir variedades llamadas catimores y sarchimores, resistentes a la roya.

Además del esfuerzo que realizan los productores y asociaciones se requieren políticas públicas más adecuadas. Destacaríamos lo siguiente:

  1. Se necesita un nuevo Instituto Nacional del Café que se constituya a partir del actual Sistema Producto Café Nacional, que permita manejar con más eficacia las acciones y los recursos públicos, que cuente con la fortaleza y autonomía suficiente para dar estabilidad institucional al sector y más certeza a las acciones que requiere la actividad cafetalera.

  2. Fortalecer el asociacionismo de los productores de café, a fin de que los que tienen poca extensión y estén en regiones serranas puedan manejar a mayor escala su producción de planta, el mejoramiento de cafetales, el beneficiado, el financiamiento y la comercialización.

  3. Fomentar un mayor consumo interno de café nacional con cafés de mayor calidad, bien preparados y disminuir el manejo de mezclas con poco café, demasiada azúcar y saborizantes artificiales dañinos para la salud. Cuando menos 70% de la producción nacional debería ser para el consumo interno.

  4. Contar con infraestructura adecuada para la experimentación con variedades de café y con semillas nacionales, incluyendo typica, bourbon y otras, para que resistan la roya y otras plagas y enfermedades y estén más adaptados a los cambios climáticos.

  5. Una estrategia de aumento a la productividad adecuada a las diferencias de manejo de cafetales del país. Sería un error seguir insistiendo en homogeneizar con niveles de 30 o más quintales por hectárea. Para quienes producen de 3 a 5 quintales un objetivo más adecuado sería aumentar a 12 o 15 quintales y vender a mejores precios.

  6. Que se reconozcan los beneficios ambientales del cultivo del café con sombra, en la protección de cuencas hidrológicas, de la biodiversidad, la captura de carbono, la producción de oxígeno y otros. Incentivarse a los productores y asociaciones con apoyos para su ingreso familiar o para diversificar actividades y mejorar su cultivo.

  7. Es necesaria una mayor coordinación con los países productores de café, principalmente los que producen cafés arábigos lavados, para impulsar medidas conjuntas y lograr una mayor certeza de precios. Impulsar que los productores vendan su café en mercados de mayores precios como el comercio justo, el orgánico, de mayor calidad, cafeterías, entre otros.

Para impulsar lo anterior se requiere un gobierno federal comprometido con los intereses de los productores de café, para mejorar sus condiciones de vida y de producción, que se maneje con honestidad y eficiencia en la aplicación de los recursos públicos y el funcionamiento de las instituciones públicas.

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